MIERCOLES 20 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Ha crecido el debate respecto del monto de los sueldos de los funcionarios públicos, a partir del conocimiento de que los coordinadores del equipo de transición de Vicente Fox cobran emolumentos similares a los que perciben los actuales secretarios de Estado.

Deberían estar agradecidos los foxistas de que el escrutinio público se centre en un tema que es infinitamente menor en comparación con otros en los que el próximo gobierno ha estado metiendo la mano. Son, en realidad, muchos, y otros, los temas que moverían legítimamente a escándalo (para no ir tan lejos, los funerales inconsultos de la Doctrina Estrada y la conversión de México en policía auxiliar de la política internacional estadunidense).

Pero el tema de los sueldos se ha colocado en los primeros lugares de la discusión pública, con un saldo favorable para los futuros gobernantes, pues hoy los mexicanos desean buenos resultados, aunque los ejecutores ganen sueldos que parezcan altos en comparación con la generalidad.

No le ayuden, compadres

A la causa foxista han ayudado declaraciones como las hechas por la lideresa del PRI, Dulce María Sauri, quien ha dicho que sus compañeros de partido no cobraban sueldo cuando estaban haciendo antesala para convertirse en secretarios de Estado y presidente de la República. Valdría tal alegato si los mexicanos no supiéramos que el contubernio PRI-gobierno otorgaba fondos abundantes no sólo para que los electos esperaran el momento de tomar posesión, sino incluso para que hicieran campañas electorales y gastaran con tal despilfarro buena parte de esos dineros que pasaban a formar parte de las fortunas personales de esos sacrificados personajes. Algunos perredistas también han ayudado a los foxistas, al cargar los acentos en argumentaciones fácilmente identificables con la demagogia y el populismo simplones.

ƑAsombrarse por una mentirijilla más?

Ciertamente, podría causar asombro e incluso enojo que el presidente electo de los mexicanos fuera pillado en una mentira.

Pero en el caso de Fox tales circunstancias son ya la regla. Un día dice una cosa y al siguiente se desdice, para luego retomar la postura original y así hasta el infinito, en un círculo vicioso que produce diariamente alargadas narices de madera.

El amor a México dura hasta que la quincena se acaba

En efecto, cuando presentó a su equipo de transición, dijo que los integrantes de éste trabajarían sin sueldo, "por amor a México", pero ya debería ser tiempo de que los mexicanos supieran lo dúctil que ese concepto tiene en labios de alguien como Fox.

La señora Sahagún, primera vocera del país, ha agregado ribetes risibles al asunto, al hablar de que el "amor a México" era circunstancial, pues se debía a que en ese momento los funcionarios de transición tenían "patrocinadores", como si fueran camiseta de Jorge Campos, tenis de Alejandro Cárdenas, saco de Hugo Sánchez o cantantes de baladas en festivales de nuevos valores.

Patrocinan a cambio de... nada

Eso sí, la vocera advirtió que tales patrocinios "no comprometen en nada" a Fox y su equipo de transición. Lo cual debe ser absolutamente cierto y por lo cual este columnista propone que los mexicanos juntos, chupando con profesionalismo el primer dedo que les quede al alcance, entonen jubilosos (y ensalivados) los salmos celebratorios de las nobles intenciones de los patrocinadores que en el mundo hay y que gastan dinero y recursos por nada, nomás porque sí.

Petroquímica y electricidad, en la mira

Pero, mientras se cuentan los centavos, se pierde la vista de los pesos. Ayer mismo, por ejemplo, de visita en Veracruz, Fox aterrizó en suelo patrio el tajante anuncio que semanas atrás había hecho en foros extranjeros del norte respecto de la apertura de la petroquímica secundaria al capital privado para que pueda participar con mayoría accionaria (no se pierda de vista que tal nueva arremetida contra el dominio estatal en esa materia ocurrió en los dominios de un empresario metido a la política, Miguel Alemán Velasco, que además pretende ser erigido en líder de un presunto priísmo victorioso que, en tales condiciones, tendría autoridad para impulsar acuerdos con Fox como el que se necesitará para cambiar el régimen accionario en asuntos de petroquímica secundaria).

Privatizar no es privatizar

Fox tiene clara la película. Abrir el camino en lo secundario será un paso hacia lo principal. Más delante se encontrarán justificaciones para que también Pemex sea puesto al alcance del capital privado. Ayer, en Jalapa, fue clara su postura: "Nosotros esperamos remover la reglamentación que señala 51 por ciento en petroquímica secundaria en manos del gobierno, para que pueda acceder la inversión privada a la petroquímica secundaria. De igual manera, impulsar la reforma para la apertura a la inversión privada en la generación de energía eléctrica, nada tiene que ver con privatización, es sólo apertura para generación adicional de energía eléctrica, que muy bien puede proveer el sureste mexicano y el propio estado de Veracruz a otras zonas, así como beneficiarse con ese impacto en desarrollo económico".

A propósito de intereses y principios

Estados Unidos ha puesto los intereses comerciales por delante de los principios ideológicos y políticos: ayer, el Senado de ese país aprobó por gran mayoría el establecimiento de relaciones comerciales absolutamente normales con la República Popular de China.

No es que la nación oriental haya dejado de hacer las cosas que tanto molestan a los sectores conservadores del país que domina al mundo. A juicio de tales segmentos ultraderechistas, en China no hay democracia, se violan sistemáticamente los derechos humanos y se producen mercancías con mano de obra virtualmente esclava. Pero, por encima de todas esas consideraciones, está el deslumbrante bocadillo de los millones de potenciales compradores que conforman el mercado chino. La fuerza del mercado arrasó, por ejemplo, con la resistencia encabezada por el senador Jesse Helms, conocido como el senador "no", quien pretendió frenar la iniciativa de Bill Clinton que a su entender "premia a los chinos comunistas de Beijing".

Tal abdicación de los principios en aras de los intereses no es nada nueva. De hecho, es ingrediente esencial de la historia política del mundo entero y de las épocas todas. Con tal de avanzar en sus planes, la inmensa mayoría de los dirigentes políticos han debido ceder en posturas previamente asumidas como inamovibles.

Astillas: Roberto Albores y Pablo Salazar se reunieron ayer en Tuxtla Gutiérrez. Se dieron la mano y se tomaron fotografías. Acordaron establecer un equipo de transición. Ya se verá hasta dónde llegan estos momentos de aparente cordialidad. Albores bien haría en tener entre sus documentos un amparo judicial y un boleto abierto para viajar al extranjero... Diódoro Carrasco y José Angel Gurría visitaron ayer a legisladores federales para tratar de convencerlos de que vivimos en un paraíso en dos pistas, la política y la económica. Tales secretarios hacen esfuerzos verdaderamente admirables para tratar de sacarle jugo a las piedras y, mediante argumentos muy racionales pero poco creídos, lograr algún aplauso distraido o, cuando menos, una piadosa displicencia... Días atrás se escribió aquí "a fuerzas", refiriendo que en tales condiciones Fox había pedido perdón a los centroamericanos por sus padeceres al cruzar tierra mexicana. Por fortuna, hay lectores atentos a los gazapos de este tecleador, de tal manera que Juan Xocoyotzin Valdez Solís ha hecho el señalamiento del caso: se dice, y escribe, "a fuerza", y no "a fuerzas". Amén.

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