JUEVES 20 DE JULIO DE 2000
* Sólo entre 23 divisionarios se deciden los cargos
Abrir promociones, demanda de militares a Vicente Fox
* Proponen hacer públicos los expedientes de los aspirantes
Jesús Aranda y David Aponte * El nombramiento del secretario de la Defensa Nacional (Sedena) en el gabinete del próximo gobierno ha generado una lucha abierta por el poder entre militares de diferentes corrientes que aspiran al cargo, pero también, la demanda de sectores ųtradicionalmente relegadosų para que el próximo presidente de la República "abra" su abanico de posibilidades y no se limite a elegir entre los 23 divisionarios que hay en activo ų19 de los cuales ascendieron en el presente sexenioų, sino que también considere a generales retirados "que tengan prestigio" y den paso a la transformación a fondo que necesitan las fuerzas armadas.
Si Fox habla de un cambio, debe empezar por el Ejército y por la forma en que seleccionará a su secretario de la Defensa, afirma por su parte el general retirado Luis Garfias, quien emplaza al panista a que haga públicos los expedientes de los aspirantes, con su hoja de servicio, los años en que obtuvieron sus ascensos y su declaración patrimonial, para que, efectivamente, se designe al mejor.
Sin embargo, a diferencia de la ebullición interna que hay en el Ejército por la persona que sustituirá al general de división Enrique Cervantes Aguirre, para el equipo de transición nombrado por Vicente Fox no ha sido tomado en cuenta el tema de las fuerzas armadas.
Cuando todavía se daba casi por descontado que triunfaría el PRI, había tres candidatos "naturales" ųlos generales de división Juan Heriberto Salinas Altés, Rodolfo Reta Trigos y José Angel García Elizaldeų; pero después, cuando se perfiló la posibilidad de que el PAN triunfara, se llevaron a cabo encuentros entre el aún candidato con cinco generales opuestos a la "continuidad" en el mando del Ejército Mexicano.
De acuerdo con fuentes castrenses, los generales que sostuvieron encuentros con Fox desde el año pasado son: José Domingo Ramírez Garrido Abreu y Jesús Alvarez Pérez (divisionarios en activo), así como José Alvarez Pérez, Isidoro Alcaraz (generales de brigada en activo) y Alberto Quintanar López (retirado), entre otros. Hasta la fecha, ninguno de ellos ha negado públicamente haberse reunido con Fox.
A partir de estas pláticas y del triunfo de Fox el pasado 2 de julio, se fortaleció una corriente en contra de la "continuidad" de generales cercanos en su momento al candidato priísta Francisco Labastida, o en el caso del jefe del Estado Mayor de la Sedena, Juan Humberto Salinas Altés, a quien se considera en medios castrenses que tiene el apoyo directo de Cervantes Aguirre.
Según fuentes militares, la situación se tornó favorable para tres generales de división que tienen prestigio al interior de las fuerzas armadas, aunque claro, con sus diversos matices.
Así las cosas, a quien se ha nombrado más insistentemente es al general Ramírez Garrido Abreu, quien conoció a Fox siendo jefe de la zona militar en Irapuato. Según medios castrenses, el acercamiento de este general con el panista fue la causa de que hace unas semanas Cervantes Aguirre lo destituyera de su cargo y lo dejara un tiempo "a disposición", para ubicarlo finalmente en la dirección del Instituto de Seguridad Social de las fuerzas armadas.
Pero también dio lugar a que militares que no comparten la forma en que se manejó en la actual administración al Ejército ųsu masiva presencia en Chiapas, mayor participación en el combate al narcotráfico y en tareas de seguridad pública, así como la excesiva disciplina y sanciones disciplinariasų, tomaran en cuenta a generales como Mario Renán Castillo Fernández y Delfino Palmerín Cordero.
Renán Fernández fue comandante de la región militar con sede en Tuxtla Gutiérrez ųrelevó en el cargo al general que también en su momento fue "secretariable", Miguel Angel Godínez Bravoų, después pasó a la sede en Torreón, Coahuila, en donde permanece. Mientras que Palmerín Cordero fue comandante de la zona militar con sede en Ixtepec, Oaxaca, y actualmente es comandante general del Cuerpo del Ejército.
Una característica común que tienen estos generales es que los tres tuvieron en su momento diferencias con Cervantes Aguirre, que enfriaron su relación con el titular de la Sedena, además que son conocidos porque han tenido un roce más activo con el medio civil. En este contexto, Garrido Abreu fue director de la policía del Distrito Federal en los ochenta, lo que es visto por otros miembros del Ejército como un símbolo de desconfianza.
