DOMINGO 10 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 


Ť Antonio Gershenson Ť

Precios petroleros: la revisión oficial

La mezcla mexicana de exportación ya anda en los 30 dólares por barril. Pero se citan declaraciones que anticipan una previsión oficial del precio del crudo mexicano de exportación de 16 a 18 dólares para el año próximo.

Si estas previsiones oficiales se confirman en los documentos que deberá recibir el Congreso en diciembre, van a contener otro de los grandes y sistemáticos errores en esas previsiones. Siempre ha habido fluctuaciones de corto plazo en los precios, y siempre, si consideramos cotizaciones promedio mensuales, y con mayor razón anuales, éstas obedecen a causas bien claras.

Hay, sí, elementos de corto plazo en los actuales niveles del precio. Pero hay causas de más fondo que impiden su desplome, que sería la única forma en que éstos pudieran dar lugar a resultados tan bajos como los de la anunciada previsión. En efecto, nadie espera una caída de aquí a fin de año y principios del próximo. Entre las razones de corto plazo que determinan que hoy los precios estén en su nivel nominal más alto desde el conflicto del Pérsico está la gran demanda para la cual la oferta es insuficiente. En lo inmediato, las refinerías se han concentrado en la producción de gasolina para surtir la demanda adicional de las vacaciones de verano en el hemisferio norte. No han podido, entonces, tener una reserva para los combustibles de calefacción para el invierno, cuya producción debe empezar ya por los tiempos de traslado y refinación. Aunque las cotizaciones bajen cuando la OPEP y luego los otros productores aumenten su producción, esto sólo puede dar lugar a una baja modesta y no muy larga. Por un lado, son pocos los países que tienen capacidad inmediata de aumentar su producción. Por otro, el incremento de la demanda, que va a crecer por lo menos hasta el invierno, es tal, que pese a un aumento en la producción exportable, que ha sido de unos 3 millones de barriles diarios en lo que va del año, los precios están más altos que cuado empezó el 2000.

Es entonces difícil que la mezcla mexicana de exportación acabe el año con precios muy inferiores a los actuales. Esto vale también para enero, generalmente el mes más frío. Si el precio promedio de esta mezcla fuera de 28 dólares por barril en ese mes, la cotización tendría que desplomarse hasta 8 dólares de manera uniforme a lo largo del año, para un precio promedio de 18 dólares, ya no digamos de 16. Esto es imposible, no sólo por la creciente demanda.

La principal causa, la de más largo plazo dentro del análisis de estos momentos, es el hecho de que lo que prevalece, para el precio, es el acuerdo entre los productores principales de no permitir que el crudo suba ni baje demasiado. Si el precio desciende, se volverá a reducir la producción para hacerlo subir. No hay nada que permita suponer que esto va a variar en el plazo que afecta a este pronóstico.

Considerando más en detalle las actuales tendencias, sería mucho más realista pronosticar un rango de 16 a 18 dólares por barril, que uno de 23.50 a 25.50 dólares para la mezcla mexicana. Si sólo fuera como una previsión presupuestal, y se tomara como una reserva para que sobre dinero de las exportaciones petroleras por si las cosas se ponen difíciles en otro terreno de la economía, el asunto no sería grave. Pero si se deja tal y como está la Ley de Ingresos de la Federación, para el año próximo Pemex tendrá que pagar de impuestos, como ahora sucede, más dinero que el que recibe. Además de los derechos que paga por extracción de hidrocarburos, que suman casi 80 por ciento del valor de exportación de lo que extrae (se exporte el petróleo o no), tendrá que liquidar, por "aprovechamiento sobre rendimientos excedentes", 39.2 por ciento del valor derivado del excedente del precio por encima del supuesto oficial, que puede llegar a 8 o 10 dólares con las previsiones que se han anunciado. Este dineral, además, como no está en el presupuesto, tampoco tiene hasta hoy mecanismos de control: aunque la Cámara logró en principio que 40 por ciento del excedente se destine a un fondo de reserva petrolera, no está definido a qué se deberá destinar el mismo.

Si no se modifica drásticamente la previsión oficial frente a los anuncios, la única forma de evitar otro año con Pemex estrangulado económicamente es suprimiendo el citado aprovechamiento, lo cual no afectaría al presupuesto, pues oficialmente no se cuenta con ese dinero.