VIERNES 29 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

El sopapo más reciente que han recibido los medios tiene olor a santidad: lo ha dado el mismísimo cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México y, según los enterados, aspirante muy destacado a suplir en su momento a Juan Pablo segundo.

Ha deplorado el jefe de la Iglesia católica mexicana, según nota de José Antonio Román publicada en La Jornada, que para los medios sólo existan las noticias cuando éstas son malas. Dio el prelado un ejemplo concreto: es noticia el asesino y no la madre que ama, aunque sepamos que por cada asesino hay un millón de madres entregadas y padres que trabajan 12 horas diarias para llevar alimento a los suyos.

Amargados y avinagrados

Agregó el cardenal Rivera: "Los medios y los comunicadores se convierten de esta forma en filtros de amargura y deformadores sistemáticos de la visión que el hombre tiene del mundo". Y es que, señaló en otra parte de la alocución que pronunció durante una misa de aniversario del diario El Universal, "se ha elevado a rango de noticia lo llamativo, lo galopante, lo tenso y lo avinagrado".

Ya antes en esta columna se ha tenido la pena de discrepar con energía de palabras cardenalicias e, incluso, de lamentar la falta de información que tan ilustres personajes pueden tener sobre temas básicos. En aquella ocasión resultaba increíble la militante ignorancia de Juan Sandoval Iñiguez, jefe del catolicismo en la demarcación con sede en Guadalajara, quien se había convertido en afanoso crítico de las comisiones de derechos humanos (en específico de la de Jalisco) porque, a su entender, tales instituciones nunca defendían los derechos de las víctimas de los delitos, sino sólo de los delincuentes. A pesar de los dorados ribetes y los altos títulos que le acompañan, don Juan no sabía que las violaciones a los derechos humanos en México se dan entre ciudadanos y poder público, pero no entre ciudadanos en sí; ni que la defensa de esos derechos se da por igual para víctimas o victimarios, siempre y cuando hayan sido agraviados por ese poder público.

Un encabezado positivo: "Todo en el mundo va bien"

El cardenal Rivera ha actuado de manera similar. Censura el meollo del periodismo, que es lo excepcional, lo diferente, abogando para que los medios cumplan tareas que son más propias justamente de pastores como los católicos: el mantenimiento de las normas religiosas, morales y sociales con el menor número posible de excepciones, de diferencias.

La visión del cardenal es típica de quienes ejercen el poder. Acusan a los medios de que las fotografías periodísticas que toman de los hechos públicos están demasiado cargadas del negro de la corrupción o del rojo de la sangre, sin aceptar ni entender que el periodismo retrata lo que hay en la sociedad y que lo más destacado, lo más relevante, lo que más sobresale en esas fotografías, son justamente los hechos oscuros, los densos.

La necesaria distancia entre medios y poder

Pero no es tal actitud exclusiva de elites conservadoras como las de la Iglesia mexicana (el Club de Roma) o el foxismo. Igual sucedió siempre con el priísmo que, en todo caso, supo tener la habilidad simuladora suficiente para sobrellevar su relación con la prensa. Igual ha sucedido con el cardenismo y con el perredismo, que prefieren militantes aduladores y no periodistas críticos. Igual ha sucedido siempre en la necesariamente tensa relación de los medios con el poder.

En el caso del cardenal Rivera, la salida al escenario de los medios obedece a que hoy más que nunca la Iglesia católica da notas, excepciones, hechos diferentes. Para empezar, los sacerdotes de elite están embarcados en el proyecto de aprovechar los vacíos de poder y las inexperiencias de los políticos civiles para ganar espacios y reinstalar la fuerza de su credo como fuerza política a la que necesariamente se deba tomar en cuenta para decisiones importantes, a riesgo de enfrentar la movilización y el reto de las masas, de las bases, de la clientela de ese creciente factor político. (Hasta santo quieren volver a León Toral, como para que tome nota cualquier civil con ganas de enfrentar a la Iglesia).

Protagonismo de sotana

Pero también sucede que cada vez con mayor frecuencia se ve en las páginas de los periódicos a curas metidos en litigios mundanos. Onésimo Cepeda convertido en bon vivant. El ex abad guadalupano, Guillermo Schulemburg, enredado en un proceso penal por presunto apropiamiento de terrenos ajenos. El nuncio Leonardo Sandri organizando una cita apresurada y escenográfica para aparecer con Vicente Fox y decir así que no hay problema entre ellos ni distanciamiento, y que el cambio de representante papal no se debió a que el argentino se la habría jugado erróneamente con Labastida.

šBomba!

Y no se diga de la bomba yucateca lanzada por Dulce María Sauri, quien ha entremezclado y equiparado el financiamiento de Carlos Cabal Peniche a las campañas del PRI de 1994 con el apoyo dado al viaje de Juan Pablo segundo a tierras mexicanas en 1993. La respuesta de Abelardo Alcántara, secretario del episcopado mexicano, sobre el tema, ilustra el origen de los matices que no le gustan a su posible santidad, don Norberto Rivera. Dijo Alcántara que aquellos dineros fueron recibidos "de buena fe", como también dice el PRI que lo hizo, y que sirvieron para que pudieran recibir al Papa muchos mexicanos que profesan la religión católica. Igual argumento tiene el PRI, es decir, que el dinero de Cabal sirvió para atender asuntos relacionados con muchos mexicanos que supuestamente profesaban el priísmo. Total, que la figura papal acabó enredada entre Cabales, Banco Unión, Taesa, Fobaproa y demás entes pecaminosos.

Lo tenso, lo avinagrado, no es invención

Sí. Ciertamente, la noticia es lo excepcional, lo diferente. Mientras los sacerdotes católicos se mantienen fieles a su credo, metidos en sus iglesias, entretenidos en sus ritos y rutinas, no aparecen en los medios. Pero cuando se convierten en algo excepcional, cuando pelean el poder político, cuando riñen entre sí, cuando hacen política abiertamente, entonces se convierten también en noticia.

Desde luego, lo excepcional, lo diferente, no tiene por qué ser negativo, llamativo, galopante, tenso o avinagrado. Pero eso no depende de los medios, sino de los políticos que ejercen el poder, de los sacerdotes o ministros que conducen conciencias, de los funcionarios que administran lo público. Los medios no inventaron el Renave, o los asesinatos políticos de Colosio, Ruiz Massieu y el cardenal Posadas. Los medios no han creado los escenarios extremos de miseria, injusticia y violencia que se viven en el país. Para reproducir esas realidades puede haber diversos matices, distintos enfoques, algunos de ellos tan perversos y dañinos como los programas de corte policiaco difundidos en televisión o los diarios y revistas de explícita vocación alarmista o amarillista, pero en esencia no se debe ignorar que el vinagre, lo tenso, lo galopante, suelen producirse fuera de la imaginación de los periodistas.

Astillas: No es sencillo el enredo en el que está Leonardo Rodríguez Alcaine: la autoridad judicial ordena que se devuelva a los jubilados las pensiones que, como otras cosas, los líderes charros desaparecieron de las arcas sindicales para luego encontrarlas en sus cuentas personales. De no haber tal devolución, el líder cetemista podría enfrentar un proceso penal... Raterías parecidas comete impunemente una gloria parlamentaria del priísmo: Víctor Flores, quien se ha sostenido al frente del membrete sindical rielero a golpes y amenazas. No sólo se ha despojado a los jubilados de sus pensiones, sino también a los trabajadores activos de su fuente de trabajo, y ha hecho desaparecer bienes de los trabajadores como edificios sindicales y centros deportivos. Por bien portado, el PRI lo ha hecho diputado y senador.

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