DOMINGO 10 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Fracasó la política de Zedillo en el rubro: Canacintra
Cayó 40% la producción de la petroquímica en este sexenio
Ť Las importaciones del sector ascenderían este año a 6 mil mdd
Humberto Ortiz Moreno Ť La política para la industria petroquímica del gobierno del presidente Ernesto Zedillo fue un fracaso, consideró la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra). La actual administración, aseveró, dejará un grave daño a la economía nacional al derrumbarse en más de 40 por ciento la producción del ramo y obligar con ello a las empresas, por el abandono de los complejos que desde hace 41 años garantizaban el suministro de productos al aparato productivo mexicano, a realizar importaciones crecientes que en este año llegarían a 6 mil millones de dólares.
En un documento entregado al equipo de transición de Vicente Fox, el organismo previno: si el gabinete foxista decide vender las plantas de Pemex con sus actuales problemas técnicos, administrativos y políticos, sin descontar los pasivos ecológicos que arrastra, asumirá un "problema mayúsculo a resolver y simplemente cambiaría un monopolio estatal por otro privado con mayor poder económico".
Por lo tanto, demandaron que antes de pensar en modificaciones constitucionales para privatizar la petroquímica, la administración foxista que arranca el primero de diciembre próximo debe avanzar en la estructuración de Petróleos Mexicanos (Pemex) como una verdadera empresa que sea capaz de competir dentro y fuera del país, pero ya "sin las ataduras que le impone su enorme entrelazamiento con las diversas secretarías de Estado".
Resultado negativo
El Instituto Mexicano de Ejecutivo de Finanzas (IMEF) observa también un negativo resultado sexenal de Pemex en el balance de sus organismos subsidiarios, generado particularmente por la gravación excesiva de sus actividades.
Considera que con la exclusión de particulares en este sector, existen amplios márgenes de discrecionalidad en la conducción de la empresa que han dado lugar a un manejo arbitrario e ilimitado de los recursos petroleros y de las políticas que norman su desarrollo, "ya que se ha alejado a la entidad pública de los principios de eficiencia, productividad y equilibrio financiero al sujetarla a un particular régimen fiscal, del cual debe liberarla el próximo gobierno".
La petroquímica de Pemex está sujeta a cuatro impuestos, a saber: sobre Rendimientos Petroleros (35 por ciento); Derechos sobre Hidrocarburos (60.8), Especial sobre Producción y Servicios (que define Hacienda mensualmente conforme a "los elementos que integran el margen comercial"), y al Valor Agregado (15).
Además, el Grupo Pemex debe retener y enterar el impuesto sobre la renta, así como presentar declaraciones informativas trimestrales y anuales; pagar el predial a los municipios donde se ubican sus bienes, y el gravamen sobre nóminas a los gobiernos de 22 entidades federativas. Así, refiere el IMEF, no obstante el rendimiento obtenido por la industria petrolera en el ejercicio 1999, muestra una pérdida neta de mil 437 millones de pesos, equivalente a 150 millones de dólares.
En una propuesta dirigida al equipo de transición, los aproximadamente 5 mil empresarios pequeños y medianos agremiados en la Sección de Petroquímica de la Canacintra plantearon que, en una verdadera libertad de mercado, el gobierno entrante debe obligar a la paraestatal a seguir produciendo petroquímicos, mientras se promueve la inversión privada para competir con la división petroquímica en igualdad de circunstancias.
De otro modo, si no se amortiguan posibles abusos de los proveedores internacionales y se permite un mejor ejercicio del libre mercado a las industrias pequeñas y medianas, una gran parte de las fábricas mexicanas tenderá a desaparecer.
El análisis de la citada sección establece que a partir de la expedición de la Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional en materia de petróleo y petroquímica de 1959, el gobierno había establecido un compromiso para abastecer en condiciones competitivas los productos del ramo.
"Confiando en ello, un número de empresas muy importante se había establecido en México para transformar estos productos y elaborar una gran cantidad de derivados e incluso manufacturas con tecnología avanzada", expone el documento.
Por tanto, añade, vender las plantas significaría colocar a las medianas y pequeñas empresas de la industria química en una enorme desventaja frente a los grandes consorcios nacionales y extranjeros que, en muchos casos, fabrican los mismos productos y al contar con materias primas básicas se correría el riesgo de enfrentar políticas de mercado perjudiciales a este gran número de empresas de menor tamaño.
Y ahora hay incertidumbre entre los empresarios ya que si bien desde 1986 la primera industria totalmente liberada fue la petroquímica, la instalación de plantas no atrae a los grandes corporativos y su mayor interés aparente sería comprar los complejos de Pemex al precio más bajo posible y su posterior cierre o reconfiguración de acuerdo con los intereses de la empresa compradora y no de la industria nacional.
Para evitar tal situación, los industriales pequeños y medianos insisten en la bursatilización de Pemex-Petroquímica, convirtiéndola en sociedad anónima de capital variable, con 95 por ciento de acciones a través de la Bolsa de Valores, incluyendo el capital extranjero. Proponen que Pemex conserve las plantas petroquímicas como garantía de suministro y equilibrio en el mercado, a efecto de permitir que sigan trabajando.