MARTES 26 DE SEPTIEMBRE DE 2000

LA DERROTA

Javier González Rubio Iribarren

Los grandes ídolos del deporte se hacen, ante todo, solos. Sus resultados y logros se vuelven irrebatibles. Pero hay otros surgidos de la esperanza de pueblos y de medios de comunicación que necesitan estrellas con urgencia. Hay otros que sí podrían ser ídolos y generalmente poco nos ocupamos de ellos, aunque sus logros están a la vista: escritores, pintores, escultores, algunos actores y actrices realmente buenos, uno que otro luchador, pero social. Es lo que tenemos. Lo demás son necesidades, ansias que no tienen sustento en la realidad. Se promueve la ilusión y el anhelo, y se alcanza la frustración en la comercialización brutal de las cualidades físicas del ser humano.

Hasta ahora, los atletas mexicanos en Sidney han hecho lo que han podido; sus competidores resultaron mejores. Puede haber, y las hay, cien razones que nos hemos dado y repetido desde México 68, desde México 70, pero la realidad no cambia. Que si los directivos, que si la falta de presupuesto, que si el gobierno, que si la presión, que si la mentalidad, que si el fogueo. Hemos echado manos de todas las justificaciones. Pero la realidad no cambia. Y los medios también tenemos que aprender a no crear falsas esperanzas.