MIERCOLES 26 DE JULIO DE 2000

Ť Políticos y ONG cuestionan los planes sobre una intervención en Colombia


Rechazan en Argentina presiones militares de EU

Stella Calloni Ť Políticos de distintos sectores y organismos humanitarios se aprestan a librar una batalla para evitar que el gobierno argentino se deje dominar por las presiones de Estados Unidos destinadas a involucrar fuerzas armadas locales en una intervención militar en Colombia, encubierta en una supuesta guerra contra las drogas, como el lunes mencionó un matutino de Buenos Aires.

Las presiones tienen larga data y están también relacionadas con los acuerdos de seguridad con Estados Unidos, firmados en forma bilateral a niveles de los Ministerios de Defensa e Interior por el anterior gobierno del ex presidente Carlos Menem. La política "de relaciones carnales", como las denominó el ex canciller, fue reconocida por Washington incorporando a Argentina como socio extra OTAN, lo que estuvo a punto de llevar al rompimiento del Mercado Común del Sur (Mercosur) en los últimos años del siglo pasado. El ex ministro del Interior Carlos Corach, fue considerado como "la cabeza de playa" de los sectores militaristas Estados Unidos, al ayudar a cerrar acuerdos regionales de seguridad, cuyo objetivo, según se denunció entonces, es "extender un dominio militar trazado por Washington dentro de las estimaciones de la llamada guerra de baja intensidad. Al oponerse a toda intervención argentina en estos planes, Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz 1980, dijo a La Jornada que "lamentablemente la legítima preocupación estadunidense por el consumo interno de drogas, ya que es el mayor consumidor del mundo, se resuelve con políticas temibles para la estabilidad y la democracia de los países latinoamericanos en su conjunto".

Sostuvo además que detrás de una supuesta lucha antidrogas se enmascara el "mayor proyecto de dominación regional. Ahora no hay límites para que se extienda gracias a la dictadura económica impuesta, mientras los grandes barones de la droga y los banqueros del lavado acumulan las ganancias y nuestros pueblos acumulan las muertes de los miserables". Recordó que "la cruenta invasión a Panamá en diciembre de 1989 se montó sobre el mismo esquema que ahora se argumenta para el caso colombiano. Pero tampoco hay fronteras porque una intervención a Colombia, significa la desestabilización de toda la zona", aduce.

Argentina habría encubierto la pasada década un envío de gendarmes (que actúan en el país como una virtual fuerza de despliegue rápido) para supuestamente cuidar su embajada en Colombia, pero que en realidad estarían cumpliendo misiones de observación, análisis del conflicto ligadas con la inteligencia militar, señaló también ayer el periódico Página/12.

Desde la 17 reunión de la Conferencia de Estados Americanos (CEA) realizada en Mar del Plata, Argentina, en 1987, Estados Unidos intentó agregar a sus planes generales como misión de las fuerzas armadas de la región la lucha contra el narcotráfico. Aunque hubo oposiciones a aquel proyecto, que tiene similitudes en su armado con lo que fue el Plan Cóndor en los años de las dictaduras en el Cono Sur, Washington avanzó fuertemente en toda la región. En junio pasado el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, Charles Wilhem, se reunió con miembros del gabinete argentino, entre ellos el ministro de Defensa Ricardo López Murphy. Además de advertir que el enemigo numero uno era el narcotráfico Wilhem elevó la apuesta: "los narcos colombianos pueden mudarse ahora al Cono Sur", dijo, con la evidente intención de asustar a sus oyentes. Hace sólo unos días el propio presidente De la Rúa advirtió que las fuerzas armadas argentinas no iban a involucarse en la lucha contra el narcotráfico.

Si tomara una medida en el sentido contrario, De la Rúa se vería enfrentado a un serio conflicto político interno, cuando trata de calmar un mar de protestas sociales en el país. De hecho, el reciente voto del gobierno argentino contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, provocó una debacle en la Alianza gobernante y severas críticas de todos los sectores. Heredero de una caótica situación eocnómico-social, De la Rúa se encuentra así nuevamente entre la espada y la pared, pero sabe que desde hace tiempo los argentinos han rechazado masivamente en las encuestas toda implicación del país en aventuras de guerras ajenas.