MIERCOLES 20 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Emotiva exhibición del filme Botín de guerra
Confían argentinos residentes en que México extraditará a Cavallo
Ť El documental muestra la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo
Blanche Petrich Ť Reciben en la cocina (bien se sabe que es el corazón de cualquier casa) y sirven mate o café. Algunas están ya bien viejitas. Otras tienen la vitalidad envidiable de los 70 años cumplidos. Se divisa un papá, en el patio, quien prepara un asado y llora. Es estrujante. A través de Botín de guerra, largometraje documental del argentino David Blaustein, se desgranan sus testimonios mirando a los ojos del espectador.
Son las Abuelas de la Plaza de Mayo y la película registra la tenaz búsqueda, a lo largo de un cuarto de siglo, de sus nietos secuestrados, el botín de la guerra sucia, los bebés de mujeres en cautiverio apropiados por oficiales de la fuerza armada argentina.
Entre abuelas y nietos se cruzan las historias de los desaparecidos, la generación suprimida, aquellos --30 mil--que "seguirán siendo jóvenes por siempre".
El botín de aquel proyecto genocida de la junta militar argentina asciende, según estudios de las Abuelas de Plaza de Mayo, a 500 "casos probables" de niños apropiados ilegalmente en cuarteles, campos de concentración o cárceles clandestinas, y cerca de 250 son casos plenamente comprobados y documentados; en 22 años de lucha han logrado localizar e identificar a 67 jóvenes.
Ayer a mediodía, después de proyectar la película en el Centro de Capacitación Cinematográfica y esperar unos minutos a que se disolviera el silencio emocional en la sala, el director ofreció una rueda de prensa, acompañado por la cineasta mexicana María Novaro --Danzón, Lola, El jardín del Edén--, Silvia Paniblanco, de la Asociación de Argentinos Residentes en México, y Natalia Brustein, pasante de la carrera de cine e hija de un desaparecido.
Era inevitable que saltara el tema de Ricardo Miguel Cavallo, ex director del Registro Nacional de Vehículos.
"México --dijo Silvia Paniblanco-- está en la mira del mundo, como lo estuvo Inglaterra en su momento mientras Augusto Pinochet estuvo en la antesala de la extradición. Es la oportunidad de demostrar que va a cumplir los principios ratificados en la Corte Internacional, que reconoce que la justicia es universal y los genocidas no pueden escabullirse solo cruzando fronteras".
México, continuó, tiene compromisos internacionales, "y tenemos confianza. Justo ahora está en curso el amparo interpuesto por Cavallo, pero queremos creer que ningún juez va a querer amparar a un genocida".
Mostró confianza en la solidez jurídica del auto de extradición interpuesto por el juez español Baltasar Garzón: "La mayoría, sino es que la totalidad, de los infantes secuestrados nacieron en la Escuela de Mecánica de la Armada mientras Cavallo fue allí oficial. No hay duda sobre su responsabilidad y está plenamente documentada."
María Novaro explicó las razones por las que la comunidad del cine y la cultura mexicanas se interesan en la extradición de Cavallo: "Porque estos 25 años transcurridos desde la guerra sucia en el Cono Sur nos define, a argentinos y mexicanos, como una misma generación, una misma comunidad. Porque el caso Cavallo representa una cortina que queremos descorrer todos. Por eso presionamos para que sin duda, sin dilación, sea extraditado a España y juzgado".
Novaro liga la guerra sucia argentina con la que tuvo lugar en México en la misma década: "No fue casualidad. El proyecto de brutal represión en América del Sur y el no menos brutal en México tienen paralelos, aunque aquí fue racista, se ensañó con los indígenas. Tenemos la tarea pendiente de analizar estas diferencias y estos paralelos. Hay que exigir justicia, información y juicio."
La serie de historias filmadas en Botín de guerra empieza con la de una mujer que iba a ser abuela y estaba tejiendo una batita rosa cuando escuchó ráfagas de ametralladora y bombas en su vecindario. Su hija desapareció en ese operativo.
Otra, en su mecedora, reconstruye la escena de cuando los milicos se llevaron al hijo en su presencia, y para despistar al enemigo dijo: "Nunca he visto a ese muchacho". La mirada de azoro del hijo es una espina en el corazón.
Una joven de 20 años cree tener recuerdos de la muerte de su padre. Otra, un fragmento nítido en la memoria: un día, cuan- do tenía apenas tres años, jugaba en un parque con su mamá y su hermano bebé --"había mucho sol"-- cuando vio que de un autobús escolar saltaban muchos soldados. En un instante su madre la abrazaba "como si no fuera a verme nunca más", y poco después su madre ya no estaba.
