VIERNES 14 DE JULIO DE 2000

* CLASE POLITICA

Miguel Angel Rivera * Tal vez los informadores escucharon mal, pero de no ser así, los gobernadores priístas lograron por lo menos aplazar la fecha de la elección de los coordinadores de las fracciones de su partido en las cámaras de Diputados y de Senadores.

Esto porque en algunos medios se publicó ayer por la mañana que la elección de los líderes ųcomo se les llamaba antesų sería ayer mismo, casi al mismo tiempo que se realizaría la tercera reunión de los mandatarios surgidos del Revolucionario Institucional. Los gobernadores estaban citados a las 15 horas y de acuerdo con esos adelantos que no se cumplieron, las votaciones serían a las 15:30 y a las 17.30 horas, es decir, al mismo tiempo que los titulares de los ejecutivos estatales estaban encerrados.

Esa premura parecía dejar fuera del proceso de elección a los gobernadores, sobre todo a quienes deseaban hacer valer los amplios triunfos electorales en sus respectivas entidades y evitar así que otras corrientes que les disputan el control del partido trataran de ganar espacios en el Legislativo.

Claro, siempre queda el recurso de las llamadas telefónicas, pero no sería lo mismo que hablar directamente con los diputados y senadores de cada estado, para alentarlos a formar bloques y prevalecer en el control de las fracciones parlamentarias.

Por eso, al decidirse que las elecciones directas y secretas de los futuros coordinadores priístas en el Congreso de la Unión se realicen hasta hoy, a los mismos horarios, queda abierta la posibilidad de que los gobernadores intenten hacer valer los acuerdos o alianzas previamente establecidos o conso- lidados en su comida de ayer.

Aunque nadie desea reconocerlo, es una realidad que hay diferentes grupos y corrientes dentro del PRI. Resulta difícil ubicar a los integrantes de los diversos grupos, pero básicamente son dos, uno muy ligado al gobierno federal saliente, y otro que desea desde ahora que las decisiones inherentes al partido se tomen dentro del mismo y no que respondan a imposiciones llegadas desde fuera.

Juego de fuerzas

En el segundo grupo está una parte, al parecer mayoritaria, de los gobernadores priístas, pero algunos de ellos todavía están por atender las instrucciones surgidas del Ejecutivo federal, aunque no vengan directamente de la Presidencia de la República.

En la confusión, por ejemplo, es difícil decir de dónde salió el nombramiento de Jesús Murillo Karam como secretario técnico del Consejo Político Nacional, sobre todo después de que se le involucró en un frustrado relevo de Dulce María Sauri Riancho. El político hidalguense salió de la subsecretaría de Gobernación para formar parte del equipo de campaña de Francisco Labastida Ochoa, pero también tiene buenas relaciones con gran parte de sus ex colegas gobernadores. O tal vez fue decisión personal de la presidenta del PRI, quien no creyó en los rumores acerca de Murillo.

El caso de Felipe Solís Acero, el nuevo secretario de elecciones, no está en las mismas condiciones. Más bien se trata de un proceso de continuidad en el trabajo electoral, pues como su antecesor Carlos Almada fue funcionario del IFE y conoce muy bien todo lo relativo.

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