De acuerdo con información publicada, el general Godínez Bravo contaría con el apoyo de 80 generales retirados para encabezar la Sedena en el gobierno de Fox; pero según medios castrenses, en las actuales circunstancias los generales retirados no tienen ningún peso específico para hacer este tipo de propuestas; el desarr ollo de su carrera militar por más de 20 años en el Estado Mayor Presidencial tampoco le es favorable, e incluso se afirma que su estado de salud no es el mejor.
Además, en medios castrenses se considera que un apoyo de este tipo requeriría de una línea expresa del general Cervantes, lo cual genera dudas sobre el objetivo de la propuesta.
En este contexto, señalan los informantes que entre los 19 generales de división que ascendieron a este grado bajo la actual administración destacan, entre otros, Roberto Badillo Martínez, Rigoberto Castillejos Adriano, Jesús Alvarez Pérez, Rigoberto Rivera Hernández, Abraham Campos López, Gerardo Clemente Ricardo Vega García, Luis Montiel López, Alfredo Hernández Pimentel, Mario Ayón Rodríguez, Luis Humberto López Portillo Leal y Fausto Manuel Zamorano.
Ante la falta de una posición clara del equipo de Vicente Fox sobre la forma en que elegirá a su secretario de Defensa, surgen opiniones como la del general de división retirado Luis Garfias Magaña, quien plantea de entrada que, en virtud que no hay una ley de cuadros en el Ejército, y debido al favoritismo que ha prevalecido para el ascenso vertiginoso de algunos militares ųtan sólo Cervantes Aguirre saltó de coronel a general de división en seis años, durante la administración de Félix Galván López, cuando el tiempo normal para estas promociones es de doce añosų, se ha tergiversado la trayectoria de gran parte de los divisionarios, al haberse "saltado" la antigüedad de sus compañeros de generación. Además, demanda el general que el proceso de selección sea abierto, que los expedientes de todos los divisionarios se hagan públicos.
Incluso, Garfias rechazó la posibilidad de que Fox ascendiera a algún general de brigada a divisionario el próximo 20 de noviembre, con el propósito de cumplir con el requisito que establece la ley del Ejército, en el sentido que debe ser un general de división el titular de la Sedena. Eso sería inaudito, porque se daría el absurdo de que un militar le ordenara a quienes fueron sus superiores; en otros países eso significaría el retiro inmediato de los generales de mayor antigüedad, sobre todo por cuestión de dignidad.
Por otra parte, Garfias comparte la opinión de otros miembros de las fuerzas armadas, en el sentido de que en Fox tienen la opción de nombrar también a un general retirado, que dé paso a la "transición" y una restructuración a fondo de la Sedena.
La idea de algunos militares es que Vicente Fox "no cometa el error" de aceptar las propuestas que le "induzca" el secretario Cervantes Aguirre, sino que tenga el manejo completo de la situación y del nombramiento.
A pesar del compromiso de Vicente Fox de "conocer los expedientes" de los divisionarios para nombrar al titular de la Sedena, el interés del virtual presidente electo en el tema de las fuerzas armadas quedó en entredicho, cuando no hizo alusión alguna a este sector y cuando dio a conocer las comisiones para la transición de su gobierno.
Es más, señalaron fuentes castrenses, la lucha desatada por la titularidad de la Sedena; el desbordamiento inédito de propuestas y autopropuestas que, por primera vez, han salido a la luz pública, y la necesidad de restañar las heridas que dejará como saldo la administración de Cervantes Aguirre ųpor la excesiva disciplina, sanciones infundadas, participación creciente del Ejército en asuntos que no son de su competencia, como el combate al narcotráfico y su participación creciente en labores policiacas; la desgastante presencia militar en Chiapas y el descrédito continuo que ello significa para el instituto armadoų, demandan del próximo presidente una atención especial.
En este contexto, hay militares que plantean la necesidad de que Fox designe a un general retirado o a un civil con capacidad suficiente, que se encargue exclusivamente de encauzar el proceso de acercamiento con el Ejército y la Armada, así como la designación de sus próximos titulares.
De acuerdo con fuentes cercanas al equipo de Vicente Fox, existe la idea de nombrar a un general "que no haya egresado del Colegio Militar", lo cual, de acuerdo con especialistas consultados, carece de sentido y sólo demuestra la falta de conocimiento del ámbito militar entre el equipo cercano de Vicente Fox.
Que el elegido sea un general de servicios ųes decir, ingeniero, médico, de justicia militar, etcéteraų, fue calificado de "absurdo", en virtud que estos militares de servicio sólo pueden aspirar al grado de general de brigada, y no al de general de división ųque es imprescindible para ser titular de la Sedena.
A diferencia de la Armada, en donde "las aguas se mantienen tranquilas", en el Ejército la derrota del PRI generó incertidumbre, pero al mismo tiempo abrió el camino para que militares que se consideraban relegados, o sin oportunidad, planteen de una u otra maneras sus opiniones sobre el futuro de más de 230 mil hombres que forman parte de las fuerzas armadas.