SABADO 29 DE JULIO DE 2000
Ť La Santísima Trinidad del Reggae descendió en forma de paloma, pero pagana
Jornada de música caribeña acendrada en Cancún
Pablo Espinosa, enviado, Cancún, QR, 28 de julio Ť La Santísima Trinidad del Reggae se ha transfigurado. Si proverbialmente -lo dicen los salmos a Jah- ha estado enaltecida por esa tríada hierática formada por Bob Marley, Peter Tosh y Jimmy Cliff, este último icono viviente parece actualmente compartir, o bien ser desplazado en tiempos quebrados, por su serenísima alteza sudafricana Lucky Dube, quien la noche de este jueves tocó por vez primera tierra americana y puso a las estrellas a girar vertiginosamente poseídas por la magia devastadora de su música.
Concierto histórico por donde quiera que se le vea y se le oiga, el maratón de seis horas de reggae, que constituyó el punto más intenso del Festival Caribe 2000, condensó una cantidad de energía tan colosal que bien harían los asesores de la transición, de curricula de calidad total, en considerar más conciertos como éstos, así podría evitarse la inminencia de la privatización de la industria energética nacional. šQué bruto, cuánta adrenalina en tan poco tiempo derramada! Otra manera de ponerlo: se conjuntó en seis horas la música de mayor calidad que existe actualmente en el planeta en el género reggae, en una combinación insólita, nunca antes vista ni escuchada.
Para empezar, la presencia de Lucky
Dube, una leyenda hasta ahora sólo conocida por sus discos, la expresión de una música que nació en el Caribe, con raíces en Africa, producida en rebotes de aldea global en la mismísima cuna de la música primaria. Además, la expresión más acabada de una vía sonora de la rebelión social: Lucky Dube hizo su sonoridad reggae en Sudáfrica desde niño y desde la
clandestinidad, pues era música prohibida en esa tierra, y con amenazas de cárcel e incluso muerte contribuyó a una revolución entera, fue uno de los pilares del mensaje libertario de Nelson Mandela.
Regalo de los dioses desde Babilonia
Lucky Dube apostó por el reggae, ''una música difícil por desconocida en Sudáfrica, perseguida y todavía nada popular", por su contenido social, y ganó. Hoy,
dice aquí en Cancún el maestro Dube, esa fuerza contestataria sigue: antes criticaba al gobierno sudafricano de los blancos pero hoy el nuevo gobierno no se salva de su espíritu crítico. Empero, asume, ''mi música no trata de blancos y de negros. Trata acerca de la verdad".
El cartel ''Noche de reggae bajo las estrellas" incluyó otra variante del reggae planetario, personificado en la apuesta del grupo Inner Circle, integrado por jamaiquinos residentes en Miami (fenómeno que ocurre con el reggae siguiendo
el rumbo de lo que sucede con la gran música cubana que se sigue haciendo en esa nueva Babel latina). Una música, la de Inner Circle, representativa de la avanzada comercializada del reggae, cuyos exponentes más nefastos son los UB40. Un reggae light, contaminado por el consumo, pero de calidad.
El programa resultó inmejorable con la presencia de uno de los constructores del reggae: el patriarca, pionero, hermano mayor de Tosh y Marley, el prodigioso Jimmy Cliff, quien cerró un programa epopéyico, intensísimo, único e irrepetible. Un regalo de los dioses desde la mítica Babilonia.
Dedicado el sitio estelar a Cliff, lo mejor del concierto empero sucedió al principio, pues si bien Lucky Dube fue asignado como abridor, telonero, la novatada operó al revés para quien dispuso este orden al bat (el concierto ocurrió, curiosamente, en el estadio de beisbol cancunense) pues la
presencia escénica, la magia pero sobre todo la inconmensurable calidad de la música del sudafricano puso la adrenalina a 120 grados centígrados, los cometas a girar estupefactos y el nivel del concierto inalcanzable para los siguientes grupos en el orden programado. Ni los trucos de Inner Circle ni la inegable calidad de Cliff superaron el portento de Lucky Dube en escena.
Seis horas de beat mágico y misterioso
Desde la primera pieza ejecutada, era abrumadora la victoria del sudafricano, cuya banda, a pesar de que, dijo en el micrófono Dube, era una versión portátil de su orquestón usual, sigue una configuración formal y estilística en el más puro estilo Bob Marley: metales, guitarra solista y un coro de tres negras tan graciosas, danzarinas y virtuosas como las de Marley y un bajo activado por un chavo chaparrito que sostenía el mundo entero sobre sus espaldas. Canta el coro una estrofa, ''cause I'm rolling stone'' y secunda Dube haciendo girar las largas trensas delgadas, medio metro de dread locks estilizados que le colgaban hasta la cintura y la magia se cumple, entonan coro y Dube una estrofa de Bob Dylan, knock knock knocking on heaven's door, y el placer se agiganta, canta Dube y hace corear al público embelesado una estrofa en zulú y esto, señores, es una apoteosis de placeres estupefacientes.
Seis horas del beat mágico y misterioso, esa sencilla estructura rítmica del reggae que emerge desde el bajo y que hipnotiza, eleva, rinde epifanías. De repente todo calla y queda entre la penumbra tan sólo el beat del bajo, a volúmenes inimaginables, y por encima, levemente, los timbales dejan caer como caricias notas percutidas en tonos increíblemente graves y uno puede
cerrar los ojos y de pronto estar en otro tiempo, otro lugar. El tiempo no se detiene, sencillamente no existe.
Seis horas de reggae, seis horas de orgasmos colectivos, un maratón de éxtasis coronado por la música perfecta de Jimmy Cliff, que da altibajos inimaginados, por igual piezas light que complicaciones técnicas tan prodigiosas como el ashé, ese invento de los jamaiquinos en general y de Cliff en particular que amalgama, alquimia religiosa, la magia de la música samba con la magia de la música jamaiquina, magia negra sobre magia negra, tiempos quebrados, paraísos construidos.
Seis horas del mejor reggae que existe hoy día sobre el planeta Tierra, una
jornada de música caribeña acendrada. Al final del concierto, cerca de las tres de la mañana, la Santísima Trinidad del Reggae ha tomado de nuevo su configuración histórica: siempre ha habido un músico superior al pionero Jimmy Cliff, en su momento lo fueron Bob Marley, quien murió joven y bello de cáncer en el cerebro y luego Peter Tosh, quien fue asesinado en Kingston para resucitar en Sudáfrica y ayudar a Mandela a hacer una revolución y ese transplante de almas se ha transfigurado en la persona, afortunada como su mote, de Lucky Dube, este Peter Tosh sudafricano.
La Santísima Trinidad del Reggae ha descendido en forma de paloma y es
pagana.