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México, D.F. jueves 14 de septiembre de 2000
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Editorial

EL PAIS VASCO, ENTRE ETA Y AZNAR

SOL Las detenciones masivas de independentistas en el País Vasco no sólo ponen de manifiesto el daño causado por el terrorismo etarra a la causa que dice impulsar, sino que evidencia el gravísimo extravío y la exasperación del Estado español ante un conflicto que las partes se han empeñado en volver casi irresoluble. Al mismo tiempo, el hecho exhibe la uniforme distorsión y el reduccionismo desinformador con que los medios -especialmente los peninsulares- abordan la trágica circunstancia de los vascos.

El dato fundamental que casi nadie quiere o puede tomar en cuenta es que los 20 arrestados de ayer están acusados de ser integrantes de la organización terrorista, pero que ello no necesariamente indica que lo sean. De hecho, en el clima de histeria política y mediática que impera en España, todos los independentistas vascos, incluidos quienes propugnan métodos de lucha políticos y pacíficos, corren el riesgo de ser legalmente perseguidos e imputados de colaboración con ETA o de pertenencia a ella. Hasta sectores moderados, como el gobernante Partido Nacionalista Vasco (PNV), resultan sospechosos. Por esa vía, el justificado repudio social de España al terrorismo empieza a convertirse en un alarmante sentimiento antivasco.

En ese entorno, el margen de maniobra de las posibles mediaciones entre el gobierno de Madrid y los extremistas del independentismo euskaro se han reducido o desaparecido. La diversidad y pluralidad vasca están siendo arrasadas en la disyuntiva de estar en favor o en contra de ETA (o, da igual, en favor o en contra del gobierno de Madrid), y el conflicto, en esa medida, se encamina a la lógica en que pretenden encauzarlo, en una extraña coincidencia, tanto el grupo armado como La Moncloa: más violencia, mayor represión policial y supresión de las expresiones políticas.

Los españoles, los vascos y los vasco-españoles tienen derecho a la paz y a la seguridad, así como a oportunidades de diálogo, negociación y entendimiento. Ni unos ni otros merecen, en cambio, estar atrapados entre el terrorismo compulsivo de ETA y el peligroso reduccionismo policial y jurídico del gobierno español.


FOX: PALABRAS EJEMPLARES

SOL Ayer, ante la Asamblea Nacional salvadoreña, el presidente electo Vicente Fox pronunció palabras ejemplares sobre el infierno que enfrentan los migrantes centroamericanos en el territorio nacional. Por principio de cuentas, el próximo mandatario admitió plenamente los abusos y vejaciones que padecen los ciudadanos de Centroamérica que se internan en nuestro país en busca de trabajo o en tránsito hacia Estados Unidos, y señaló que tales maltratos conforman una realidad cruel y brutal; pidió perdón por ello -aunque, en lo que resultó un obvio error de lectura, omitió algunas palabras del discurso escrito-- y apuntó propuestas concretas para erradicar esos vergonzosos maltratos: invitar a la Comisión Nacional de Derechos Humanos y a organizaciones humanitarias no gubernamentales a participar en la protección de los migrantes mediante la supervisión de las autoridades -migratorias, policiales y penales-, establecer mecanismos de información consular entre nuestro país y los centroamericanos y "trabajar juntos" para prevenir los agravios cometidos en Estados Unidos contra migrantes mexicanos y centroamericanos.

Los señalamientos referidos prefiguran un sustancial viraje, por demás positivo y deseable, en lo que ha sido una de las más lacerantes inconsistencias de la política exterior mexicana: la defensa discursiva de los connacionales que emigran a Estados Unidos y el sistemático, aunque discreto, atropello a los centroamericanos en nuestro propio territorio.

La coexistencia de esas dos actitudes conforma una doble moral que debilita a nuestro país en el ámbito político-diplomático y, más grave aun, en el terreno ético. Por ello, la toma de posición de Fox al respecto es un gesto de estadista que merece el respaldo y la felicitación de la sociedad.


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