DOMINGO 16 DE JULIO DE 2000

* Base de la democracia, dice funcionario de SG


La Ley de Asociaciones Religiosas garantiza que siga el Estado laico

Andrea Becerril * A ocho años de que entró en vigor la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, "mantiene vivos el pensamiento y la obra de Benito Juárez y garantiza la permanencia de un Estado laico, que es la base de una verdadera democracia", sostuvo el director jurídico de la Secretaría de Gobernación, Nicéforo Guerrero Reynoso.

El funcionario, quien fue el primer director de Asuntos Religiosos de esa dependencia, dijo que la ley establece la separación entre el Estado y las iglesias, y advirtió que el laicismo que practica el régimen mexicano desde el siglo pasado no es sinónimo de intolerancia o de anticlericalismo.

Al participar en un foro de análisis sobre la legislación en esa materia, organizado por la Subsecretaría de Asuntos Religiosos de la SG, Guerrero Reynoso dijo, asimismo, que el carácter laico del Estado mexicano ha permitido la impartición de una educación libre, "que evita el privilegio a algún credo o promover profesar alguno de ellos, porque entrañaría lesionar la libertad de creencias de quienes opten por mantenerse al margen de cualquier credo".

Por su parte, el catedrático Jaime Muñoz Domínguez aludió a las luchas religiosas en las que se vieron enfrascados los mexicanos en los últimos siglos, y advirtió que en la actualidad México no puede ya dar espacio a enconos añejos y traumas del pasado: "no debemos olvidar las lecciones de la historia, quien lo hace está condenado a vivir encerrado en un movimiento pendular que avanza y retrocede incesantemente".

En el acto, encabezado por el actual subsecretario de Asuntos Religiosos, Humberto Lira Mora, Guerrero Reynoso destacó "la visión de Benito Juárez de separar con claridad las correspondientes esferas de actuación del Estado y las iglesias".

Destacó la trascendencia de la libertad religiosa, un derecho por el que se debe luchar de manera constante, dentro de la pluralidad, la tolerancia y el respeto al pensamiento distinto al propio.

El laicismo que el régimen político mexicano practica es "base de una verdadera democracia, pues permite creer o no creer. Respeta al agnóstico y al religioso, está en favor de la pluralidad y por la objeción de conciencia, pues el poder civil garantiza toda la gama posible, pero no acepta fundamentalismo alguno, sea religioso o antirreligioso, que genere desequilibrios o conflictos en la sociedad con el pretexto de imponer un criterio arbitrariamente espiritual o ateo".

Remarcó también que la propia Constitución establece la condición laica del Estado mexicano y su separación de las iglesias como un principio histórico que garantiza el respeto a la libertad de creencias y su total independencia de toda influencia eclesiástica o religiosa. Ello, insistió, trae consigo su pleno desenvolvimiento y funcionamiento con autonomía. La historiadora Aurora Arnaiz consideró que la tolerancia debe seguir siendo la base de las relaciones entre el Estado y las iglesias.