SABADO 30 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť La agrupación michoacana radicada en EU presentó Caliente, caliente


En medio de contrastes angelinos, La Raza Obrera canta a la raza

Ť El tono desenfadado de las letras, parte de su éxito; sus receptores: los rostros morenos

teofilo rojas pachecoArturo Cruz Bárcenas, enviado, Los Angeles, Calif. Ť Infiernos angelicales: la mancha urbana se extiende como queriendo invadir las montañas. Ahí, en esos caseríos vive la raza, la obrera y aspirante a acercarse al centro, al downtown donde los rascacielos retan la altura de esa serranía. Hay huelga de buses, dicen algunos. El trajín cotidiano se hace más difícil. Para sobrellevar la situación los que pueden descansan sábado y domingo. Se trata de olvidar la chinga de cinco días.

Conocen el downtown de entrada por salida. El conglomerado de edificios son el espejo de la marmaja, que a lo lejos es el diablo amarillo que Gorki vio en Nueva York; el poder de una nación que, con todo, le hace falta una cosa: ¡Dios!, escribió Lorca. Pero pisar sólo por aventura las anchas calles del centro a eso de las diez de la noche... ¡está cabrón! Un lumpen talonea entre los coches, entre las camionetas que reparten trabajadores del aeropuerto. A unos en hoteles de poca monta, a otros en calles cercanas. De a doce dolarucos la dejada. Policías nalgas gorilescas miran frunciendo el ceño. ¿Vienen por mí? ¿Qué hago aquí? Mejor me regreso a mi hotel de 24 horas. Soy de la raza, soy minoría, soy mexicano, soy latino... pero no acepto ser frijol.

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Ir al night o al rodeo son opciones, o ir al cine o al jardín; o echar, simplemente, la güeva. Para esos chambeadores toca el grupo La Raza Obrera, grupo cuyo nombre pareciera una redundancia conceptual. Pero en estas tierras es la reafirmación de un origen, de la lucha por la permanencia y por el destino. "Tocamos para los trabajadores, los obreros de este lado, aquí, en LA", dicen los miembros de esta asociación musicial originada en 1996.

La raza dice groserías y las incluyen en sus composiciones. Y han hallado resonancia. Eso ha hecho que las estaciones de radio no las difundan. Pero sus composiciones light son escuchadas y pedidas en sus presentaciones. Una de ellas, Mi tierra linda, habla de la valoración del origen, de ser ''un indio patarrajada'': soy de un pueblo pequeño, al pie de la montaña.

El tono de No necesitas a Carlo es de cotorreo, de party: ''¿Por qué le pegas al perro, Gelasio?/Es que me dan celos... tú traes menso al corazón... ya no le hagas caso al perro/ vente conmigo".

¿Y qué tal La reata? (Aquí se oye una voz como la que hacía el personaje Marisa, de Los Polivoces: ''¡Y la siguiente canción no es con mi novio Juan Gabriel, sino con mi amigas Las Panteritas! ¡Y aviéntense, mi amor!". Y se sueltan hablando de Zamora y otros pueblitos.

Y en Hay que celebrar: "¿Oye, Gurrumino, que tú ya andas hablando inglés?/Yes, a little be./ Excuse me, me sorprendes/ Es que mira, fíjate.../ a mí no me haces... (se oye un pit para ocultar la palabra pendejo)". Y se sueltan con una melodía chuntatá en la que destaca el uso del harpa michoacana.

En Feliz, feliz hablan de lo contento que está un trabajador de que ya es fin de semana y sólo piensa en divertirse. Aquí, en Los Angeles, muchos le atoran duro al camello. Tienen dos trabajos en los que por lo regular les pagan ocho dólares la hora. Comienzan a las ocho de la mañana, salen a las cuatro, comen algo y se van a la otra labor que se inicia a las cinco de la tarde. La mayoría procura descansar sábado y domingo.

La Raza Obrera toca para esos seres que han llegado a Estados Unidos y no han visto otra que darle duro, en lo que sea, barriendo y limpiando pisos, vidrios; como choferes. Uno de ellos, José, de 20años, recién casado, con un hijo, quien dejó de estudiar porque "es muy caro... 20 mil", por la mañana se contrató en una tienda; acaba y se va de chafirete, hasta las once o doce de la noche.

