Ť Leonardo García Tsao Ť
San Sebastián en transición
San Sebastián Ť Mañana inicia la edición 48 del festival de San Sebastián, con la que se despide su director Diego Galán. No sabemos si es otra consecuencia del cambio de milenio pero son varios los festivales internacionales que han tenido o tendrán un relevo de mandos entre este año y el próximo. Como se sabe, Gilles Jacob ha dejado de ser el delegado de Cannes para asumir la presidencia; el suizo Moritz de Hadeln fue despedido tras 20 años a cargo del festival de Berlín (la próxima edición es su última); Marco Müller ha dicho adiós a Locarno, festival que encabezó en la mayor parte de los 90 y ahora Galán ha decidido cambiar de giro, después de haber sido responsable de la consolidación del festival donostiarra. (Desde luego, en el recuento no incluimos la Muestra de Guadalajara que cambia de director cada año, prácticamente).
Diego Galán no piensa retirarse de manera discreta. Esta edición promete muchas actividades atractivas para el público y los medios. Los premios Donostia que, salvo excepciones, se otorgan a llamativas figuras hollywoodenses serán este año para Michael Caine y Robert De Niro. Desde hace tiempo se superó esa tendencia a premiar ancianos agradecidos porque alguien les hiciera caso, como Glenn Ford o Lana Turner. Nadie necesita consultar libros para recordar la importancia de Caine y De Niro. (Es de esperar que el segundo no deje colgada a la organización, como lo hizo en su homenaje durante la pasada Berlinale).
También para el cine mexicano será una edición importante, pues con seis películas en diferentes secciones ?dos en competencia?, se trata de su participación más numerosa en la historia del festival (no contamos las retrospectivas, claro). En los próximos días sabremos cómo reacciona el público y la crítica ante dos estrenos mundiales: La perdición de los hombres, nueva realización de Arturo Ripstein en cine digital y una de sus raras aproximaciones a la comedia; esta es, claro, de tono negro y poblada por personajes entre patéticos y ladinos. Mientras que Sin dejar huella, cuarto largometraje de María Novaro, es una road movie sobre la huida de una española y una mexicana desde la frontera norte hasta Yucatán, en una especie de versión nacional de Thelma & Louise. Ripstein es un viejo favorito del festival ?en 1993 ganó la Concha de Oro por Principio y fin?, pero para Novaro significa su debut donostiarra.
Hay otros 12 títulos en concurso de habitual carácter tuttifrutti. Algunos ya se exhibieron en Toronto con una reacción de escaso entusiasmo: Alaska.de, de la alemana Esther Gronenborn; Face, del japonés Junji Sakamoto, y The Weight of Water, de Kathryn Bigelow. Otras son de directores conocidos como Elie Chouraqui y Francisco Lombardi, sumados a un par de franceses inflados como Mathieu Kassovitz y Francois Ozon. El país anfitrión concursa con El otro barrio, segundo largometraje de Salvador García cuya ópera prima, Mensaka, era bastante meritoria. El resto es una interrogante que en la siguiente semana se resolverá si se trata de revelación o relleno.
En lo que se ha llamado "Perlas de otros festivales", dentro de la sección Zabaltegi (Zona abierta en cristiano), se ha escogido sobre todo de lo exhibido en Cannes: Crouching tiger, hidden dragon, de Ang Lee; In the mood for love, de Wong Kar-Wai, y Nurse Betty, de Neil LaBute, y nuestros caballitos de batalla nacionales: Así es la vida, de Ripstein, y Amores perros, de González Iñárritu. (Las dos cintas mexicanas restantes se programaron en la sección Made in Spanish: Por la libre, de Juan Carlos de Llaca, y Rito terminal, de Oscar Urrutia).
Además, se anuncia un concierto de Caetano Veloso y David Byrne con fines caritativos, las tradicionales proyecciones infantiles en el velódromo de Anoeta, las infalibles retrospectivas (una dedicada al director inglés Carol Reed), y lo que vaya saliendo. Una manifestación de la ETA durante la ceremonia de inauguración o de clausura también es de rigor.