JUEVES 14 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Enrique Florescano habla de Historia de las Historias de México
Al margen de la derrota, hay tantas historias como comunidades existen
Ť El suplemento mensual de La Jornada comenzará a circular a partir de mañana
Ť Los cambios en la realidad política determinan los modos de interpretar el pasado, dice
Renato Ravelo Ť La historia se dobla, se alarga, se suma, se repite, se eleva, se historia. La historia de México, para Enrique Florescano, es un mosaico de imposiciones, de seducciones, de intolerancias, de verdades necesarias, pero en el momento actual sobre todo es una oportunidad en la que ''hay tantas historias como comunidades existen, no importa que hayan sido derrotadas. No hay que olvidar que hasta antes del libro de John Womack, en 1969, Zapata era considerado un ladrón, un usurpador de tierras. Ahí se da la primera historia de un movimiento políticamente derrotado".
Florescano cuenta la historia del suplemento Historia de las Historias de México, que a partir de mañana circulará cada mes como encarte en las páginas de este diario: ''Un día estábamos conversando con Monsiváis de como él había empezado a hacer cosas sobre las identidades y me dijo: 'deberías hacer un librito en el que quedara clarísimo para el lector cuáles han sido los modelos que han servido a los historiadores para explicar la historia de México'. Yo ya andaba sobre eso, pero no se me había ocurrido hacerlo así''.
El desafío de Monsiváis
''Esta idea de que en La Jornada los suplementos habían servido cuando Alejandra Moreno hizo esa serie sobre temas del siglo XX, la directora Carmen Lira me invitó a hacer algo sobre la historia. El desafío de Monsiváis fue lo único que se me ocurrió que podía hacer, el canon, el modelo para interpretar los grandes momentos, las grandes épocas de la historia mexicana. Me dí cuenta de algo que no había percibido: en la escuela, cuando aprendes historia, te dicen que lo que ha sido fundamental en la interpretación de la historia son las grandes ideas filosóficas o las grandes ideas de los historiadores. Cuando llegas a la realidad te das cuenta que no, que los grandes modelos que han servido para explicar el pasado vienen generalmente de la política. Son los grandes movimientos políticos que han transformado la historia los que imponen una manera de ver el pasado y también las formas de registrarlo."
Los libros de historia, recuerda Florescano su experiencia en la colección Sep Setentas, son un buen negocio: ''Teníamos tirajes de 10 mil ejemplares. Cuando estaba en esa colección temía que se fueran a quedar en bodega 8 mil ejemplares. Consulté a los libreros y me dijeron lo que pongas de textos históricos baratos (a 10 pesos) se va a agotar. Metí hasta uno de historia económica. Luis González hizo lo mismo con Pueblo en vilo, el primer libro sobre un pueblo que se escribió en 1968".
-ƑEl poder como el principal historiador?
-Esto está muy claro: los principales inductores en la interpretación de la historia no son las ideas sobre la historia, o las ideas sobre la filosofía de la historia, sino que es el cambio en la realidad política lo que genera un cambio en la interpretación del pasado. Cada gran transformación política en la historia de un país ha generado una nueva consideración, interpretación, imaginación del pasado.
-ƑCuántas grandes transformaciones son las que detecta?
-Creo que hay muchas, pero yo escogí diez para hacer capítulos fundamentales para los suplementos. Voy a presentar dos modelos de interpretación del pasado en la época prehispánica. El que se generó en la época clásica, cuando se desarrollaron los reinos y el poder absoluto de los reyes. Hay una manera de pensar y registrar el pasado que está totalmente conectada a esta centralización y dominio político del supremo gobernante. O sea que toda la historia gira alrededor del Ahaw, como decían los mayas, o del Tlatoani como lo decían los nahuas. Toda la historia del reino está concentrada en la persona del gobernante. Esto dura casi nueve siglos del primero al noveno, como se ve en Palenque, en Copán. Tú ves la historia expresada en escultura en edificios que narran las hazañas del gobernante.
