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México, D.F. domingo 30 de julio de 2000
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Editorial

ESPAÑA: BARBARIE VS CEGUERA

SOL Los integrantes de la banda terrorista ETA han realizado nueve atentados en el País Vasco y en otras partes del Estado español en los últimos 17 días. El último costó la vida al ex gobernador civil de Guipúzcoa, el socialista Juan María Jáuregui, quien residía en Chile y estaba en Euzkadi de vacaciones. La víctima había estado preso durante la dictadura franquista por protestar y manifestar contra el proceso de Burgos, dirigido contra los militantes de ETA y, como funcionario, había trabajado en pro de la distensión entre los vascos. Este crimen incalificable, contra un hombre que ni siquiera ocupaba cargos en un partido o en el Estado, se une a la extensión del terrorismo indiscriminado a todo el territorio español, en Madrid, Vizcaya, Málaga o Zaragoza, con coches bombas o con asesinatos de dirigentes locales socialistas o del Partido Popular. El temor en el País Vasco aumenta, al igual que la inseguridad en las otras regiones del Estado español, ya que nadie, ni siquiera los millones de turistas que en estos meses llenan cada rincón de la península, está a salvo de ser involucrado en un atentado.

La táctica criminal de ETA consiste en buscar obligar al Estado central a discutir las condiciones planteadas por la organización y, al mismo tiempo, golpear a la fracción mayoritaria y moderada del nacionalismo vasco: Partido Nacional Vasco y Eusko Alkartasuna, que controlan el gobierno local- para quedar como único representante del nacionalismo, incluso a costa del crecimiento de los "españolistas" y de la gran pérdida de influencia del mismo Euskal Herritarrok (ex Herri Batasuna, orga- nización política radical vasca). Esta lógica de la radicalización extrema del conflicto, al margen de toda preocupación política y social y considerando a todos los habitantes de la península como rehenes, expresa también la separación creciente entre los grupos profesionales de terroristas y los nacionalistas políticos, lo cual podría llevar a una larguísima serie de atentados, ya que es posible sostener, con la extorsión o incluso con apoyos financieros provocadores, una banda de pocas decenas de fanáticos y hacer que la misma siembre el terror en todas partes.

Desgraciadamente, a esta lógica criminal se oponen la ceguera y la insensibilidad del Estado, el cual cree poder terminar con el terrorismo utilizando sólo el aparato policial cuando así sólo lo perpetúa y agrava, como se vio durante el gobierno de Felipe González, que no sólo cerró el camino a la negociación política sino que también recurrió al asesinato y al terrorismo de Estado. El Partido Popular parece, en efecto, querer reducir al mínimo el nacionalismo vasco (PNV, EA, movimientos y partidos legales incluidos) utilizando el repudio al terrorismo de los etarras y parece apostar -a costa de decenas de muertos y de atentados- a la carta absurda del agotamiento de ETA, debido a su aislamiento incluso del ala extrema política del nacionalismo independentista vasco. Esta verdadera locura se contrapone a las decisiones del gobierno inglés en el caso del Ulster y del francés en el de Córcega, que muestran que la vía política es más humana y menos costosa. Si se quiere aislar a ETA, el Estado debe realizar pasos que demuestren una voluntad de diálogo y le quiten justificación política y militantes al terrorismo. Si alguien debe demostrar cordura es quien dice hablar en nombre de las leyes y de la democracia. El retorno al franquismo en el País Vasco no es una solución y equivale a derramar gasolina sobre el fuego simulando querer apagarlo.


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