LUNES 24 DE JULIO DE 2000
* Astillero *
* Julio Hernández López *
Suerte parecida han corrido las dos mujeres que presiden partidos políticos nacionales. Ambas han sido acusadas de ser omisas en el cumplimiento de sus funciones, y de permitir que comités de campaña o elites formadas a partir de amistad o contemporaneidad hubieran sido las que dirigieran el curso de sus organizaciones en el recién cumplido tramo electoral.
Ayudas ortopédicas
En los dos casos, además, las damas impugnadas se han sostenido en sus cargos, aunque de manera virtualmente interina, golpeadas por una crítica ácida que ha aceptado su permanencia sólo para no aumentar a las cuitas electorales el desagradable espectáculo de los ajusticiamientos internos. A las dos, igualmente, se les ha impuesto la ayuda ortopédica de comités de asesoramiento que les acotan aún más su de por sí reducido espacio de poder.
El índice y el pulgar en el PRI
El caso de la dama priísta en aprietos tiene orígenes y desarrollo distintos. No fue realmente electa, sino impuesta por el dedo presidencial que ahora se trocó de índice señalador, para efectos de dirigencia del tricolor, en pulgar vuelto hacia abajo, en el terreno de la elección presidencial.
Dulce María Sauri Riancho ni siquiera fue considerada por nadie como verdadera responsable de la derrota de Francisco Labastida Ochoa, pues para todos sus correligionarios ha estado claro que su puesto fue meramente decorativo, dejando el mando real del trabajo tricolor en manos de los favoritos del candidato, como fueron Esteban Moctezuma y Emilio Gamboa, fundamentalmente.
De hecho, el anuncio de que pretendía renunciar a la presidencia nacional del PRI fue una maniobra hecha desde Los Pinos, donde pretendían acelerar los trámites del relevo que ya planteaba el grupo encabezado por Roberto Madrazo y José Murat y, madrugando, instalar a Jesús Murillo Karam o, de perdida, al propio Labastida.
El enredo provocado por ese nuevo intento de dedazo presidencial fue de tales tamaños que se optó por mantener a la dimitida en su lugar, para no aparentar debilidad ante el empuje de los alzados, pero cambiando al resto del Comité Ejecutivo Nacional (salvo el área de finanzas). A la señora Sauri Riancho se le nombró un comité asesor integrado por ex presidentes del PRI y, en los hechos, sigue en la silla pero continúa confinada a las meras tareas declarativas ante los medios informativos y al pronunciamiento de discursos de ocasión.
Poder formal y poder real
Las circunstancias de Amalia García son distintas. Para empezar, su cargo proviene de una elección interna real (acaso tan real que debió realizarse dos veces, y que en ella se manifestaron con crudeza muchos de los vicios operativos que persisten en esa organización, varios de ellos tan graves que le imprimieron a la gestión directiva amalista un estigma perdurable y establecieron los gérmenes de la división que hoy le reclaman pagos). Ingeligente, enérgica y ducha en las cotidianas escaramuzas tribales internas, la zacatecana no ejerció, sin embargo, la función directiva con energía y, por el contrario, aceptó ser avasallada por el círculo dominante que rodeaba al candidato a la Presidencia, Cuauhtémoc Cárdenas, siendo virtualmente excluida de toda toma importantede decisiones en ese ámbito.
La ley de hilados y tejidos
Se engañan, sin embargo, quienes pretenden aplicarle la ley de hilados y tejidos a Amalia (la citada ley establece en su primero y único artículo que la hebra se rompe por lo más delgado). La misma actitud de doblegamiento ante la figura central del PRD, la de Cárdenas, fue asumida por muchos de quienes hoy reclaman a la presidenta de su partido que no hubiera hecho lo que ellos mismos no hubieran aceptado en su momento y que posiblemente hubieran criticado.
