VIERNES 29 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť El escritor propone en su nuevo libro un recuento aleccionador, dice El Fisgón
Monsiváis: el conservadurismo sólo tiene éxito en las luchas de la cúspide
Ť Relegados al limbo histórico, los intelectuales del siglo XIX nos dejaron un legado de resistencia
Ť El miedo al tedio es la ideología más poderosa, el pavor irrefrenable, señala el premio Anagrama
Arturo García Hernández Ť Los intelectuales, escritores, poetas y políticos liberales decimonónicos, ''convencidos de las libertades y de su ejercicio" son ''para los mexicanos del siglo XXI un compromiso de lectura, un encuentro o reencuentro con lo mejor de la nación y un legado de resistencia ante lo más intolerante, atrasado y rapaz" del México contemporáneo. Tal es la certeza que permea el libro más reciente de Carlos Monsiváis, Las herencias ocultas del pensamiento liberal del siglo XIX.
Autores como Juan Bautista Mor ales (El gallo pitagórico), Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez (El Nigromante), Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Payno, Vicente Riva Palacio y Manuel Gutiérrez Nájera dieron forma jurídica y cultural a conquistas irrenunciables como el laicismo. Sin embargo, hoy son ''figuras de vida olvidada y obra inconsulta" relegadas a un ''limbo histórico", de ahí el título del libro publicado por el Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América y presentado anteanoche en el Centro Cultural del SNTE, ante una audiencia superior a 500 personas, profesores en su mayoría.
Viejas costumbres autocráticas
''Como en casi todo lo relativo a temas culturales -diagnosticó Monsiváis durante el acto- el miedo al tedio es la ideología mas poderosa, el pavor irrefrenable. En este sentido la televisión ha sido un asilo de los que huyen del bostezo y que por fuerza se ven obligados a divertirse con lo que les den para agradecer el cobijo. Y por temor a no pasarla bien, primero, y luego, ya nada más por el mero desconocimiento, las generaciones actuales han dejado de beneficiarse del conocimiento biográfico y literario" de aquellos autores.
Y lamentó: ''Cuánto se pierde el que no lee Memorias de mis tiempos, de Prieto, o Los bandidos de Río Frío, de Payno; o los poemas de Gutiérrez Nájera o los escritos incendiarios de Ignacio Ramírez; o las feroces y certeras diatribas anticlericales del conjunto (Habrá anticlericalismo mientras se prodigue el clericalismo). ƑCómo no apreciar los folletines de Riva Palacio, elogiarle el mejor título de melodrama alguno, Monja y casada, virgen y mártir, y reconocer el valor de su edición de México a través de los siglos? ƑDe cuánto se pierde en materia de examen de otros gustos, de cultivo de la sensibilidad anacrónica, de reconocimiento de las melodías verbales, el que no memoriza poemas de hace ya dos siglos?
En alusión al actual envalentonamiento del fanatismo religioso y la intolerancia, el ganador del Premio Anagrama de Ensayo advirtió que ''ninguna ideología muere en el momento en que la abandonan las fuerzas históricas que la produjeron". Puso por ejemplo ''al conservadurismo, la ideología que fracasó en las guerras de la Reforma, se vino abajo con todo y fusilamientos en la guerra de intervención, perdió sangrientamente al oponerse a la Revolución y sólo ha tenido éxito en las batallas que se libran en la cúspide, incruentas pero costosísimas" y que ahora tiene éxito ''en la santificación de la enseñanza privada"; ''en la recuperación del espíritu de las elites, a cargo del sistema de indulgencias"; ''en las consecuencias del analfabetismo funcional".
Ironizó: ''La historia notará los cambios sociales que le dé la gana, pero Dios inauguró las buenas costumbres de una vez por todas. Los hábitos mentales son, en el caso de los conservadores, aquella parte ajena a la modernidad que sólo se ejerce de modo ritual (...) Las sociedades que integran a México han cambiado drásticamente desde la última vez que el arzobispo Pelagio Antonio Labastida y Dávalos conversaba con el emperador Maximiliano, sin embargo los conservadores o los reaccionarios, como se prefiera, se empecinan en la inmovilidad (...) Los fundamentalistas de hoy lo piden todo: exención de impuestos en el pago de las colegiaturas; abolición de la enseñanza gratuita por medio de compromisos de pago al término de la carrera; privatización de todo lo que ha significado la garantía de los recursos estatales; entrega del patrimonio de la nación a empresas ecocidas; cesión a la iniciativa privada de antiguas tareas de gobierno; satanización de todo proyecto comunitario; campañas de odio para los que consideran legal el aborto en casos de violación, peligro de vida de la madre y certidumbre sobre malformación genética del producto". Esta es su estrategia, ''que la modernidad sirva para la concentración del capital y que las viejas costumbres autocráticas presidan el desarrollo de la sociedad". A lo equivalente de todo lo anterior en el siglo XIX -subrayó Monsiváis- se oponían los intelectuales liberales.
Acompañaron a Carlos Monsiváis en la presentación de Las herencias ocultas... la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo, el caricaturista Rafael Barajas El Fisgón y el editor Sealtiel Alatriste. Entre cada una de las participaciones, Margie Bermejo interpretó canciones emblemáticas de la época, de las que destacaron Mamá Carlota y Los cangrejos.
Liberales vs conservadores
Primera en intervenir, Elba Esther Gordillo -autora de la presentación que acompaña a Las herencias ocultas- habló de la ''antigua" relación intelectual que sostiene con Monsiváis a través de sus libros; de los amigos comunes y de las pasiones literarias compartidas; refirió las luchas mutuas desde sus respectivas trincheras, así como de las opiniones coincidentes que han prevalecido sobre las diferencias políticas.
Rafael Barajas (El Fisgón) hizo una rápida relación del contexto político, social y cultural en medio del cual empezó a adquirir significado el ser mexicano. Recordó que una vez concluida la guerra de Independencia, en 1821, a México le urgía ''forjar una conciencia nacional para sobrevivir a un vecino poderoso y en plena expansión (Estados Unidos). La tarea no era sencilla, ya que cuando Iturbide proclama el imperio mexicano hay muchos Méxicos y diversas identidades de lo mexicano". Las dos más definidas y organizadas eran las de los liberales, de un lado, y las de los conservadores, del otro.
Las herencias ocultas -dijo El Fisgón- ''es un libro didáctico en el mejor sentido de la palabra: revela lo que ya conocemos" y hace una revisión de las aportaciones que hicieron a la literatura mexicana los autores liberales. ''El recuento que Monsiváis hace de la vida y obra de estos personajes es aleccionador porque la vida y obra de estos personajes es aleccionadora". Pero señaló que ''a pesar de su acuciosidad" el libro presenta algunas ''lagunas graves", como la ausencia de José Joaquín Fernández de Lizardi, entre otros, con quienes Monsiváis reconoció tener una deuda ensayística.
Al final Sealtiel Alatriste ofreció, con base en varias anécdotas, un retrato de Carlos Monsiváis y dijo de Las herencias ocultas que es uno de los libros ''más entretenidos y a la vez más profundos con los que contamos, es un libro para los maestros. Creo que una de las lecciones más grandes que tenemos en la literatura nacional está en nuestro pasado y muy probablemente en nuestro futuro".