MARTES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť DISQUERO
Oumou Sangare
Bien preciado, prenda amada, sonrisa y mirada de carnosidades tan femeninas como su hondura de pensamiento. Uno no terminaría nunca de rendirle pleitesía a Oumou Sangare, belleza de cuerpo y espíritu y alma y entendederas que abrirá el inminente Festival Internacional Cervantino y cuyo disco Worotan, distribuido por Cora Son, será presentado hoy, a las 20:00 horas, en el Museo de la Ciudad de México. Otra manera de demostrar supremacía tiene Sangare en los arreglos majestuosos que vierte desde vetas de tradición, identidad y modernismo en sus composiciones. Otra más, pues dijimos que son interminables, es el contenido de sus letras. Constate el lector: ''Kun Fè Ko'' es la pieza inicial de este disco espléndido y significa en español ''La incertidumbre de las cosas". Escribe, por ejemplo, Sangare: ''La incertidumbre es parte de la / existencia humana/.../ Cuando una pareja se casa/ no se puede saber si la mujer tendrá/ un niño o no/.../ No podrán predecir el futuro de un niño". O bien, en la canción ''Baba'' (Padre): ''Padre de mis hijos/ Tú maltratas mis caderas apretándolas entre tus brazos/ Oh mi amor, afloja tu brazo o romperás tus huesos/ .../ El amor de un hombre violento no durará". La pieza que titula el disco, Worotan, se refiere a las diez nueces de kola que es el precio que pagan los padres del novio a los de la novia en Malí, de donde viene Oumou, de cuya belleza integral, de ser y pensamiento y acción, nadie podrá sustraerse en breve, para fortuna del mundo.
Virginia Rodrigues
Otro gran prodigio: el ángel negro, redondo, ternura de soles brillando en su tez y que responde al dulce nombre de Virginia Rodrigues constituye no sólo la sensación de la melomanía global y globalifóbica, sino uno de los acontecimientos más afortunados de la música de a deveras. Debutó, asombrando al mundo, hace menos de dos años con el disco Sol negro y de inmediato fue arropada por los críticos de música que sí tienen oídos. Su nuevo disco, Nos. (Natasha Records) es una caricia interminable, la concreción de lo sublime, un viaje interior interminable, extático, paradisíaco, una suma de bondades exquisitas. Habrá que advertir que no es tan fácil conseguirlo, pero todo es cuestión de encargarlo en las tiendas, al igual que prodigios como el disco de la sublime portuguesa Bévinda dedicado a la poesía de Pessoa, que este mortal pudo disfrutar merced a la generosidad y melomanía de Germaine Gómez Haro. Discos importados que sí importan. La entrañable Virginia posee una tesitura única, su registro alcanza las profundidades de una contralto por igual que los senderos estupefacientes de los contratenores. La negritud, el homenaje a los rituales carnales, de carnavales, de su nativo estado de Bahía, Brasil, la puerilidad de las cosas sencillas, la sensualidad de la música verdemarela, el sexo de los tambores, el sudor de las axilas femeninas, la droga afrodisíaca de la música más profunda y bella se llama Virginia Rodrigues, para bien del mundo y sus carnalidades/espiritualidades.
Ť Pablo Espinosa Ť