JUEVES 21 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Nombra al filósofo maestro distinguido de la ciudad de México
El Gobierno del DF premia a Sánchez Vázquez
Ť Una falacia, la idea de que la izquierda ha llegado a su fin, expresa el catedrático en la ceremonia
Karina Avilés y Ricardo Olayo Ť En el Salón de Cabildos del edificio de Gobierno del Distrito Federal, Adolfo Sánchez Vázquez, aquel ''incipiente poeta y simple estudiante'' que llegara a México en 1939 a bordo del barco Sinaia, como parte del grupo de refugiados españoles invitados por el presidente Lázaro Cárdenas, fue nombrado maestro distinguido de la ciudad de México.
Durante el acto, el filósofo expresó que es una ''falacia'' la idea que se promueve interesadamente de que la izquierda ha llegado a su fin, pues es ella la que en nuestros días está comprometida con valores y principios que el neoliberalismo desconoce o atropella: ''La izquierda sigue teniendo su espacio propio, tanto en el plano de los principios y valores que guían su acción como en el modo de hacer política''.
Emocionado por la distinción otorgada por el Gobierno del Distrito Federal -al que calificó de ''popular'' y de ejercer el poder ''manteniendo en alto contra viento y marea, pero con honestidad y eficiencia, los principios y compromisos morales y políticos por los que fue elegido''-, Sánchez Vázquez manifestó que la izquierda propugna ''asimismo un valor que, como atestiguan recientes acontecimientos en nuestro país, la derecha vuelve una y otra vez a desconocer. Se trata de la tolerancia entendida como respeto a las ideas, actitudes o preferencias de diversa índole que no se comparten''.
Sostuvo: ''Tolerar supone aceptar el pluralismo en todos los terrenos, pues aferrarse a lo único -ya sea el pensamiento único, la moral única, el partido único o la ruta única en el arte- es abrir de par en par las puertas a la intolerancia''.
Nombró varios de los principios y valores que distinguen a la izquierda de la derecha, sin embargo, expresó que hay un principio sustancial que estaría por encima de toda diferenciación: el de los derechos humanos: ''Así, la derecha en el poder suele abrir los ojos desmesuradamente ante las violaciones -reales o supuestas- de esos derechos en China o en Cuba, en tanto que los cierra ante las de su propio país o las del pasado: las de las dictaduras genocidas de Argentina y Chile. La izquierda tiene que denunciar esas violaciones donde quiera que se produzcan, pero debe denunciar también su defensa hipócrita y selectiva, así como la 'injerencia humanitaria' que, en nombre de los derechos humanos, hace añicos la soberanía nacional''.
La jefa de Gobierno capitalino, Rosario Robles Berlanga, colocó a Sánchez Vázquez la medalla con la insignia de la capital del país y puso en sus manos el pergamino que lo acredita como maestro distinguido de la ciudad. Antes, en su mensaje, Robles recordó las palabras del maestro en un texto en donde señala que las ''utopías no están forzadas a fracasar inevitablemente, como fracasan las aventuras utópicas de Don Quijote, pero sí obligan, como obliga la utopía de Don Quijote, a tomar en cuenta los obstáculos y límites que se interponen en su realización''.
Así, la funcionaria expresó que en México la utopía democrática está aún por construirse: ''La nueva sociedad de la utopía posible del maestro Sánchez Vázquez es la que reclaman decenas de movimientos sociales; jóvenes desplazados de la modernidad, sin acceso a la educación superior, mujeres indígenas que viven la doble discriminación del género y de origen étnico; trabajadores migrantes que padecen al otro lado de la frontera los saldos del libre comercio realmente existente''.
Acompañado por sus familiares, amigos y colegas, Adolfo Sánchez Vázquez -a quien Robles calificó como ''el Quijote moderno'' y ''filósofo antifranquista''- habló del contexto ideológico y universitario que han motivado su obra, para luego hacer una reflexión sobre la izquierda y la derecha. Los vientos que hoy soplan, dijo, los de la globalización, no son favorables para una alternativa socialista. ''El capitalismo neoliberal extiende o globaliza sus males estructurales: la explotación, la miseria, la extrema desigualdad social, la erosión de la soberanía nacional y la brecha entre los países ricos y pobres, a la vez que el desarrollo científico y tecnológico rentable mina la base natural de la existencia humana y amenaza incluso, con sus usos genético y militar, a su supervivencia''.
Por ello, frente a esa situación y para desarraigar los males, ''se hace más necesaria que nunca una alternativa social al capitalismo; (empero) ésta no se da por ahora. Esto conduce, en ciertos medios, a que prospere la idea que se promueve interesadamente de que la izquierda ha llegado a su fin. Y no sólo porque hoy no se da la posibilidad real, tanto tiempo anhelada, de una transformación radical del sistema, lo cual es una amarga verdad, sino también por la falacia de que, en virtud de ello, la izquierda se ha quedado sin terreno propio o señas de identidad: ya sea porque la derecha se ha adentrado en él, ya sea porque una y otra reivindican la democracia, el estado de derecho, la igualdad'', los derechos humanos. Y señaló: ''Como si la derecha y la izquierda pusieran en todo eso el mismo contenido y el mismo acento''.
Expresó que ''dada la falsedad de semejante concepción, que deja sin espacio propio a la fuerza política y social que ha de promover un cambio real y no una simple alternancia, o sea, la izquierda, hay que ver en ella una operación ideológica de la derecha. De la derecha 'civilizada' que, no atreviéndose a pronunciar su nombre, se presenta como centro e incluso como centro-izquierda''.
Sánchez Vázquez extendió el reconocimiento a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y, dentro de ella, a la Facultad de Filosofía y Letras, espacio en el que sigue activo como profesor desde hace 47 años.
Al comenzar la ceremonia, el filósofo Luis Villoro recordó el barco Sinaia, que en junio de 1939 trajo desde España ''a un grupo de intelectuales y trabajadores que habían luchado por mantener la libertad y la dignidad de un pueblo. Un México en que revivía la esperanza revolucionaria les abría los brazos''. Uno de sus pasajeros era Adolfo Sánchez Vázquez.
Mencionó que antes de la guerra civil española, Sánchez Vázquez ''había iniciado ya dos caminos: el de las letras y el de la política; había publicado sus primeros poemas e ingresado al Partido Comunista. Los dos caminos se cruzaron durante la guerra civil... Después, el exilio en Francia, donde un día recibió el llamado que recordará con gratitud toda su vida: el presidente Lázaro Cárdenas invitaba a los luchadores republicanos a encontrar un nuevo hogar en México''.
En este país, dijo Villoro, Sánchez Vázquez abrazó ''su nueva vocación, la filosofía; es aquí donde obtiene su formación académica y realiza toda su obra escrita y su actividad docente; la filosofía marxista era apenas conocida en los medios académicos. Sánchez Vázquez es responsable de su desarrollo en la Facultad de Filosofía y Letras. Da a conocer el Marx joven, el de los Manuscritos, desarrolla una estética alternativa al 'realismo socialista', fundamenta una ética social y una filosofía de la praxis, reivindica el valor del humanismo y de la práctica moral transformadora, dentro del marco amplio del marxismo; 61 años han pasado desde la llegada del Sinaia. Junto a tus camaradas, tú nos traías lo mejor de España. No llegaste a arrebatarnos nada, llegaste a darnos todo lo que tenías; a la vez, dejaste crecer en ti la savia mexicana''.