DOMINGO 10 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť José Agustín Ortiz Pinchetti Ť
ƑLiberales o reaccionarios?
el presidente Zedillo en su "reflexión" final se proclamó liberal tanto en el terreno económico como en el político. Ningún presidente ni secretario de Estado, ningún miembro destacado de la nomenklatura, se había atrevido a un reconocimiento semejante. Se necesita ser muy valiente para confesar su adhesión a un modelo que seguido en forma más o menos vergonzante, a partir de 1985 pretendió llevar al país por el camino de la modernización.
Es un atrevimiento pues el liberalismo rompe con la ideología de la Revolución Mexicana, es decir, del partido al que todavía pertenece. También lo es por los resultados de la aplicación del modelo. No podemos descartar algunos logros como la disciplina financiera o la reorientación de la economía mexicana hacia el exterior, pero en todo lo demás los saldos apuntan a lo negativo.
Después de 20 años de experiencia, si nos atenemos a las cifras que proporcionan las agencias oficiales o a las investigaciones independientes, no cabe duda de que se ha reducido a cero el crecimiento económico, se ha concentrado la riqueza, se ha reducido el bienestar, se han impuesto sufrimientos innecesarios y brutales a una buena parte de la población. La supuesta modernización económica ha tenido efectos negativos y profundos sobre la determinación y la cohesión social en México.
Las políticas sociales compensadoras han sido insuficientes. "Los logros en las políticas llamadas macroeconómicas son endebles y no tienen una contrapartida de políticas de equidad. La polarización y la exclusión social se han acentuado. Los grados de deterioro socioeconómico apuntan hacia 'un alto potencial de conflicto'".
El Presidente debería preguntarse por qué el credo liberal, que tiene una raigambre profunda en la historia de México, ha tenido tan malos efectos en la realidad contemporánea. Empezaría por describir las contradicciones del modelo aplicado "a la mexicana". Mientras que los liberales auténticos asignan al mercado el papel de rector de la economía, lo que en realidad ha sucedido en la versión nativa es que se ha privilegiado al capitalismo. Fernand Braudel, el gran historiador francés, penetró sobre la contradicción inevitable entre la economía de mercado y el capitalismo. El mercado es un mecanismo socializador. Una puerta abierta que hace la interconexión entre productores y consumidores, crea redes de intercambio social, cultural y hasta civilizatorio. El capitalismo es el enemigo de la economía de mercado. Destruye las relaciones de productores, comerciantes y consumidores. Induce las conductas, impone un sesgo favorable del fenómeno económico a favor de unos cuantos, utiliza su información privilegiadas y sus vínculos políticos, crea sistemas monopólicos y oligopólicos que terminan por nulificar al mercado con efectos tan dañinos como los que produce el Estado al operar en una economía centralmente planificada.
En México, los neoliberales han permitido el surgimiento de un capitalismo voraz orientado a grandes ganancias antisociales. Han favorecido las estructuras concentratorias. Como era de esperarse, su capitalismo ha tenido como resultado inevitable la acumulación de ganancias a favor de muy pocos beneficiarios, fenómeno acompañado por un inaudito crecimiento de la corrupción, garantizada por un sistema de impunidades y de complicidades entre el poder público y los grupos. La desigualdad creciente no sólo abarca los ingresos y la riqueza, sino las oportunidades, y limita severamente la posibilidad de recuperación y hasta la viabilidad del proyecto nacional.
Los neoliberables desconocen la historia de México. Le rinden homenaje a la vertiente liberal pero olvidan todas las demás. Han dado por superado el proyecto de la Revolución Mexicana cuando éste se incumplió y se abandonó. Su propuesta es una huida hacia adelante, al fracasar han creado un peligroso vacío ideológico.
Las figuras más conspicuas del grupo neoliberal se educaron en universidades estadunidenses y absorbieron los dogmas de renacimiento de la economía clásica como una doctrina de redención. Han cometido el grave error de relativizar la soberanía de la nación e identificar el progreso con la integración de México a la economía y la cultura de Estados Unidos.
Hay que concederle al doctor Zedillo un mérito grande, su liberalismo político: abrió las puertas de la alternancia. En realidad el modelo neoliberal es insostenible en una estructura democrática. Las masas de trabajadores y la clase media en elecciones libres y justas le hubieran negado el voto a un partido que ha impuesto una doctrina tan abiertamente opuesta a sus intereses. Al menos hasta 1997, el neoliberalismo funcionó porque el Presidente pudo ejercer una potestad absoluta sobre el Poder Legislativo. El pecado del PRI no ha estado en su neoliberalismo, teoría en la que una abrumadora mayoría de priístas nunca creyeron, sino en someterse a una política impopular simplemente por disciplina ante el monarca.
Hoy está agotado el sistema neotlatoani y el monarca se ha transformado en un simple presidente de la República, sujeto a las presiones de una sociedad ávida de cambios, y a los poderes Legislativo y Judicial, que están estrenando su independencia. Está ante nosotros y ante Fox una revolución en las expectativas.