La paja en el partido ajeno
Ha sido tal la sujeción de los actos institucionales del PRD a las decisiones personales de su máxima figura histórica, que ha sido frecuente ver a activistas normalmente críticos, implacables con la paja en el partido ajeno, sobrellevando con presuntos arranques de buen humor los excesos, las torpezas o las debilidades cometidas en el entorno supremo. Lo que en otros partidos o en otras circunstancias serían errores o abusos, acá serían simplemente detalles anecdóticos. Una gran mayoría de los perredistas inteligentes de elite criticaban severamente el nombramiento y las funciones de Lucas de la Garza como coordinador de la campaña de Cárdenas, pero nunca nadie hizo nada en esos niveles directivos que no fuera criticar ácidamente en privado lo que en público asumían como una decisión irreversible. Todo mundo se dio cuenta de los graves e increíbles malos manejos ųprofesionales, no económicosų de los asuntos de comunicación social y de estrategia política, pero nadie se atrevió ųen esos ámbitos que podían ser escuchados por Cárdenas, no en los segmentos críticos normalmente desdeñadosų a organizar una acción política que corrigiera los evidentes naufragios cotidianos.
Amalia, desde luego, ha hecho su propia colección de errores. Sus adversarios la acusan de intolerancia y de empequeñecimiento. De actuar sólo en función de los intereses de la corriente interna a la que pertenece y de no colocarse por encima de esas tentaciones facciosas. Se le considera víctima de pasmo, inmóvil, aferrada a una función directiva que el estatuto y la legalidad le garantizan hasta el 2003 pero que sin lugar a dudas, y sobre todo en un partido de tanta vocación polémica como es el PRD, debe ganarse día con día, en el terreno político y no en el jurídico.
Las figuras rectoras
Y, así como en el PRI la instancia presidencial ha hecho que se posponga la lucha interna para cuando Ernesto Zedillo deje Los Pinos, en el PRD también siguen sin encontrar la manera de transitar de la figura rectora, cuasi paterna, del ingeniero Cárdenas, a la responsabilidad de construir nuevas formas de convivencia y mando sin precipitarse a la ruptura por falta de una instancia arbitral respetada por todos.
Rosario, Andrés Manuel, Monreal
La decisión de respetar la permanencia de Amalia, y al mismo tiempo convocar a deliberaciones profundas para el año venidero, que podrían llevar a relevos en el ámbito directivo formal, se logró gracias a una elegante postura de Rosario Robles, que evitó que se fortaleciera la versión de que ella sería la principal interesada en golpear y deponer a la zacatecana.
Quiera o no, Rosario es, desde luego, una figura ascendente en el firmamento perredista, junto con Andrés Manuel López Obrador, el virtual jefe de Gobierno capitalino que ha estado ausente de las deliberaciones de su partido, acaso deseoso de establecer desde ahora una sana distancia con los asomos de cuchillos largos que se preveían y que tuvieron expresiones de agravio, por ejemplo, contra Ricardo Monreal, a quien acusaron de traidor y le conminaron a irse a lamerle las botas a Fox, cuando lo que debería ser prioritario para esos ámbitos del sol azteca sería la preocupación por mantener en sus debilitadas filas a todos quienes muestren interés en seguir y, además, analizar y discutir con seriedad, sin estridencias, propuestas interesantes de reformas internas como las que el zacatecano presentó pero que en el bullicio fácil de la descalificación personal ni siquiera fueron suficientemente valoradas.
La discusión, desde luego, ha iniciado, para bien del partido del sol azteca. La lucha entre las corrientes de Amalia y de los llamados chuchos (encabezada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano) debe dar paso a una reconstrucción inteligente, democrática, con la vista puesta en el grave riesgo que el ascenso del populismo de derecha representa para los intereses nacionales.
En esa tarea habrán de tener especial presencia la figura histórica de Cárdenas y las de quienes tienen obligación de definir ese futuro necesario, como Amalia, Rosario y Andrés Manuel.
Astillas: México quedó ayer en segundo lugar del grupo eliminatorio rumbo al Mundial de Japón-Corea del 2002, luego de haber perdido frente a Trinidad y Tobago por un gol a cero. Antes, apenas habían podido ganarle a Panamá. šAh!, los ratoncitos verdes, cada vez más soberbios y más comercializados.
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