Así, una tras otra, hablan de la misma secuencia de hechos la hija o la nuera embarazada, el allanamiento, a veces el asesinato ahí mismo, el secuestro, la búsqueda in- fructuosa, el silencio oficial, la certeza de la existencia de un nieto o nieta.
Y los nietos, apropiados por familias ajenas, explican el choque que significa ver una identidad hecha añicos.
Así Carla Rutila, que vivía con "padres" que le propinaban tremendas palizas, un día vio su inconfundible fotografía, de bebé, en un cartel que portaba una extraña mujer de pañoleta blanca. Fue el principio de un hilo que se jaló y jaló hasta que Sacha Artés, actriz, encontró a su nieta. A dos voces cuentan el instante del primer abrazo.
Las abuelas entrevistadas hacen pausas para tragarse el llanto y continuar. Los nietos y nietas dejan correr las lágrimas sin mayor pena. Cuentan cómo empezó a gestarse a punta de solidaridad y coraje su organización humanitaria.
El creciente grupo de damas maduras se reunía, muy dicharacheras todas ellas, en la distinguida confitería Las Violetas, en una zona rica de Buenos Aires, y hablaban de modas, cumpleaños y flores.
Era un lenguaje en clave para organizar mítines, plantones y protestas contra la dictadura. Debajo de la mesa se pasaban escritos, informes. Eran años de miedo.
Aparece una nieta que al principio rechazaba a su abuela destrozada. Hay dos hermanos que se encuentran, y casos insólitos. Y al final hay mucha esperanza.
En la escena final las abuelas bailan un rock que habla de andar sin cadenas en los pies. "Es --define Blaustein-- un documental que pretende cambiar la realidad en un tiempo cuando es muy difícil cambiar la realidad, y la política es una mala palabra".
Botín de guerra fue exhibido durante seis semanas en Argentina, en seis salas. Recibió las mejores críticas cinematográficas en lo que va del año en la prensa.
Dio pie a que el gobierno cediera tiempo oficial de transmisión televisiva para una campaña de las abuelas que dice "si tienes duda de tu identidad, comunícate con nosotros", y al centro de documentación del organismo llovieron cien nuevas denuncias de pibes que buscan saber quiénes son.
Una de las jóvenes entrevistadas, Mariana Pérez, encontró a su hermano apropiado, y Juliana, otra que brinda su testimonio, se contactó con otro joven que probablemente sea también aquel retoño no nacido que su madre llevaba en el vientre cuando fue desaparecida.
En Buenos Aires hay un Banco Nacional de Datos Genéticos con muestras sanguíneas de familiares de niños desaparecidos. Existe un método científico, llamado "índice de abuelidad" en honor a esta organización, que emplea un análisis dactiloscópico molecular (polimorfismo de ADN) para confirmar parentescos biológicos.
Se espera que en esta década podrán ser encontrados la mayor parte de los nietos apropiados, pero muchas abuelas no vivirán para verlo.
--ƑPor qué regresa así el pasado? ƑPor qué cobran vida esos episodios de los 70?
--Porque unos echan la basura debajo de la alfombra y otros la jalan para volver a ponerla al descubierto. Es un tema que nunca desaparece --responde Blaustein, cuya película anterior, Cazadores de utopías, registra la historia del peronismo de izquierda, y cuyo proyecto futuro es un documental sobre el juicio a los comandantes de la junta militar en 1990, posteriormente perdonados e indultados por Carlos Menem.
"Al comienzo de los 90 nadie pensaba que los militares responsables de la apropiación de niños nacidos en cautiverio pudieran ser sentenciados a prisión, nadie pensaba que Pinochet pudiera ser sentado en el banquillo de los acusados", agrega.
Botín de guerra se va a exhibir el viernes 22 por la noche en el Zócalo.
"A ver qué pasa --concluye María Novaro--. Esta historia nos remite a nuestra propia guerra sucia en México, a nuestros desaparecidos. Si queremos paz en Chiapas, si queremos justicia en Aguas Blancas, también nosotros tenemos que empezar a hablar. La democracia pasa por esto".
Del Zócalo a Hollywood, de la mano del productor y distribuidor Peter Maray, cerebro de la gestión que llevó La historia oficial a la conquista de un Oscar.
Botín de guerra se estrenará el 20 de octubre en Los Angeles.