DOMINGO 16 DE JULIO DE 2000
Ť Las seis décadas de Toledo Ť
Miryam Audiffred Ť El número uno de nuestro suplemento La Jornada Semanal luce en la portada un espléndido texto de la escritora y periodista Elena Poniatowska, titulado ''Los falos del mundo saludan a Toledo''. Reproducimos el primer párrafo de aquel artículo, así como algunas impresiones, expresadas en la víspera del cumpleaños 60 del creador oaxaqueño, por personalidades del ámbito cultural.
Dice el texto de Poniatowska: ''De pronto se apartan las grandes faldas, se abren como corolas y aparece entre ellas Francisco Toledo; sale de entre sus piernas, nace en la bastilla de sus vestidos floreados, se mueve al paso de esas fuertes columnas morenas que pisan hondo sobre la tierra, rige su destino el ritmo de su pecho, los senos libres que se mecen mientras avanzan como embarcaciones entre la multitud. En sus axilas, en su sexo, anida la esencia de Toledo, crece en su vientre siempre abombado, en sus nalgas duras, en la ancha curva de sus muslos. Toledo las acintura: son carne de su carne, ellas lo acunan, es su hijo, su padre, su amante, su iguana y su conejo, su sandía y su papaya, su fiesta y su desgracia.''
Raquel Tibol: Antes que nada habría que señalar la precocidad de Francisco Toledo, dado que ya está entrando en la tercera edad. Después habría que considerar que hubo quien apreció tempranamente su talento y ése fue nada menos que Rufino Tamayo. Toledo había estado viviendo un tiempo en Italia, después pasó a Francia y allí Tamayo lo recomendó con una de las galerías con las que tenía buena relación. De modo que podemos decir que el camino le favoreció. Otro punto singular que ha sostenido durante toda su vida y que tiene una explición de carácter sociológico y sicológico a la vez es el haber conservado siempre el aspecto de indio siendo un mestizo de ciudad. No nació en el campo, sus padres no vestían de esa manera, de modo que adoptó una personalidad con la que navegar en el mundo y la ha sostenido desde París hasta ahora. Recuerdo que Octavio Paz contaba con bastante desagrado que en las reuniones entre artistas e intelectuales a las que ambos asistían Toledo, para acentuar esa condición de indio, se sentaba a comer en el piso. Es decir que esta decisión ha sido muy fuerte y no tiene, creo, una relación tan estrecha con su arte. Yo no le creo los repetidos cuentos de las tías y el tío zapatero porque él sale tempranemente de Oaxaca para entrar en un mundo europeo y neoyorquino, es decir, un mundo cosmpolita. Lo que Francisco Toledo tiene es una cosmovisión erótica del mundo que ha aplicado en quehaceres humanos, en la convivencia o la agresión muchas veces erótica de los seres menos desarrollados como los pequeños peces, los insectos, las tortugas y los chapulines, que presenta teniendo vida sexual entre especies. Esa es su principal característica, decir que todos estamos en este mundo y fornicamos como queremos. Para mi gusto, una de sus mejores etapas es cuando hace que los animales y hasta los metates busquen un acto sexual con la mujer. Resalto esta temática temprana porque la esencia sexual de la mujer mueve el mundo y él ha logrado decirlo con una gracia y una inventiva muy grande. Esta temática temprana me despierta más mi propia imaginación que el Toledo reciente de los muchos insectitos volando. Lo que no le celebro son sus autorretratos fálicos, las polaroid donde pone su sexo medio dormido, medio despierto, erecto del todo. Es audaz pero a mí no me conmueve porque creo que comparte más un exhibicionismo que una novedad del autorretrato. Aunque el falo es el centro del espíritu erótico, no es el cuerpo de todo el espíritu. Hay una especie de autosobrevaloración fálica que me parece que se queda estancada en el exhibicionismo.
Juan Soriano: Francisco Toledo es uno de mis artistas predilectos, de los más grandes del mundo. Es un pintor que tiene una personalidad muy particular, que me emociona muchísimo por su color y sus siempre extraordinarios dibujos. Sus cuadros tienen una belleza y un sentido del humor muy profundo y muy crítico que los hace ser totalmente inesperados. Me parece que todo su arte está cimentado en una tradición milenaria que él ha heredado de una manera espontánea.
Cuando uno ve sus cosas piensa inevitablemente en la antigüedad del hombre, en el misterio y el pasado remoto; cuando el hombre empezaba a pensar y a traducir su pensamiento en obras de arte. Es el único que tiene esa herencia tan viva y fresca como la tuvo Tamayo en su momento.
Me da mucho gusto que haya llegado a esa edad en tan buenas condiciones. Yo lo he visto lleno de energía para luchar por las causas sociales que le parecen buenas. Le deseo muchos años más de felicidad.
Rodolfo Morales: Me parece que Francisco --con quien tengo una amistad muy respetuosa-- ha tenido la gran osadía de no irse hacia el folclor. Nunca, ni aún siendo juchiteco, pintó a la gente de Juchitán. Pero también tuvo el valor de no irse por el camino fácil y superficial. Pudo haber copiado a Tamayo y no lo hizo. Ahora, lo difícil es no copiarlo a él.
Margo Glantz: Francisco Toledo me parece un gran pintor. El más grande pintor que tenemos vivo y el creador de un mundo muy original e inquietante que se ha ido renovando a lo largo de su vida. No obstante, es evidente que uno sabe de inmediato cuando se trata de un Toledo, su creación no se ha estancado sino por el contrario: ha hecho escuela. En sus pinturas siempre nos regala un mundo donde se mezcla un erotismo perturbador y muy bello --con ciertas características de cosmogonía antigua-- con un erotismo muy mederno; unión que le da un toque particular a su obra llena de ocre colorido. Creo que es un artista que nunca dejará de sorprendernos por más que uno lo conozca.