VIERNES 14 DE JULIO DE 2000

 


* Leonardo García Tsao *

La estrategia de la araña

El cine de Bernardo Bertolucci ha seguido dos vertientes fundamentales, la política y la melodramática. De hecho, en las mejores instancias de su obra ųEl conformista, El último emperadorų ha sabido combinarlas de manera que parezcan indivisibles. Tal vez por ello, la más reciente de sus realizaciones ha sido objetada por los vigilantes de la corrección política, esa actual y perniciosa forma de censura. (Por lo pronto, el obtuso crítico estadounidense Roger Ebert hasta coqueteó con tacharla de racista).

Estrenada en México con casi dos años de retraso, Pasión es el regreso de Bertolucci a una escala íntima. Después de varios frescos de grandes ambiciones ųincluso Belleza robada intentaba el retrato generacionalų, es como si pintara una miniatura. Lo que fue en un principio una producción televisiva lo ha llevado quizás a la economía de este relato. En esencia, se trata de un elegante melodrama sobre el encuentro amoroso de dos seres marginados en Roma.

Ella (Thandie Newton) es una joven exiliada de un indefinido país africano, cuya dictadura militar ha apresado a su marido opositor; para pagarse sus estudios de medicina, Shandurai se desempeña como sirvienta de planta en la antigua casa de un excéntrico músico, compositor y maestro de piano, a quien se refiere siempre como el señor Kinsky (David Thewlis). Aunque el inglés ha mantenido su distancia frente a su bella empleada ųignoramos por cuánto tiempo--un día estalla con una impertinente declaración amorosa. Shandurai reacciona con la petición de que saque a su pareja de la cárcel.

Hay que ver cómo se las ingenia Bertolucci para narrar ese acercamiento como una sucesión de imágenes y sonidos. Con un estilo fragmentado gracias al uso constante de jump cuts y una sutil cámara de mano, el cineasta prescinde de la palabra ųel primer diálogo significativo se pronuncia casi a la media hora de película--, y recupera el sentido original del término melodrama pues le asigna a la música el papel de enlace entre sus personajes. Un elemento emblemático es la misteriosa misiva enviada por Kinsky: una hoja pautada con una sola seña, un signo de interrogación. Luego Shandurai rechaza las piezas clásicas favorecida por él y, en la intimidad, escucha canciones de su país. Una pausa de jazz ųla memorable versión de Coltrane a My Favorite Things--ayudará a vencer la resistencia de la chica: y el propio Kinsky sabrá incorporar elementos africanos a una percusiva composición de piano, que sí será de su gusto.

El título original en italiano, El asedio (mucho más apropiado que Pasión) se refiere a la estrategia del inglés para hacerse de su objeto del deseo. Kinsky finge ser una especie de Rick, de Casablanca, y utiliza la apariencia del altruismo desinteresado para conseguir la desbordante gratitud de Shandurai y, posiblemente, su entrega. Bertolucci concluye la cinta en un irónico dilema cuyas posibilidades están todas en el aire.

Ebert, por ejemplo, protesta el tratamiento insensible del marido encarcelado. El crítico se equivocó de película. Las iniciales secuencias africanas de Pasión sólo sirven para establecer un contexto; en este caso, el interés de Bertolucci no era denunciar las miserias del Tercer Mundo, o algo así, sino simplemente enfocar la improbable dinámica entre un par de personajes aislados de sus respectivas culturas, encerrados en los dilapidadas ruinas de un mundo europeo también en transición. (Por cierto, el director encontró a sus intérpretes ideales. Thewlis evita el sarcasmo de sus anteriores trabajos, ensayando una simpática extravagancia; mientras Newton confirma qué tanto la puede desperdiciar Hollywood en cosas como Misión: imposible 2).

Para el espectador discriminante que quiera alejarse de dinosaurios parlantes y otras puerilidades del verano, Pasión es una de las pocas opciones que quedan.

 

Pasión (Besieged/ L'assedio). D: Bernardo Bertolucci/ G: Clare Peploe, Bernardo Bertolucci/ F. en C: Fabio Cianchetti/ M: Alessio Vlad/ Ed: Jacopo Quadri/ I: Thandie Newton, David Thewlis, Claudio Santamaria, John C. Ojwang/ P: Fiction y Navert, en coproducción con Mediaset. Italia, 1998.