VIERNES 15 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Pasarán varios años para que se resuelvan las causas del fenómeno: DIF


Programas oficiales, paliativo contra el trabajo infantil

Angeles Cruz Ť Los niños y las niñas trabajarán varios años más hasta que se resuelvan las condiciones estructurales -económicas y sociales- causantes de este fenómeno, el cual afecta principalmente a los sectores más pobres y marginados, afirmó Edgardo Rocha, director general de Protección a la Infancia, del DIF nacional.

Destacó que la complejidad del problema del trabajo infantil en el país se refleja en la carencia (hasta hace poco tiempo) de información confiable para determinar su magnitud, e incluso compararla con lo que ocurre en otros países.

Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel mundial trabajan 250 millones de niños y niñas entre cinco y 14 años de edad, de los cuales 61 por ciento está en Asia, 32 por ciento en Africa y 7 por ciento en América Latina y el Caribe. El organismo considera que la explotación económica de los niños es un insulto para la humanidad, pues se pone en riesgo su educación, salud, desarrollo normal e incluso su vida.

Del total de menores trabajadores en el mundo, 120 millones laboran de tiempo completo, mientras el resto combina su actividad laboral con los estudios o con otras actividades no económicas. La OIT destaca el hecho de que la mayoría de los niños que trabajan se encuentran en los países en desarrollo, aunque las naciones industrializadas no están totalmente libres del problema.

Puntualiza que trabaja 16.5 por ciento de los niños de América Latina, mientras en Africa este porcentaje se ubica en 41.4 por ciento, en Asia 21.5 por ciento, y en Oceanía 29.3 por ciento.

Rocha, quien es responsable del Programa para la Prevención, Atención, Desaliento y Erradicación del Trabajo Infantil Urbano Marginal, consideró que este asunto debiera ser de atención prioritaria del próximo gobierno. Requiere de voluntad y recursos económicos, puntualizó.

En entrevista, el funcionario admitió que los programas de gobierno cumplen con su función de ser un paliativo a la problemática, la cual se resolverá únicamente cuando mejoren las condiciones de vida de la sociedad y se reduzcan o desaparezcan las situaciones que generan pobreza y desigualdad.

Comentó que por esta razón, el programa recientemente puesto en marcha no se plantea el cumplimiento de objetivos específicos en el tiempo. La erradicación del problema está directamente relacionada con el desarrollo del país y el avance en el abatimiento del rezago social y económico, apuntó.

En el caso del trabajo infantil, una meta de corto plazo es lograr la reinserción de los menores a la familia. Rocha subrayó la importancia que tiene el vínculo familiar para evitar riesgos mayores como las adicciones o la deserción escolar. Detalló los resultados de la encuesta realizada hace dos años en las 100 ciudades más importantes, según la cual en México existen 114 mil 497 niños, de 0 a 17 años, que están y trabajan en espacios públicos.

Entre los resultados de la investigación está que del total de menores que trabajan en la calle y que mantienen algún tipo de relación con su familia, 5.5 por ciento ha utilizado alguna droga; mientras que entre los infantes que se han separado de sus parientes, el porcentaje de uso de estupefacientes se eleva a 56.1 por ciento. En cuanto al aspecto educativo, Rocha comentó que 33 por ciento de los niños con familia no asisten a la escuela, pero 90 por ciento de quienes están alejados de sus padres han dejado de acudir a las aulas. Esto da cuenta, explicó el funcionario, de la importancia que tiene el fortalecimiento de la estructura familiar, a través de apoyos diversos que le permitan superar la adversidad económica. Además, el DIF nacional, en coordinación con los estados de la República, impulsa un programa de becas para los menores, a fin de que concluyan su educación primaria y secundaria, así como becas de capacitación para el trabajo, dirigidas a los adolescentes.

Por otra parte, mencionó que el trabajo infantil también tiene una fuerte carga de tradición. En las zonas rurales, principalmente, la incorporación de los niños al trabajo es vista por los adultos como parte de su formación. La diferencia con los menores que trabajan en la calle es que aquellos cuentan con la protección y vigilancia de sus padres, y por lo tanto, están mucho menos expuestos a riesgos como las adicciones, el abuso y la misma desintegración familiar, entre otros.