DOMINGO 30 DE JULIO DE 2000
* Bárbara Jacobs *
Mujer inacabada
La otra tarde, en un momento de angst bastante crítico, de pronto me calmé definiéndome como una mujer inacabada. Si el adjetivo hubiera sido mío, haber dado con él en relación a cómo me sentía habría bastado para sacarme del angst e instalarme en la gloria, o cerca. Pero era, como se recordará, de Lillian Hellman. Y se lo aplicó a sí misma a los setentaitantos años, a la hora terrible de recapitular para plasmar las conclusiones en una autobiografía, o unas memorias que, en todo caso, hicieron las veces de autobiografía, revisión final, drama, ay. Y no es mi caso, o toco madera y espero, dedos cruzados, que no lo sea todavía. Sin embargo, inacabada es lo que percibí ser y estar en aquel paréntesis crítico, por más que, no puedo ocultarlo, por dramática y, sobre todo, inadecuada que fuera al aplicármela a sí misma, la definición me cuadrara y, de paso, me calmara. ƑCuál era el gato encerrado?
Es más, con la explicación de esta frase, mujer inacabada, termina Hellman ese tomo de su vida. Dice: "Lo que quiero decir es que dejé demasiado de mí misma sin terminar, porque desperdicié demasiado tiempo". En sí, va cargada de intranquilidad; más, si advertimos que no usa el mucho, que como quiera que sea no es tanto, sino el demasiado: que, no hay vuelta que darle, implica exceso, es decir, callejón sin salida; es decir, no hay nada que hacer, pues es tarde, es decir, demasiado tarde, para hacerlo. Suena claramente a final, Ƒno? Y no es mi caso; por más inacabada que insista en considerarme, no me siento tan final. Definirme inacabada me calma, y no sé todavía por qué; pero acabar inacabada sencillamente acabaría conmigo al grado de impedirme explicarlo en unas memorias a los setentaitantos años; acabaría conmigo antes, es más, habría acabado ya. De hecho, no sé como hizo Hellman para explicarlo, pero es tarde para preguntárselo; demasiado tarde.
ƑPor qué me calmó aplicarme el término de mujer inacabada? Para decirlo de una vez, porque para mí inacabada tiene un matiz que hace toda la diferencia. Es cierto que comparto con Lillian Hellman la angustia por el tiempo; pero, a diferencia de ella, que al final de su vida siente que lo desperdició, yo, en esta etapa de la mía, supongo que, si lo cuido, no lo habré desperdiciado. Claro: se dice fácil, eso de "cuidar el tiempo", cuando yo sé que los grandes filósofos, tanto de la Antigüedad como de más cerca de nuestros días, se la pasan entre discusiones y estrategias alrededor de ese viejo y simple tema de qué es el tiempo y cómo cuidarlo. Ahora bien, qué es, no lo sé, o si lo he sabido, de momento ya se me olvidó; pero, en cuanto a qué hacer para protegerlo y usarlo lo mejor que se pueda, a mí me da por recurrir a que se logra lejos del mundanal ruido.
Siempre me estoy imaginando en ésas. En un retiro, en un entorno idílico, pero trabajando. Esto último me salva de que se me señale como egoísta, huraña, y, en última instancia, de los que odian a la humanidad, término que se me acaba de escapar. ƑCómo se llaman? La cosa es que si huyo, pero a trabajar, sigo en armonía, y por lo tanto, al sentirme inacabada pero con perspectivas, huí en mi imaginación a estos retiros que digo. En ellos, por cierto, me acompaña gente como Séneca, que dice que las empresas importantes del hombre se hacen en el retiro, y también gente como Horacio (el latino), Rousseau y Chejov, que, cada uno a su modo, ha cristalizado el retiro idílico, todos, en el campo, unos con fuentes, otros con un pequeño bosque, todos, con luz; alguno con vaca y lancha, o con huerto, o con colmenar. La verdad, yo en una montaña, pero con una buena vista del mar, tendría; si lo oyera, mejor. Lejos, sí, del mundanal ruido; sí; lejos: pero trabajando, con una empresa o proyecto o deseo o idea o plan delante de mí; inacabada, sí; pero, mientras quiera trabajar y tenga en qué, con todo el tiempo delante de mí; porque el matiz que da sentido a inacabada por lo que hace a mí es que significa en formación, eso es: soy una mujer, de esta edad o de la de más cerca del final, en formación; nunca acabada; nunca definible de otra forma que inacabada o, lo que es lo mismo, en formación. Estado bálsamo, si los hay. Y permanente.