MARTES 5 DE SEPTIEMBRE DE 2000

* Manifestaciones frente a Palacio Nacional contra el ex director del Renave


Ninguna mención a Cavallo en la reunión entre Zedillo y De la Rúa

* El presidente argentino agradeció a México su apoyo ''en tiempos difíciles de persecución''

Rosa Elvira Vargas * Fernando de la Rúa, presidente de Argentina, llegó ayer a México con ostensible demora. Y nada dijo del tema que tanta expectativa había despertado antes de su llegada: la aprehensión de Ricardo Miguel Cavallo.

Quienes llegaron de gran gala a Palacio Nacional para asistir a la cena que se sirvió a la comitiva argentina, se encontraron a su paso frente al Zócalo con aquellos otros que se convocaron solos y que acudieron para, con sus mantas, sus gritos y su dolor, patentizar que el ex militar acusado de tortura debe ser enviado a España, donde se le juzgaría por genocidio.

Pero el ex jefe de Gobierno de Buenos Aires y su anfitrión, Ernesto Zedillo, dieron la espalda al espinoso asunto.

No obstante, antes de atender a los invitados en el Salón de la Tesorería, ambos presidentes se dieron tiempo para sostener una larga, extensa conversación privada en la que, por la parte mexicana, participaron la canciller Rosario Green Macías, el secretario de Comercio y Fomento Industrial, Herminio Blanco Mendoza, y el embajador en Argentina, Genovevo Figueroa Zamudio.

El comandante de la Armada no realizó el viaje

Todos ellos, y por supuesto los funcionarios argentinos, son protagonistas en diverso grado del caso Cavallo. Aunque se especuló que en la comitiva visitante sería incluido el almirante Joaquín Stella, comandante de la Armada argentina, de quien se hubiera esperado una expresión de solidaridad para con el ex director del Registro Nacional de Vehículos (Renave) y también su ex compañero de arma preso en esta capital, éste no vino. Sólo un edecán militar de la casa presidencial apareció entre los acompañantes del presidente De la Rúa.

Algunos de los periodistas recién llegados a México comentaron que el caso de Ricardo Miguel Cavallo sigue siendo ''tema de tapa'' en su país, aunque en los últimos días el escándalo suscitado en el Senado de esa nación del Cono Sur por los sobornos que habrían recibido algunos de sus miembros para ''ceder'' su voto aprobatorio hacia algunas leyes, ha acaparado los reflectores y las primeras planas.

''El asunto es que se tiene a los sobornados, pero hasta ahora no se sabe quién fue el que sobornó; eso no ha salido todavía'', comentó un comunicador de larga trayectoria en la vida política de su país. Pero eso, subrayó, es la comidilla, aunque todavía hoy ųlunesų Página 12 dedica toda su contraportada al ex militar acusado de genocidio.

Ya en la cena, De la Rúa habló más de media hora. Fue el suyo un mensaje evocativo, de un tono intimista, profundamente laudatorio hacia su anfitrión, Ernesto Zedillo, y sólo a punto del final, cuando agradecía lo mucho que, dijo, este país ha dado al suyo, dedicó una sola frase a lo que tanto significa para muchos: Tengo, dijo, ''un profundo reconocimiento porque México abrió sus puertas y acogió a tantos argentinos en los tiempos difíciles de la persecución''.

Reconocimiento a la Universidad Nacional

Haría apenas otra leve alusión a sus compatriotas llegados a México en la década de los 70, y todavía principios de los 80, cuando apuntó: ''Nosotros, admiramos la Universidad Nacional Autónoma de México, que también recogió a tantos argentinos en sus aulas y en sus cátedras...''. Pero nada más.

A cambio, Zedillo y De la Rúa pusieron gran énfasis en revelar que su encuentro de momentos antes había versado sobre el gran rezago que acusan ambos países en sus términos e instrumentos de intercambio comercial y que apenas significa unos 500 millones de dólares anuales, lo que es nada frente a los 160 mil millones de dólares que México exportó en el último año.

El mandatario mexicano resaltó, por su parte, que las dos naciones cuentan con un sólido andamiaje jurídico formado por más de 90 acuerdos que regulan e impulsan su colaboración en todos los campos.

Indicó también que los mexicanos han procurado con la nación sudamericana un diálogo respetuoso, franco y constante, y han buscado ampliar los vínculos productivos y de cooperación y acentuado las coincidencias y los intereses y aspiraciones comunes.

''Ha sido muy satisfactorio constatar ųresaltó Zedilloų que hoy nuestros lazos diplomáticos son más fuertes que nunca; que compartimos posiciones similares sobre muchos asuntos internacionales, y que nuestros programas de intercambio educativo, científico y cultural son más extensos y más intensos''.

Pero con todo, y siempre reiterativo en el tema económico, el mandatario mexicano habló de sus coincidencias con De la Rúa respecto a que ''el enorme potencial de complementación económica de nuestros países, los vínculos hasta ahora existentes son insuficientes'', y deben acrecentarse significativamente ''en el futuro cercano''.

Zedillo hizo enseguida un detallado recuento de los acuerdos comerciales que tiene México, con el fin de ilustrar el impulso que su administración dio a su inserción en el mundo globalizado.

Sin embargo, dijo que en su conversación de momentos antes, todo aquello que había acordado con De la Rúa en Cartagena de Indias ųapenas en junio de este añoų, con el fin de impulsar el comercio bilateral, ''no es suficiente''.

Por ello, dijo que el acuerdo adoptado en ese sentido, y que en breve se discutirá y negociará con el fin de concluirlo pronto, debiera ser visto por ambos gobiernos como un paso intermedio hacia lo que debe ser una relación de libre comercio.

Fernando de la Rúa se fue por la misma vía y subrayó el ''grave déficit'' que México y Argentina tienen en el impulso de acuerdos que potencien su relación.

Apuntó entonces que los países y las sociedades se ven obligados a integrarse, porque el aislamiento abre el riesgo de quedar al margen de la historia.

Emoción por Libertad Lamarque

Hizo un largo repaso de las cosas que vinculan y hacen sentirse cercanos a mexicanos y argentinos, pero dedicó, eso sí, capítulo especial a su alegría de ''encontrar a quien trajo la voz y el sentimiento de Buenos Aires a México, y que después nos llegaba en las películas del cine mexicano como una gran embajadora, nuestra querida Libertad Lamarque, que nos ha emocionado encontrarla aquí...''

No faltaron las figuras emblemáticas: Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Alfonso Reyes. Se evocó a Benito Juárez, al general San Martín, y así De la Rúa fue tejiendo un discurso de lecciones, historia y cultura y que con fineza hilaba a escenarios actuales, como cuando dijo que ''los gobernantes no siempre podemos esperar el beneficio de los aportes intelectuales. A veces debemos insertarnos casi apresuradamente en los nuevos escenarios donde se desarrollan los acontecimientos''.

Quisiera, apuntó, que esos nuevos escenarios ''nos encuentren a mexicanos y argentinos cada vez más unidos...''

Eran las 20:12, cuando De la Rúa entró al Patio de Honor de Palacio Nacional. Apenas media hora antes, su avión había aterrizado en el Hangar Presidencial. Llegó demorado, fue evidente.