JUEVES 14 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Vicente Fox pidió ayer perdón... a fuerzas. Lo hizo en circunstancias confusas, que podrían mover a vergüenza internacional y que fortalecen la de por sí amplia versión de que los labios del político guanajuatense son movidos, en temas trascendentes, por asesores y escribanos que le empujan a decir palabras de las que se entera al estarlas leyendo y a las que sólo en ocasiones alcanza a frenar en el último instante cuando no le parecen correctas.

Como López Portillo

Pedir perdón puede ser un acto supremo de humildad, sobre todo cuando se hace desde el alto sitial de presidente de una nación y cuando conlleva el reconocimiento de abusos y errores institucionales. Pero se convierte en una mueca falsa, de simulación, de oportunismo, si no es genuino. Un ejemplo clásico que la historia ha castigado es el del presidente José López Portillo quien, con llanto en los ojos, pidió perdón a los mexicanos al tomar posesión de su cargo y que luego terminó su sexenio en medio de la apabullante convicción nacional de que sus palabras habían sido falsas, teatrales, movidas por la conveniencia política, deseosas de ganar aplausos y adhesiones circunstanciales.

šBravo! šHurra!

En este caso, el presidente electo de México, Vicente Fox, se refería a los abusos cometidos en México contra migrantes centroamericanos en tránsito ilegal hacia Estados Unidos. En la Asamblea Nacional Legislativa de El Salvador, decía: "Sé que a su paso por mi país son víctimas de incontables abusos y vejaciones cometidos por malas autoridades. Esa realidad cruel es intolerable para los mexicanos y los centroamericanos, esa realidad brutal habrá de desaparecer bajo mi gobierno". Los allí reunidos le otorgaron, como era natural, una entusiasta ovación.

Perdone, Ƒqué quiso decir?

Luego, el mexicano que ha conmovido a medios de comunicación y a políticos de toda América con sus polémicos planes y sus arriesgadas propuestas, dijo: "Las afrentas y las injusticias cometidas en contra de los centroamericanos por las malas autoridades serán... Entre mis primeras acciones como Presidente de México estará el lanzamiento de un programa especial de protección a centroamericanos".

La ruptura discursiva de Fox se debió a que sobre la marcha decidió no leer la parte escrita de su discurso que decía: "En nombre del pueblo mexicano, pido perdón por las afrentas y las injusticias cometidas en contra de los centroamericanos...". En lugar de ese párrafo de lopezportillismo extemporáneo, el guanajuatense improvisó las palabras mencionadas en el párrafo anterior de esta columna.

Los salvadoreños, desde luego, no se enteraron de que acababan de ser privados del hecho insólito de que un presidente mexicano les pidiera perdón a nombre de un pueblo que no por haber votado mayoritariamente a su favor le autorizó a usar genéricamente su representación para hacer ese tipo de declaraciones específicas.

Como siempre... los periodistas

Pero, ya que el texto del discurso se había repartido antes de que Fox lo leyera, quienes sí habían detectado la falla fueron algunos de los periodistas (prestos, como siempre, a provocar suicidios con sus inda- gaciones). Otros, por cierto, enviaron despachos a sus medios dando por pronunciadas las palabras del perdón, apresurados seguramente por la urgencia de seguir con toda rapidez el itinerario de Fox, o confiados en que el presidente mexicano estaría tan seguro de lo que iba a decir que ya lo había repartido con toda anticipación. Por ello, algunos de quienes le esperaban en Managua, para una rueda de prensa ofrecida apenas media hora después de haber recibido en la capital nicaragüense al viajero mexicano, con rapidez indagaron sobre el arrepentimiento vivido en El Salvador.

No resiste este imperdonable tecleador la necesidad de reproducir las palabras con las que el presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos explicó la omisión discursiva citada. Comienzan comillas y corre audio y video en esta columna virtual:

Lo que digo, lo sostengo (aunque no lo haya dicho)

"-Bien, primero la explicación para ustedes, estimados periodistas mexicanos, que por razones de tiempo en lo que presenté allá, dejé algunos párrafos, e incluso páginas enteras sin lectura, estrictamente por razones de tiempo, pero todo lo que damos por escrito o decimos verbalmente lo sostenemos y lo respaldamos.