-ƑCómo term ina ese periodo?
-Eso se acaba en esos reinos casi todos violentamente; ha de haber habido sublevaciones de los grupos campesinos, artesanos, contra ese sistema tremendo de poder. A partir de eso, el posclásico que llaman los arqueólogos, de mil a 1520 cuando se acaba México Tenochtitlan, hay una reconstrucción del Estado. Todas las historias son una celebración del Estado, del México prehispánico en lo general, son una celebración del Estado. Ellos ven el principio de la civilización con la creación de los reinos, tienen una visión absolutamente política de la historia. Pero en el posclásico el poder se reconstruye como una coalición de las ciudades, ya no se vuelve a instaurar el poder absoluto del gobernante. Ya, por ejemplo, Tula es una asociación entre Tula, Otumba -que es una ciudad otomí- y Culhuacán que es una antigua ciudad de antiguos pobladores de Teotihuacan.
''Son una confederación de tres ciudades de distintos grupos, lenguas y tradiciones. Igual en Chichén fundan los izaes que vienen del sur, del Petén, y se mezclan con los yucatecos, quienes a su vez ya están totalmente penetrados por los mexicanos, los pueblos del centro de México. Entonces hacen también un estado multiétnico, pluricultural. Son confederaciones de Estado lo que está surgiendo y entonces ya no está centrado en los gobernantes sino en el Estado. Este proyecto, de todos modos una interpretación de la historia centrada en la originalidad del desarrollo político de los pueblos de Mesoamérica, se ve interrumpido y luego combatido por la intervención española.
-ƑCúal es el primer impacto de ese hecho violento en el ámbito histórico?
-Hay un choque de interpretaciones que presento en el tercer capítulo, que es la lucha entre la concepción de la historia mesoamericana y la concepción occidental. Esta segunda concepción viene de la idea de que sólo lo escrito alfabéticamente es histórico. Ellos ven estas formas de escritura de imágenes y dicen eso no es escritura, no lo es. La única escritura buena es esta otra, escrita por el sistema alfabético, basado en las tradiciones griega y romana de escribir la historia. Entonces denigran, subvaloran, marginan esta forma de escribir el pasado. Se viene un oscurecimiento de esta forma de interpretar el pasado.
''Otro de los capítulos será la visión del canon occidental que es la idea cristiana de la historia que está desde el siglo XVI hasta el XVIII cuando viene la modernización, las ideas ilustradas. Con la Independencia, por primera vez nace la posibilidad de pensar en la creación de un Estado nacional.
''Por tanto, surge un proyecto nacional, un proyecto histórico nuevo fundado de manera independiente con una nación soberana, con su propio pasado, con sus identidades.
''Ahí viene ese dilema en dónde fundar esa identidad, Ƒen su pasado prehispánico?, Ƒen su pasado colonial? O en una fundición de los dos. Hay quienes dicen que sólo en uno de los dos.
''Lucas Alamán decía que solamente en el pasado hispánico. Ahí voy a confrontar esa lucha y finalmente el triunfo de la idea mestiza que va a articularse en la época de Porfirio Díaz y en el gran libro que se va a llamar México a través de los siglos, que crea el canon de la historiografía mexicanista en el siglo XIX que va a ser roto, negado por el canon que establece la Revolución mexicana que es el México que ya conocemos bien. Voy a terminar con algo muy novedoso, una idea que creamos los profesores de la historia.''
-ƑHay un consenso de cómo ver la historia en la actualidad?
-No, pero sí hay un canon de los historiadores profesionales que dijeron en todo el mundo. En México de 1940 en adelante, en Europa desde el siglo XIX, la historia es una ciencia, necesita técnicas, métodos y teorías, y eso nada más los que somos profesionales. Ese historiador que anda en el pueblo diciendo que es historiador no lo es, no tiene las calificaciones nuestras ni el profesionalismo. Esa no es historia científica, de calidad. Y esos indios menos, ni saben el español ni tienen historia, son pueblos sin historia porque no escribían, seguían haciendo la transmisión de la boca al oído, la tradición oral.
