DOMINGO 10 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť José Antonio Rojas Nieto Ť
La marcha del mercado petrolero
Es curioso pero cada vez que hay reunión de la OPEP para fijar producción se abre un intenso periodo especulativo para provocar que se actúe a favor de los consumidores, sobre todo de los grandes, siempre encabezados -šqué dudarlo!- por nuestros vecinos del norte. Y no es que no tenga cierta razón Costa Rica por ejemplo, cuando reclama en la reunión de la ONU precios más bajos porque los actuales presionan muchísimo su balanza de pagos, como también sucede a todos los importadores netos de petróleo. Pero a los ticos los hemos visto pugnar no sólo por un pago justo del café, sino por la máxima cotización posible. En este y muchos casos no es fácil señalar el precio justo, menos aún si nos introducimos, como lo ha hecho Bernard Mommer (Oil Prices And Fiscal Regimens, Oxford Institute for Energy Studies, May 1999) en el delicado análisis de la relación del precio del petróleo (de todas las materias primas) con los ingresos fiscales y la reorganización de las economías, cuyo sustento fiscal, precisamente, como en el caso de México con el petróleo y Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Colombia con el café, guarda estrechísima relación con ese precio.
Lo cierto es que desde principios de agosto y luego de casi un mes de descenso de precios (31 a 26 dólares la canasta OPEP), éstos se elevaron y el jueves pasado alcanzaron los 32 dólares, descendiendo el viernes casi dos dólares. Se trata de movimientos inscritos en una alta especulación, agravada por los más bajos inventarios de los últimos 10 años que, a decir de los consumidores, fue provocada por los cortes OPEP de 1999. Los grandes consumidores no dejan de insistir en que los precios de esa canasta OPEP formada por siete crudos (Istmo-México, Tía Juana-Venezuela, Saharan-Argelia, Arabe Ligero-Saudita, Bonny Light-Nigeria, Dubai-Emiratos Arabes Unidos y Minas-Indonesia) deben bajar. Y -de nuevo- se deja sentir el reclamo y la amenaza estadunidenses: š...que la OPEP controle sus precios en la banda de 22 a 28 dólares; que los baje a 25 dólares; que se les está obligando a soltar petróleo, a liberar la reserva estratégica; que" nos obligan a desastrosos programas de estabilización, a impulsar reformas liberales y privatizaciones absurdas... y si no lo hacemos, nos quitan la certificación, nos quitan la calificación del alto grado de inversión... nos anatematizan... y nos desestabilizan al máximo...". Y lo peor, no tenemos un gobierno que luche a fondo por una mejor negociación en el terreno internacional, en el ambiente de globalización subordinante.
Cuando se dice que los precios están altísimos, nuevamente hay que decir que eso no es cierto; que 33 dólares de hoy son apenas 60 por ciento del precio medio registrado en 1980 y 1981, y que la elevación experimentada en ocasión de la absurda guerra del gilfo Pérsico -40 dólares aproximadamente en términos del promedio mensual en octubre de 1990- equivale a 50 dólares actuales; y la cotización del jueves es, a su vez, 67 por ciento de aquella. No estamos, entonces, en los momentos del máximo histórico reciente. Además, necesario es reconocerlo, la economía mundial ha asumido el actual nivel de precios, que en términos del promedio enero-agosto de este año equivale a 27 dólares por barril para el caso de la canasta OPEP (24.45 para la mezcla mexicana) cotización inferior a la cota superior OPEP (28 dólares para la canasta) y apenas dos dólares por encima del nivel que exige Estados Unidos. Y, sin embargo, se espera que este domingo en Viena se decida un incremento a la producción, congruente con la ampliación estacional de la demanda (500 mil barriles diarios en promedio), por lo que de octubre a diciembre ésta alcanzará cerca de 79 millones de barriles al día. Con ello el consumo promedio anual será de 76.3 millones de barriles al día, 1.5 por ciento superior al de 1999, aunque apenas poco más de la mitad del crecimiento que se espera para el año próximo (2.8 a 3.1 por ciento), siempre y cuando la economía mundial crezca -como se pronostica- a 4.5 por ciento.
Con esto será necesario un incremento anual neto de casi 2 millones de barriles y -también lo saben- sólo Arabia Saudita puede incrementar de manera importante su producción, por lo que deberán aceptar que los precios no descendían todo lo que ellos quisieran, por más que, sin duda, con la baja estacional de principios de año empezará a liberarse un poco la presión del mercado.
Da la impresión, entonces, de que no hay condiciones objetivas para que los gritos y lamentos estadunidenses y los intentos especulativos que los acompañan salgan adelante. Por el contrario, el ritmo de crecimiento de la economía mundial necesita el petróleo y lo está pagando de acuerdo con esa necesidad. Esto hay que tenerlo muy en cuenta.