MIERCOLES 20 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Al parecer, el magnate ruso fue "extorsionado"
Escándalo de corrupción en el conflicto de Putin con Gusinski
Ť El consorcio de comunciación aún no es controlado por el Kremlin
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 19 de septiembre Ť El conflicto entre el Kremlin y el grupo de prensa Media-Most, del magnate Vladimir Gusinski, derivó este martes en un sonado escándalo, justo cuando los asesores del presidente Vladimir Putin creían -en una mezcla de ingenuidad y torpeza- que habían logrado, tras cinco meses de infructuosos intentos, poner bajo su control el consorcio de comunicación privado más crítico.
El 20 de julio pasado, siete días antes de que la Procuraduría rusa retirara todas las acusaciones y cerrara el caso que seguía contra el magnate por "falta de evidencias de delito", Gusinski firmó en Londres un documento peculiar.
En él se compromete a ceder parte de sus acciones a Gazprom, el monopolio estatal del gas, que es uno de sus principales acreedores y ya posee 38 por ciento del consorcio, en pago por una deuda de 473 millones de dólares, así como a vender el resto de su paquete accionario por 300 millones de dólares.
Pero Gusinski resultó más hábil que el ministro de Información y Prensa, Mijail Lesin, y el director de la subsidiaria de Gazprom que maneja sus medios de comunicación, Alfred Koj, los negociadores enviados por Putin.
El presidente ruso encargó la delicada misión a personajes con fama de duros, pero también de corruptos. Lesin, que fue impuesto como ministro todavía por Boris Yeltsin, arrastra una larga cauda de denuncias de ser insuperable en mezclar el cargo con los negocios particulares. Koj, durante un tiempo el encargado de Yeltsin de llevar a cabo las poco transparentes privatizaciones, fue destituido sólo cuando se hizo del dominio público que había recibido 100 mil dólares como adelanto de honorarios de un supuesto libro.
Dos días antes de formalizar el acuerdo con esos emisarios de Putin, Gusinski grabó en video, y ante dos abogados, un mensaje en el que advierte que, víctima de chantaje, firmará contra su voluntad.
Por si fuera poco, consiguió además que Lesin y Koj suscribieran un Anexo No. 6 confidencial, una suerte de pacto secreto entre el Kremlin y Gusinski, que pone en evidencia los métodos utilizados por el entorno de Putin para resolver sus controversias con el magnate.
Todo un monumento a la torpeza de los negociadores del Kremlin, el anexo de marras establece compromisos que, ahora, permiten a Gusinski hablar de intento de extorsión y poner en entredicho la validez legal del acuerdo firmado.
Sorprende que los emisarios de Putin hayan aceptado rubricar que "el acuerdo depende del cumplimiento de condiciones interrelacionadas, como son la suspensión de toda persecución judicial contra Gusinski (...), la concesión a Gusinski y otros accionistas de garantías de seguridad, de respeto de sus derechos y libertades, incluidos el derecho de libre movimiento, de escoger su lugar de estancia y residencia, de salir sin obstáculos de la Federación Rusa y de volver cuando gusten".
Como por arte de magia, en acción reivindicada por un hasta hoy desconocido grupo que se hace llamar Demócratas por la Libertad de Información, la versión escaneada de los documentos firmados por Gusinski en Londres, sin faltar todos los anexos confidenciales, aparecieron en Internet, en una página anónima de un servidor estadunidense (http://www.geocities.com/abramson4/) y todavía es posible consultarlos.
Fue, prácticamente, la señal para iniciar toda una ofensiva contra el Kremlin en los medios del consorcio. El Consejo Consultivo de NTV, su principal canal de televisión, exigió que Putin reciba a Mijail Gorbachov, quien preside dicho consejo, al tiempo que los directores del propio NTV, de la emisora Ejo Moskvy, del semanario Itogui y del diario Segodnia exigieron también una audiencia con el mandatario ruso.
El hecho de que Gusinski se haya tardado dos meses en denunciar lo que calificó de chantaje del Kremlin se inscribe en una misma estrategia. Es de suponer que, en ese lapso, "reordenó" parte de sus papeles a través de empresas fantasma en Gibraltar y otros paraísos fiscales, además de haber incrementado la búsqueda de inversionistas extranjeros dispuestos a asumir la deuda de Media-Most con Gazprom.
La respuesta, formalmente de Gazprom en la persona de Koj, no fue acudir a una Corte de Arbitraje, sino solicitar a la Procuraduría que investigue si hay elementos para abrir una nueva causa penal contra Gusinski. La carta de Koj al procurador general, Vladimir Ustinov, también se filtró por medio de la red de redes.
Sin hacer referencia al anexo, que subraya el carácter político de una transacción pretendidamente económica, Koj dijo que a Gazprom lo único que le interesaba era recuperar su dinero y que si tomaba el control de Media-Most, incluso, podría vender el consorcio a inversionistas extranjeros.
Pocos creen que sea esa la intención de Gazprom, que en toda esta historia no ha podido quitarse el estigma de actuar como simple instrumento del Kremlin. Putin calla por ahora, pero sólo tiene dos opciones: negociar con Gusinski o volver a ordenar que la Procuraduría busque una solución.