-Está también la recuperación de la imagen...
-Ahora se vuelve a poner de moda gracias a los sistemas de comunicación visual. Y ahora los niños todos tiene una cultura visual, como la tenían los indígenas, que a pura imagen iban transmitiendo la historia del cosmos, de los reyes. Esa historia se vuelve a recoger, a revalorar esta historia que inventaron los mayas, los olmecas hace 3 mil años. Esa historia negada por nosotros, los académicos, que la calificamos de mítica, de legendaria. Apenas ahora se ha reconocido y se ha inventado un nuevo concepto, el de historia oral.
ƑMitos, leyendas y formas espurias?
-Pero eso fue mundial, la Unión Soviética impuso una identidad al resto de las repúblicas...
-Quizá la fuerza más grande que hubo en los siglos XIX y XX fue la creación del Estado nacional, con la idea que era necesario unificar al país, que era tener una sola lengua, las otras son de salvajes; un solo sistema educativo, por tanto, una sola interpretación de la historia, la historia oficial, como la que impuso la Revolución mexicana que era policial por imponer tales criterios e interpretaciones y descartaba la historia local, la historia regional. Una historia extraordinariamente intolerante, mucho más que en la época colonial.
-También mítica, acuérdese del Pípila...
-Esa cantidad de mitos llegó a tal punto que la gente que profesó el nacionalismo revolucionario creyó en el Pípila como si fuera real. Muchos que tuvieron formación nacionalista, izquierdista, cardenista, creyeron en eso al igual que en los héroes que se tiraban con la bandera, hecho no probado, mítico, pero inspirado en el nacionalismo de la defensa del territorio frente a la invasión estadunidense que tiene toda la legitimidad para existir.
-Pero usted es historiador...
-En realidad, me empecé a rebelar contra mi propia formación cuando viendo que yo, mexicano, no podía leer los mitos indígenas, no podía leer la imagen de los antiguos mexicanos, porque me había educado en la tradición occidental de la historia que no aceptaba estas formas de transmisión del pasado. Yo decía, esos son mitos, leyendas, formas espurias que no tienen nada que ver con las formas científicas de investigar el pasado, que son las que se aprenden en El Colegio de México, en París, en Cambridge y en Nueva York.
''Esas formas son tan buenas y legítimas que a la fecha duran. Las interpretaciones del pasado están renaciendo, recreándose hoy que en los campos, las montañas, los indígenas vuelven a recrear la figura del dios del maíz, aunque ya no dicen Quetzalcóatl como decían los nahuas, pero es también un dios del poder actualizado a sus necesidades y desafíos del presente. Estamos ante múltiples, diferentes formas de registrar el pasado, en un momento en el que están aceptándose las concepciones indígenas, de los mestizos, de los obreros."
-Hay historias regionales, también, casi de autoconsumo...
-Hay tantas historias como comunidades existen, no importa que hayan sido derrotadas. Womack escribió en 1969 la primera historia de un movimiento políticamente derrotado, que fue el zapatista. Antes, Zapata era considerado un bandido, un usurpador de tierras, un invasor de tierras, casi un villano. Hoy, por esa reconsideración de los historiadores de hacer la historia de los vencidos, es un héroe. Es un momento de historia de los indígenas, de historia de los gays, de historia de las mujeres, como reconocimiento de la pluralidad de la sociedad. No nada más la de los vencedores, de los gobernantes, de los nobles.
''La historia también, como el proceso político, se ha democratizado, contempla tantas posibilidades. Ya no existe en la academia un canon. El canon positivista está contrarrestado, compartido con el canon marxista y con otras formas de interpretación. La historia se democratiza, ya no es una."