MARTES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť José Blanco Ť

Titubeos y fortalezas

El titubeo de la política económica futura frente a la marcha de la economía no resulta extraño. El Banco de México ha expresado temores de sobrecalentamiento (disparo de los precios), mientras Hacienda no ve ese riesgo. Luis Ernesto Derbez planea para el 2001 un crecimiento del producto de 5 por ciento y, más recientemente, Eduardo Sojo, ambos del equipo de Vicente Fox, opinó que es posible sostener el alto ritmo actual de crecimiento, superior a 7 por ciento, durante algún tiempo. La discusión en el Congreso sobre el Presupuesto 2001 deberá hacer acopio de la mejor información, y debatir sobre bases de la mayor objetividad y prudencia.

Hoy hasta las más poderosas economías del mundo se mueven sobre mecanismos de equilibrio extremadamente delicados: cada vez que Greenspan va a anunciar si la tasa de interés aumentará un cuarto de punto porcentual, o dejará las cosas como están, crea tensión en todas partes. Su decisión tiene repercusiones vastas en amplias zonas de la economía mundial.

Partiendo de ese hecho, no es difícil identificar en la economía mexicana la más sólida posición que haya tenido en muchos lustros: un producto en rápido crecimiento, una productividad en aumento sostenido, tendencia a la baja en la tasa de aumento de los precios, un impresionante crecimiento de la inversión, bajo desempleo y claro fortalecimiento de la posición negociadora de los salarios (la excelente revisión salarial en Wolkswagen amerita un cuidadoso análisis económico y político), una posición exportadora ubicada en los primeros sitios, que debe de ser sostenida con ahínco y que podría ser una base formidable de integración nacional. Lo notable es que todo ello se haya alcanzado sin crédito bancario y con cuasiequilibrio fiscal.

Además el entorno presenta oportunidades diversas. A pesar del prolongadísimo periodo de crecimiento sostenido de la economía estadunidense, el producto y la productividad están creciendo ahí a ritmos sin precedentes en varias décadas. Los recelos sobre posibles sobrecalentamientos en esa economía han tendido a desaparecer, y es previsible, por tanto, que la tasa de interés se mantenga sin mayor modificación por algún tiempo. Demanda creciente de importaciones y tasa de interés sin cambios, en Estados Unidos, son signos favorables para México.

De otra parte, está el precio del petróleo. A pesar de la decisión de la OPEP de este fin de semana, de aumentar en 500 mil barriles diarios la producción, todas las previsiones para el corto y mediano plazos indican que tenderá a sostenerse, si no es que a aumentar. Si suponemos 15 dólares extra por encima de los 15 considerados el año pasado para el presupuesto, con 1.7 millones de barriles diarios de exportación, resultan casi 10 mil millones de dólares extra por uno o dos años. Si en lugar de 15 dólares fueran 20 y las exportaciones se elevaran a 2 millones de barriles para contribuir a contener el alza de precios, entonces pueden ser hasta 15 mil millones extra por año. ƑQué vamos a hacer con un monto extra que puede moverse en esos rangos? Esta vez el Ejecutivo no puede limitarse a anunciar una previsión "conservadora" del precio del crudo en la Ley de Ingresos; ahora es indispensable que el Congreso tome una decisión sobre el destino de un fuerte excedente sobre la previsión de 18 dólares en la que está pensando Derbez. Ese acuerdo será extremadamente difícil si se quiere tomar con responsabilidad y conocimiento de causa.

Como siempre el foco amarillo --que no debe volverse rojo-- se halla en el déficit comercial externo. El Banco Mundial en su último Country Brief dice que en México "el nivel moderado del déficit en cuenta corriente --3.3 por ciento del PIB en 2000--, así como la sólida estructura de su financiamiento --en gran medida inversión extranjera directa--, revelan que las cuentas externas no plantearán un riesgo importante para la estabilidad macroeconómica". Lo hace menos preocupante la inflación a la baja y el equilibrio de las finanzas públicas, pero cuidado: el peso está inconvenientemente fuerte y, de otra parte, puede estar agotándose la fuerza de trabajo calificada desempleada.

La anemia fiscal debe ya ser corregida, y el tipo de cambio debe ser ajustado a la brevedad, por la vía de una baja en la tasa de interés para frenar la entrada de capital externo, más aún a la luz de los excedentes provenientes de la exportación de crudo. Intentar sostener un crecimiento de 7 por ciento podría precipitar los riesgos señalados. Puede ahora plantearse el gobierno programas ambiciosos en relación con la educación y con los excluidos, pero las empresas están obligadas a hacer un esfuerzo especial en la capacitación.

El Congreso está frente a un rompecabezas, pero en un marco de expectativas positivas. Deberá tomar las mejores decisiones.