JUEVES 20 DE JULIO DE 2000

 


* Olga Harmony *

Misantropías

Dentro del ciclo de La comedia universal auspiciado por el ISSSTE, Mario Espinosa escenifica Misantropías, el delicioso juguete cómico de Héctor Mendoza que muy bien podría inscribirse como uno de los textos dramáticos que el maestro escribe acerca del teatro. Como en Creator principium, los ensayos de una obra se confunden con la realidad de los actores y su director, pero en esta ocasión Mendoza juega con El misántropo, de Molière, al tiempo que lo mezcla con otro texto, que sería la vida misma del comediógrafo francés. Alceste se ha convertido en autor y director de una compañía, de la que los otros personajes del texto molieresco ųa excepción de Arsinoé y Oronte, en quien se confunden también los marquesitos Acasto y Citandroų son actores. No faltan las acotaciones a cargo de esa Magdalena, ex amante de Molière que está y no está en la compañía de Alceste, acerca de métodos vivenciales, tan lejanos en tiempos del Rey Sol, que la vieja actriz resentida rechaza en su rival.

A estos dos planos que Mendoza intercala, habría que añadir un tercero, que ignoro si es del autor o idea del director escénico (por alguna razón que se me escapa, no pude ver el texto mendocino dirigido por Flora Dantus, así que ésta es mi primer acercamiento a él) y que consiste en un grupo contemporáneo de actores, que a su vez escenifican ųlo que haría teatro dentro del teatro dentro del teatroų ambas historias y que apenas se bocetean al principio y al fondo de la escena. El laberinto así armado es muy divertido y teatralmente pleno de posibilidades. Cabría añadir que el paso de una historia, la de Alceste y la del propio Molière nunca es aleatorio, ya que los celos de uno por Celimena y el otro por Armanda dan pie a escenas sucesivas y que el infidente Baron sea representado por el mismo actor que consuma otro tipo de traición a los ojos de Alceste, el amigo Filinto. Y el recitado-cantado de Oronte, convertido en marqués, es más creíble ante un director escénico, como lo propone Mendoza, que ante un austero burgués como lo pide Molière.

Gabriel Pascal diseñó una escenografía muy eficaz y sencilla (no hay que olvidar que las escenificaciones del ISSSTE recorren varios teatros de la capital y de algunos estados), consistente en una pastilla oval como escenario, con falsas candilejas, una mesa de trabajo arrinconada, sillas de ensayo modernas y un sofacito de época; su iluminación es, como siempre, excelente. A la austeridad escenográfica se contrapone un vestuario muy rico diseñado por Sergio Ruiz que no tiene los contrastes de época de los elementos escenográficos, dados estos últimos para marcar dos de los planos pedidos.

Mario Espinosa hizo un diseño muy elegante de dirección, en el que no sólo se enuncian, sin marcación excesiva, los pasos de una a otra historia, sino que los modos actorales de lo que podría ser la realidad más real, la de Molière, se dan de manera realista, mientras lo que se supone un ensayo de la compañía de Alceste, aunque nos estén contando la historia verdadera de este mismo y de sus actores, se dan en un estilo clasicista, mismo que se juega en el cambio que hacen dos de los actores del pequeño sofacito al centro de la escena y que va a indicar el inicio de otro ensayo.

Magdalena, incorporada por la espléndida Angelina Peláez, nunca pisa la pastilla oval, salvo para hacer un ligero cambio de escenografía y muestra todo el ímpetu de la pasión y el resentimiento de su personaje, pleno de cariñosa ironía. Luis Rábago, en la función que vi, hace un Alceste-Molière excesivamente contenido y apesadumbrado, a veces algo plano, sin responder a la brillantez de Angelina, aunque sus escenas no lleguen a decaer. Carmen Madrid hace una bella e intencionada Celimena, mientras Erika de la Llave encarna con gracia a su antipática Arsinoé, un papel un poco por debajo de otros que se le conocen. Graciosísimo Juan Carlos Rodríguez en su ridículo Oronte, deliciosa Carmen Beato como Elianta y muy creíble Daniel Martínez en ese Filinto cuya hipocresía tiene una buena intención en este texto.

Entiendo que algún reglamento interno del ISSSTE impide hacer publicidad a las escenificaciones que programa, pero es una lástima que el estupendo proyecto que encabeza Germán Castillo como director artístico no tenga mayor convocatoria de espectadores. Me pregunto si es tan fácil ver montajes tan profesionales como éste y los otros que ya se presentan, no digamos de manera gratuita (Ƒes que eso sería un impedimento para llenar las salas en época de crisis?) sino de cualquier otra manera.