Prendidos de alfileres, los cambios de Putin para restarles poder


Frenan caciques la reforma rusa

Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 23 de julio * La ambiciosa reforma del sistema de poder en Rusia, acometida por el presidente Vladimir Putin, avanza pero aún enfrenta dificultades mucho más serias de lo que pudiera parecer a primera vista.

A juzgar sólo por el incondicional apoyo a los cambios por parte de la Duma, la Cámara baja del Parlamento, la intención de mandatario de recortar el poder de los caciques regionales podría parecer asunto decidido.

En realidad, la reforma está todavía prendida de alfileres y, en el ir y venir de las enmiendas y adiciones realizadas por el legislativo, se tiene un híbrido que no es la propuesta original del gobernante, ni en cuanto a contenido ni plazos de aplicación.

A grandes rasgos, ciertamente se conserva el espíritu de reforzar el poder del Kremlin frente a los presidentes de las repúblicas autónomas y gobernadores de las regiones que integran la Federación Rusa, pero en la práctica será mucho más complicado alcanzar dicho objetivo.

Lo que se perdió, en el ríspido estira y afloja que contrapone a los diputados de la Duma con los líderes regionales y que no ha terminado todavía, es justamente lo que buscaba Putin: la aplicación sin demoras de las nuevas reglas del juego, al calor de un consenso poselectoral que resultó muy frágil.

El factor sorpresa en la iniciativa presidencial poco a poco se desvaneció ante una organizada y creciente resistencia de los caciques regionales, que supieron llevar la negociación al terreno pantanoso de los artilugios legalistas, restando contundencia a los planes iniciales de Putin.

Con gran habilidad y sentido de supervivencia política, los caciques regionales forzaron a que la Duma adoptara una versión consensuada de la ley más controvertida, la que establece el criterio de formación del nuevo Consejo de la Federación.

Los líderes regionales aceptan perder su escaño, que obtenían de manera automática, pero sólo hasta el primero de enero de 2002, extendiendo en año y medio la entrada en vigor de la reforma, y serán ellos mismos quienes designen a los representantes de cada una de sus regiones en el nuevo Senado, con la posibilidad adicional de revocarlos.

Quería Putin, ya desde el otoño próximo, una nueva Cámara alta, en que los gobernadores estuvieran atados de manos, sin posibilidad de poner piedras en el camino del Kremlin. La idea era apartarlos de la labor legislativa y, en el fondo, quitarles el derecho de tomar las decisiones relevantes que corresponden al Senado ruso, entre otras, declarar la guerra o la paz, introducir el estado de excepción en todo el país o regiones por separado, aprobar el presupuesto federal, ratificar al procurador general e, incluso, poder iniciar el procedimiento de destitución presidencial.

En cuanto a la ley que permite a Putin cesar a los jefes de los Ejecutivos regionales, en caso de que se nieguen a abrogar las leyes locales que se contradigan con las federales, preocupa menos a los caciques. Son conscientes de que los diputados, aunque superaron el veto senatorial, engendraron con sus numerosas enmiendas un procedimiento escalonado y de suyo complejo, que excluye la remoción fulminante por decreto.

No obstante, la oposición de los gobernantes regionales a la reforma de Putin tiene una connotación más que hace suponer que no se darán por vencidos. En su mayoría, hicieron una contribución decisiva al triunfo de Putin en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y, ahora, se sienten traicionados.

La trampa legal

Con una Duma ya en receso estival, el Consejo de la Federación podría concluir el presente periodo de sesiones, el próximo miércoles, con una desagradable sorpresa para el Kremlin. El ambiente que puede palparse, en círculos cercanos a los senadores más influyentes, apunta a que la Cámara alta podría optar por enredar aún más las cosas y, por absurdo que parezca, ejercer su derecho al veto sobre la ley ya consensuada.

De ese modo, la Duma tendría que intentar superar el veto senatorial sólo hasta el otoño próximo, a menos que se convocara un periodo extraordinario no antes de fines de agosto. Los senadores correrían una vez más los plazos de entrada en vigor de la reforma y, además, colocarían a la Duma ante la disyuntiva de tener que escoger cuál de las dos leyes --la aprobada por ellos o la versión consensuada-- sería sometida a votación.

La trampa legal tendida al Kremlin consiste en que ambas variantes, la de los diputados sobre todo, adolecen de serias fallas en su formulación y, la superación del veto, permitiría a los gobernantes regionales apelar a la Corte Constitucional.

Todo un equipo de juristas, contratado por los senadores, trabaja actualmente en fundamentar que cualquiera de las dos leyes que apruebe la Duma viola la Constitución vigente, en la medida que incluye cambios que sólo pueden realizarse mediante enmiendas constitucionales. Cuando estas afectan los cimientos de la Federación el procedimiento estipula que no basta con la aprobación de dos tercios de ambas Cámaras, también tienen que ser ratificadas por dos tercios de las asambleas legislativas de las regiones de Rusia.

De aquí al miércoles, los caciques regionales fijarán una postura común y, si deciden dejar las cosas como están y no vetan la ley consensuada, usarán todo el arsenal de instrumentos de presión sobre el Kremlin que les ofrece el año y medio que les quedaría como legisladores. Tratarían de sacar el máximo provecho, sin excluir una reformulación de la reforma de Putin, a cambio de no bloquear la aprobación del presupuesto federal, la reforma fiscal y otras leyes económicas que reclama el gobierno ruso.

Bombardeos intensivos en Chechenia

En tanto, la situación en Chechenia vuelve a complicarse tras la amenaza de los combatientes islámicos de atacar centrales nucleares y otras instalaciones estratégicas en el territorio de Rusia, que fue respondida de inmediato este domingo con una reanudación intensiva de los bombardeos de las posiciones de los rebeldes por parte de la aviación y la artillería pesada rusas.

La amenaza vino acompañada de una oferta de arreglo político inadmisible para Rusia, que incluye la retirada completa de las tropas federales, la creación de una zona desmilitarizada de 50 kilómetros en torno a la república caucásica y el pago de una compensación económica por los daños y destrucciones causados por la guerra.

Un llamado "Comando Militar Supremo" de los rebeldes, exigió también, por medio de Kavkaz Centr, su agencia informativa en Internet, someter a juicio al presidente y a los otros altos funcionarios de Rusia que "han desatado el genocidio contra el pueblo checheno", el cual "nos heredará toda una generación de huérfanos que no tendrá más motivación para vivir que la venganza".

No es la primera vez que los independentistas chechenos amenazan con atacar centrales nucleares, pero la eventualidad de que ello pudiera ocurrir obligó a un reforzamiento de la vigilancia en las instalaciones estratégicas y en las ciudades más importantes de Rusia.

En esta capital el despliegue policiaco es ostensible, más aún que el ministerio del Interior confirmó la reciente detención de 17 presuntos terroristas, que planeaban explosiones en la Universidad de Moscú, un cuartel de unidades de élite de la policía y dos estaciones ferroviarias.