Hermetismo y puntadas, sellos de su equipo de comunicación
La prensa, marginada con Fox
Juan Manuel Venegas * Reporteros y reporteras se aseguran que el pasto de la ancha banqueta esté limpio, por lo menos que no haya excremento canino, para sentarse y esperar, horas y horas, a que aparezca por la residencia del futuro presidente de México algún funcionario, algún empresario, algún político o algún miembro de la jerarquía eclesiástica que dé nota.
No todos, por supuesto, se tiran en los pastos o en el duro concreto. Algunos, los más trajeados, prefieren aguantar de pie y caminan de un lado a otro. Se desesperan, lanzan maldiciones, se quejan del cambio que, por lo visto, no llega. Es lo mismo de siempre, lamentan.
Otros más se quedan en sus autos, pero son pocos, porque impedidos de estacionarse en un lugar cercano a la puerta de la casa 607 de Paseo de la Reforma, corren riesgo de perderse la declaración en vivo del personaje que entre o salga.
Así han corrido los últimos días de la vida de los reporteros de la fuente Vicente Fox, quien como candidato presidencial hablaba y hablaba, hasta tres y cuatro entrevistas banqueteras ųcomo se dice en el argotų ofrecía en un solo día. Pero los tiempos han cambiado, hoy el guanajuatense está a punto de ser declarado formalmente presidente electo de México y sus charlas con los reporteros pasaron a ser historia; hoy todo lo que hace y dice es "estrictamente privado", tal y como destacan los comunicados que con frecuencia redacta su vocera, Martha Sahagún.
En la espera, que ya se ha vuelto cotidiana para más de medio centenar de informadores, fotógrafos y camarógrafos se divierten y matan el tiempo tomando las imágenes que ellos creen más chuscas de sus compañeros y compañeras. Algunas de estas gráficas empiezan a ser ya parte central de las ediciones de los diarios y noticiarios televisivos. "No hay más aspectos qué tomar... ni modo que todo el tiempo esté pasando la imagen de las camionetas que entran o salen. šQué güeva!", comentó hace unos días un camarógrafo de una empresa de televisión por cable.
Y es que pocos son los visitantes o colaboradores de Fox que llegan a pie. šVaya!, ninguno de los peces gordos que interesan a la prensa ávida de buena información se atreven a cruzar, caminando, el enjambre reporteril. En sus camionetas entran y en ellas salen, siempre custodiados por sus guardaespaldas, si acaso saludan moviendo sus manos.
De vez en cuando hay suerte y así se ha podido entrevistar a gente como el dirigente del PAN, Luis Felipe Bravo Mena; al presidente de la Coparmex, Alberto Fernández Garza, y a uno que otro colaborador del equipo foxista, como Eduardo Sojo, Rodolfo Elizondo y Lino Korrodi, quienes, para beneplácito de la fuente, dan información y salvan el día.
šAy, Marthita, ya ni la haces!
Todo comenzó el lunes 3 de julio, cuando México entero amaneció con la histórica noticia: el PRI perdió la Presidencia de la República; un (neo)panista gobernará el país los próximos seis años. Y Vicente Fox jaló, obligadamente, a los medios de comunicación, que lo empezaron a seguir adonde iba.
No hay diferencia, a decir verdad, con lo que ocurría antes. En la historia reciente, se recordará que Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, los últimos presidentes egresados del tricolor, también fueron acosados por periodistas. Y los reporteros que cubrieron sus actividades, tal y como ocurre ahora, debieron hacer guardias.
Lo malo ahora, lo criticable pues, es que Fox Quesada ofreció un cambio, una política de comunicación distinta, una nueva y moderna relación con los medios. Pero no, nada ha cambiado. Sólo las formas de hacer (o deshacer, como se quiera ver) política de comunicación social.
No ha habido, como lo ofreció Fox siendo candidato, fluidez en la información; sus colaboradores de prensa poco o nada informan de los acuerdos, planes y proyectos del futuro gobierno y a veces hasta se pretende ocultar qué hace o con quién se reúne el próximo mandatario del país.
Los reporteros dicen que Sahagún y su gente "naufragan en la incompetencia". Casi todos coinciden en que "ni un boletín saben redactar".
Eso es lo que se dice y la vocera foxista poco hace por enmendar; últimamente, en lugar de elaborar comunicados que cumplan con su función de informar, le ha dado por grabar algún comentario suelto de Fox sobre sus diversas reuniones.
Eso es lo único que se reproduce en el papel; eso es lo único que se ofrece a los medios. Con eso se pretende satisfacer el ansia de los reporteros quienes, en el autoconsuelo, se conforman comentando unos a otros: "lo bueno dentro de todo es que estamos cubriendo al gobierno de la transición".
Pero lo que sí no perdonan es la puntada de Martha Sahagún de grabar a Fox para evitar ofrecer información, aunque sea en un comunicado. "šAy, Marthita, ya ni la haces!", se quejan, mientras buscan un pastito donde sentarse y ver pasar horas y horas.