Señor Fox: sorprendieron su buena fe
* Iván Restrepo *
Al futuro Presidente de México lo sorprendieron en su buena fe. Ni siquiera la bien enterada Martha Sahagún pudo evitar la trampa que le tendieron a su jefe; sólo así se explica que el licenciado Vicente Fox haya aceptado viajar a Monterrey el próximo 11 de marzo a dar el banderazo de salida del campeonato de coches Cart, en una pista cuya construcción despierta la oposición de numerosos grupos sociales y ambientales de la capital de Nuevo León, pues violenta el estado de derecho.
Una pista para realizar ese tipo de actos no tendría problema, si no fuera porque sus patrocinadores resolvieron edificarla en los terrenos de la antigua Fundidora Monterrey. El predio, de poco más de cien hectáreas, fue declarado en 1988 de utilidad pública por el gobierno federal, mismo que luego enajenó al de Nuevo León, con el fin, muy claro, de conservación y mejoramiento, por lo que ahí sería levantado un parque museo-tecnológico, un centro de exhibiciones y la superficie sería urbanizada. En el decreto de cesión, se advierte que el predio citado solamente podrá destinarse a los fines establecidos y que de no ser así, se revertirá a favor del gobierno federal.
Por fin, dijeron ciudadanos y autoridades, Monterrey tendría su pulmón verde con sus lagos y fuentes de agua, protegiendo de pasada el manantial que proveía de agua a la antigua siderúrgica, ya que cuando la sequía es extrema se conecta al sistema hidráulico citadino. Nada mejor que destinar esa superficie a una fábrica natural de oxígeno y humedad en una ciudad que ocupa el nada honroso octavo sitio en la lista de urbes más contaminadas del planeta, cuyo déficit de áreas verdes es casi de 100 por ciento: debía tener 7 mil 500 hectáreas y apenas llega a 370, algo ínfimo en donde hay más de 10 mil industrias, 500 mil vehículos, devastación de las áreas montañosas forestales cercanas, problemas de agua para cubrir las necesidades de la población y las actividades económicas; en resumen: una ciudad de gente emprendedora sin el entorno ambiental adecuado.
Sin embargo, el gobierno estatal anunció, en mayo pasado, la celebración del Gran Premio Monterrey 2001, una carrera de autos de la serie Cart, y no encontró mejor lugar para efectuarla que los terrenos donde, según la ley, debería haber árboles, vida, tranquilidad y verdor. Sin los permisos correspondientes, se comenzó la construcción del autódromo requerido para esas y otras competencias, pero si no le importó ignorar las disposiciones e instancias legales y ciudadanas, que buscan alcanzar el sano desarrollo urbano, menos en cuenta tuvo la opinión de las instituciones académicas y de los grupos sociales que se ocupan del tema ambiental en la ciudad y el estado. Hasta se olvidó que hace dos años le había declarado la guerra al asfalto reiterando que en los terrenos de la fundidora lo importante eran los árboles.
No se trata de una pista de carreras común y corriente, sino de la más bella del mundo en su tipo: 52 kilómetros cuadrados de cemento y demás obras que exige un autódromo moderno, donde los coches podrán correr a más de 350 kilómetros por hora, y habrá desde anuncios enormes hasta los numerosos servicios de apoyo requeridos. Aunque las autoridades dicen que se trata de un autódromo temporal, nadie les cree, pues hay planes para celebrar no solamente la carrera de marzo, sino otras de cobertura internacional.
No hay duda que se trata de la privatización de un espacio público para el que se emplean recursos fiscales, es decir, de los ciudadanos, pero para el disfrute del selecto grupo de aficionados a las carreras. Precisamente el gobierno, que preside el señor Canales Clariond, encabeza a los patrocinadores del autódromo: el círculo de poder económico y político de Nuevo León con ramificaciones en el país y en el exterior, destacadamente el grupo Femsa, que elabora la cerveza Tecate.
No tengo nada en contra de las carreras de autos; admiro que el piloto Adrián Fernández desafíe a la muerte en las pistas del mundo y pida al futuro Presidente apoyo para el deporte, pero no es aceptable sorprender la buena fe del licenciado Fox arrancándole la promesa de ir a inaugurar una obra construida violando disposiciones legales muy claras.
Fox ha repetido miles de veces que su sexenio se distinguirá por el estricto apego a la ley, que gobernará no con y para sus amigos, como lo hace el PRI, sino en bien de la ciudadanía. Una buena forma de probarlo es en el caso que hoy expongo. Sé que el licenciado todavía no asume la primera magistratura del país, pero bien podría sugerirle a su amigo empresario y copartidario, el gobernador de Nuevo León, que cumpla con la ley y haga su pista en otro lugar. En cambio, sí pueden y deben actuar las actuales autoridades federales, en especial las responsables de velar por el ambiente, e impedir la violación a claras normas ecológicas. ƑAcaso piensan heredar el asunto a la siguiente administración? ƑPermitirán el despojo y los daños al ambiente con tal de no contrariar a un prominente empresario y militante panista y al grupo empresarial del que hace parte? *