Y a la sintaxis, Ƒno habría que pedirle perdón también?

"-Efectivamente, una de las intenciones y de los conceptos que están en ese mensaje es de que solicitamos ese perdón a quienes se ha ofendido, violando sus derechos humanos, por atropellos de autoridades mexicanas y que vamos a cuidar y a cuidar con mucho detalle el que no se repita y que vamos a asegurar que se respeten los derechos humanos, como ya dije, con una serie de acciones que se van a poner en marcha. Al final, es responsabilidad nuestra el que se cuide que no se violen estos derechos humanos".

El pato y las patas; el tiempo, en depósito a plazos

Tino increíble el de nuestro presidente y también increíble la necesidad de ahorrar tiempo, segundos, a como dé lugar. Si tirara al aire por equivocación, seguramente caería a sus pies un pato con un permiso de caza atado a una de las patas; si pudiera, depositaría a plazos, en un banco regiomontano, desde luego, una buena cantidad de minutos para que se los convirtieran en horas. Este columnista sin quehacer (y sin escopeta de cacería) tardó entre 10 y 11 segundos en leer en voz alta, con tono grave y la lenta solemnidad del caso, las 19 palabras -que a su vez constan de 103 letras- a las que el disparo del azar foxista tumbó del cielo de la historia salvadoreña.

Lo más grave del caso no es el descrédito de la figura y el decir de un presidente mexicano (por más que apenas sea electo, pues esa condición no le resta peso a sus pifias, como luego quieren explicar y remendar sus asesores y voceros, quienes quisieran que el juicio histórico del guanajuatense comenzara cuando el reloj checador marque el inicio del sexenio). Lo verdaderamente lamentable es que una declaración valiosa haya sido devaluada y contaminada por imprudencias, ignorancia o descontrol.

Ciertamente, los mexicanos debemos pedirles perdón a nuestros hermanos centroamericanos, pues México, sus instituciones, sus gobernantes, sus policías, han agraviado de manera sistemática y terrible a los migrantes del sur que vienen buscando la ilusión estadunidense.

Pero el perdón no se pide a fuerzas ni obligado por las circunstancias, por más tiempo que haga falta ahorrar o por más páginas que sea necesario dejar de leer.

Guayaberas que parecen convertirse en botas

(Este microempresario en astillas ha de reconocer ante su muy culto público que, engañado por el primer despacho de los enviados a cubrir la gira de Fox, creyendo pues que el pedido de perdón se había producido, y de manera genuina, había escrito ya párrafos enteros aplaudiendo la decisión del guanajuatense pero, al mismo tiempo, alertando sobre los riesgos de que las palabras fuesen a caer al cesto del oportunismo, sobre todo si no se acompañaban con acciones firmes e inteligentes para evitar los maltratos a nuestros hermanos del sur. Luego, el tecleador se enteró de la triste realidad y, en lugar de que recordara el fantasma de López Portillo, le llegó a la memoria la imagen de otro mandatario bueno para el verbo, la promesa, las giras internacionales, las ideas deslumbrantes: aquel Luis Echeverría cuyas guayaberas -de otro color, ciertamente- parecen a la distancia irse convirtiendo en botas.)

Astillas: Este tecleador desea hacer como que pide perdón a los lectores por no abordar asuntos tan interesantes como la carta del subcomandante Oscar enviada desde la clandestinidad contra el mal gobierno delvillarista; o el cristiano acto de dar sepultura al Renave que monaguillos priístas y de otros partidos oficiarán hoy; o el 3.3 de calificación que sacamos en materia de corrupción (hasta en eso nos reprueban); o la reconstrucción de los hechos del presunto suicidio del subsecretario Raúl Ramos Tercero... Por cierto, ayer tembló en el oeste de Nicaragua, y el visitante no fue Carlos Salinas, sino Fox... Perdón, perdón, perdón.