MIERCOLES 26 DE JULIO DE 2000
Ť Carlos Martínez García Ť
San Sami David
Ni Vicente Fox se atrevió a tanto. El guanajuatense hizo gala de su guadalupanismo, pero por consejo de sus asesores matizó su religiosidad y eludió presentar la contienda presidencial como una cruzada contra los herejes. En su desesperación por ganar la gubernatura de Chiapas, el candidato del PRI, Sami David David, se autonombra defensor de la fe católica y está llamando a rechazar en las urnas a su adversario, Pablo Salazar Mendiguchía, señalando a éste como un peligro para los chiapanecos por su adscripción religiosa: es evangélico, y ello atentaría contra la identidad y eso que llaman idiosincrasia de los pueblos.
Sabedor de que los resultados de las pasadas elecciones del 2 de julio no le auguran una victoria sobre el candidato de la Alianza por Chiapas, Sami David y los estrategas de su equipo decidieron atacar a su opositor en un flanco que piensan les puede dar buenos dividendos el próximo 20 de agosto.
Aunque el PRI fue hace casi un mes el partido que obtuvo más votos en Chiapas, 43 por ciento, la suma de los sufragios de PAN, PRD y otros partidos superó al Revolucionario Institucional por casi 14 puntos. Si a esto sumamos que el alto abstencionismo (48 por ciento, el más alto del país) puede disminuir significativamente y que --apuntan los expertos en elecciones-- normalmente los abstencionistas que deciden sufragar lo hacen por la oposición, entonces el horizonte para el priísmo anuncia una derrota que puede ser contundente y catastrófica. De ahí que hayan decidido sacar del baúl de sus golpes bajos el factor religioso.
Chiapas es el estado con mayor porcentaje de población evangélica en el país. De acuerdo con el censo de 1990, 17 por ciento era protestante/evangélico en la entidad, mientras la media nacional alcanzó un porcentaje de 4.9, es decir, entre los chiapanecos ha sido mucho más fructífero el crecimiento de credos cristianos no católicos.
En las zonas indígenas de Chiapas, apunta la misma fuente, algunos municipios alcanzan entre 30 y 40 por ciento de evangélico(a)s. Un estudio privado que data de hace tres años estimó que en Chenalhó los evangélicos estaban muy cerca de llegar a 50 por ciento. Todavía no se publican cifras del último censo, pero calculamos que la población evangélica chiapaneca oscila entre 25 y 30 por ciento. Estimaciones de algunos líderes protestantes llegan a señalar que el porcentaje está alrededor de 40. Unas y otras cifras apuntan a una realidad incuestionable, que en términos religiosos la sociedad chiapaneca es diversa y la hegemonía de una fe hace mucho que dejó de ser inamovible. Quién sabe si los estrategas de Sami David tienen idea de esta pluralidad.
Parece que el candidato priísta, al lanzar como acusación la identificación de Pablo Salazar con la fe evangélica, se confundió de Altos. Nos explicamos: si Sami David estuviera compitiendo por ser presidente de un municipio de los Altos de Jalisco (en Jalisco los evangélicos apenas y rebasaron uno por ciento en 1990) tal vez su esfuerzo de presentarse ante su electorado como un ortodoxo católico que enfrenta al exótico evangélico tendría cierta lógica, pero enarbolar ese tópico en una entidad donde el cristianismo no católico ha alcanzado una dinámica de enraizamiento muy sólida es, me parece, estarle haciendo un favor a quien pretende denostar.
Los Altos de Jalisco no son los Altos de Chiapas; en estos últimos el evangelismo sigue creciendo, y si un buen sector de sus integrantes, por inercia y hasta por una intrepretación inmovilista de algunos pasajes bíblicos que se refieren a las autoridades, iban a sufragar por el priísmo en las elecciones para gobernador del 20 de agosto, ahora es altamente probable que le den su voto a un candidato que comparte su identidad religiosa. Simple y sencillamente porque al atacar Sami David a Salazar Mendiguchía por no ser católico también los está estigmatizando a ellos vía la desgastada acusación de ajenidad a la nación mexicana.
Sami David pierde apoyo político entre los evangélicos por razones religiosas, y su renovado y propagandizado catolicismo no es suficiente para volcar masivamente el voto de los católicos en su favor, en quienes pesan más los antecedentes desgobernadores y caciquiles del PRI en Chiapas que razones seudo-religiosas de último momento. A sus conocidas alquimias electorales que ha usado profusamente por décadas en territorio chiapaneco, suma ahora el PRI un recurso propio de regímenes mochos y oscurantistas.
Con sus declaraciones, Sami David ha desatado acciones de grupos católicos tradicionalistas como los que están lanzando amenazas de muerte contra indígenas de la Organización de Pueblos Evangélicos de los Altos de Chiapas. Esta agrupación decididamente apoya a Salazar por su proyecto político y trayectoria en defensa de los derechos indígenas, lo cual tiene molesto a San Sami, quien se comporta como inquisidor medieval.