SABADO 29 DE JULIO DE 2000

 

Ť Luis González Souza Ť

Pluralismo creativo

Un México donde quepan todos los Méxicos. Tal vez esa es la brújula --de evidente factura zapatista-- que podría despejar el horizonte abierto por las históricas elecciones del 2 de julio. Todavía históricas, con letra minúscula. Con mayúscula... ya el pueblo dirá.

ƑCuántos Méxicos tenemos hoy? Tal vez la pregunta ofenda, porque hemos sido educados (sic) por mucho tiempo, y con todo tipo de triquiñuelas, bajo la doctrina del México-monolítico: el šViva México! como infalible sanador de fracturas, odios, regionalismos y hasta frecuentes guerras, abiertas o encubiertas.

Lo cierto es que sí hay muchos Méxicos, y más vale reconocerlo antes de que la diversidad se traduzca en balcanización. Pero, para alivio de los chovinistas, conviene insistir en que la diversidad es una bendición, ahí donde se la encauza de manera honesta y creativa.

Para empezar, desde siempre ha habido un México "blanco" y un México indígena. En lo económico, la tradicional distinción entre el México moderno y el México atrasado ya es obsoleta. Ahora habría que agregar, por lo menos, el México maquilador, el México casino, el México sobreviviente (pequeños empresarios), el México desahuciado (campo), el México virtual pero infaltable (economía informal), el México extranjerizado (grandes corporaciones dizque mexicanas) y hasta un México fraude (Fobaproa por delante, narcoeconomía por atrás). Y en lo político, para no extendernos, es evidente la obsolescencia de la división entre el Mé-xico liberal y el México conservador.

Como se desprende de ese catálogo mínimo, nuestra diversidad no ha sido bien encauzada. Hemos dejado que trans-curra como una diversidad destructiva. Y es que la falaz doctrina del México monolítico lo mismo atenta contra la diversidad cultural, que contra la cultura del pluralismo. Hoy, el panorama se oscurece aún más, si agregamos el cumulo de polarizaciones --incluso artificiales y magnificadas-- que ha desencadenado la contienda electoral del 2 de julio.

De ahí la importancia del reciente encuentro entre Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas. Para empezar, le quita piso a posturas fundamentalistas de ambos lados, a no ser que se insista en ser más papista que el Papa. Tendrán que guardar sus cuchillos quienes quisieran aprovechar su triunfo electoral para aniquilar al cardenismo y, de paso, instaurar un bipartidismo a la americana. Y también tendrán que hacerlo aquellos que, extrapolando la situación fraudulenta de 1988, tienden a reditar una oposición simplemente contestataria, misma que comienza al rehusar cualquier acercamiento a la Presidencia.
El encuentro Fox-Cárdenas alienta los valores del pluralismo, comenzando por el respeto y el reconocimiento del contrario. Asimismo, alienta la convicción de que el cardenismo es una fuerza indispensable para la salud democrática del país, e inclusive para su salud moral.

Ahora, el reto es impulsar el pluralismo en todos los ámbitos, y no sólo en el partidista. Y, enseguida, consolidarlo como un pluralismo creativo, en vez de paralizante o conflictivo. En pocas pala-bras, hablamos de un pluralismo que, con el respeto y el concurso de todos, pueda generar verdades más completas y decisiones más certeras.

Así como hay de pluralismos a pluralismos, también hay de obligaciones a obligaciones y de prioridades a prio-ridades. A pesar de ser el más viejo y el básico, nuestro pluralismo étnico y cultural todavía permanece asfixiado por tal o cual variante del racismo. Y eso, simplemente, no puede seguir así. De poco servirá mucho pluralismo electoral, y el número de alternancias gubernamentales que se nos ocurran, si seguimos despreciando nuestras raíces indígenas.

Por más que aplaudamos la construcción del nuevo México-de-la-alternancia, el edificio continuará desplomándose, una y otra vez, si insistimos en privarlo de sus pilares indios. Valiente pluralismo del que quedan fuera los arquitectos más primeros del país.

Indígenas zapatistas y Chiapas son el nombre y el lugar donde el pluralismo creativo hoy encuentra su desafío más concreto y principal. Gracias a ellos, ahora se extiende por todos lados el reclamo, no sólo de un México donde quepan todos los Méxicos, sino de "un mundo donde quepan muchos mundos". A pluralizar, pues, desde abajo y para siempre.