''Todo sea por mi hijo", expresó este oriundo de California, de padres de Jalisco, que llegaron acá hace 18 años. Pide permiso para sintonizar una de las estaciones gruperas. Escucha algo de Exterminador. A lo lejos se ve el estadio de los Dodgers; más allá la mole de concreto, el centro de LA, con sus rascacielos iluminados.

La raza canta a la raza, pero ya hay un nuevo rostro. En su última edición, la revista Newsweek en español publica un reportaje sobre la nueva faz de la raza. Dice: "En cada rincón de Estados Unidos se están redibujando las líneas cromáticas y se redefine lo que quiere decir raza. Ya no es sólo blanco o negro; los matices de amarillo y rojo significan más --y menos-- que nunca".

No es raro ver a latinoamericanos en varias ciudades relacionándose con negros (llantas), blancos (sábanas), mexicanos (frijoles)... Hay hombres que han salido con latinas, blancas e indias americanas, que escuchan rock, rythm and blues y hip-hop.

Para muchos jóvenes de Los Angeles y de otros estados los violentos choques entre Bull Connor y Martin Luther King Jr. parecen algo lejano, increíble. Para que hablar de la discriminación hacia los mexicanos.

País de migrantes, el amor y el sexo han unido a peruanos, españoles, alemanes, franceses, árabes e italianos. La galería de estadunidenses de origen autóctono son nigeriano, irlandés, afroamericano, amerindio, judío ruso y judío polaco.

El reportaje de Newsweek abunda en datos. Uno interesante es que la semana pasada "los californianos de raza blanca se contituyeron en "minoría", un 49.9 por ciento". Es decir, las definiciones de raza y etnia raramente han sido más fluidas. Para el 2010, los latinos superarán a los negros como la minoría más numerosa en la población. La presencia de los asiáticos será tremebunda en el 2020; se duplicarán, de 10 a 20 millones.

Por eso es doloroso que algunos chicanos ya amoldados a estas tierras, a esta economía, ahora vean a los mexicanos con desprecio, en algo que un titular de la misma revista llamó así: "Moreno vs Moreno". Chicanos de hoy expresan su desprecio por los trabajadores mexicanos de hoy. Y hasta les gritan "go back to México, wetback" (Regresa a México, espalda mojada). Son chicanos que se consideran más gringos que mexicanos. Estos son, a pesar de todas las oposiciones posibles, una fuerza laboral que no se puede despreciar, por barata y sumisa.

"Son chicanos ojetes", se queja con amargura Héctor, un carpintero de construcción que platica su historia en el aeropuerto. Viene a Puebla, para descansar tres meses. Trae un ''pedo atravesado que no puede salir''. Es evangélico y reza antes de tomar los alimentos. Quiere una mujer, no importa que esté fea, que crea y se dé a Dios.

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La noche del martes, entre tragos de cervezas Budweiser y Corona y tequila Cuervo, La Raza Obrera presentó su disco Caliente, caliente, en el rodeo Night Club, en Pico Rivera, ante más de 500 personas. Asistieron El Morro, Pepe Garza y Martin Fabian, entre otros. Cantaron El pescuezo del pollo, cuya letra dice: ''Oye Gurrumino, andan diciendo que tu primer amor fue una gallina./ No, no, hermano, lo que pasa es que me caen re bien las gallinas a mí./ ¿Pero por qué?/ Es que se creen las mamás de los pollitos... Como quisiera que mi suegra se volviera lagartija/ pa chingármela a pedradas y quedarme con sus hijas...''.

El ese: ''Oye tú, viejito, ¿tú sabes en que se parecen los cocodrilos al hombres?/ En que los dos abren la boca pa tragar./ No, es que cuando se bajan al agua nomás los puros ojitos se les ven./ Qué romántico".

La Raza Obrera recibió ese mismo martes un disco de oro por más de 100 mil copias de su cd Caliente, caliente. Mucho del éxito de este grupo radica en las composiciones en las que incluyen las groserías y el doble sentido. Sus integrantes son de Michoacán y cuentan ya con seis discos: El Aguila González, El cocinero, Corridazos prohibidos (La Martina), Colgó el pico la paloma, Corridazos prohibidos (El día de los malandrines) y, ahora, Arpacumbiando (Caliente, caliente). Todos para el sellos Ego Records International, de Erasmo González, quien fundó la compañía en 1992, en Tulare, California.