MIERCOLES 1o. DE NOVIEMBRE DE 2000

 


Ť Alejandro Nadal Ť

Disfrazar el desequilibrio externo

Después de un comienzo turbulento, el sexenio toca a su fin alardeando un triunfo en lo económico. El éxito se presenta en términos de un ritmo alto de crecimiento para este año, una tasa de inflación por debajo de la meta original y un modesto déficit en la balanza comercial.

ƑPuede la economía mexicana crecer sin incrementar de manera incontrolable el saldo negativo en la balanza comercial o está disfrazado el desequilibrio externo?

En 1995 y 1996 se obtuvo un superávit en la balanza comercial de 7 mil millones de dólares (mmdd) y 6.5 mmdd respectivamente. Pero ese superávit se alcanzó porque en 1995 la economía mexicana fue sometida a la peor recesión en 60 años. Además, el efecto de la devaluación de 1995 repercutió durante esos dos años sobre el costo de las importaciones y favoreció las exportaciones.

Aun con el descomunal costo social que sufrió la economía, el déficit en la cuenta corriente nunca desapareció, aunque se redujo de manera espectacular.

En 1997, la economía creció a una tasa de casi 7 por ciento. El saldo positivo en la balanza comercial generado durante los dos años anteriores casi desapareció, reduciéndose a la cifra insignificante de 624 millones de dólares.

Al año siguiente, la economía creció a una tasa de 4.8 por ciento con un saldo negativo en la balanza comercial de 8 mmdd. Dicho déficit sólo pudo disminuir a 5 mmdd en 1999 al reducirse el ritmo de crecimiento a 3.7 por ciento.

Durante el 2000 la tasa de crecimiento aumentó a 7 por ciento, rebasando las expectativas. Y lo sorprendente es que el déficit en la balanza comercial probablemente no rebasará 7 mmdd.

Sin embargo, de estos resultados no se puede concluir que el modelo neoliberal ya superó el viejo problema estructural del crecimiento sin equilibrio externo. En realidad, sólo los altos precios del petróleo permitieron disfrazar la magnitud del desequilibrio externo.

Este año, el precio promedio de la mezcla mexicana de exportación habrá sido de 26.8 dólares por barril. Se exportaron 1.68 millones de barriles diarios, arrojando un ingreso por exportaciones de petróleo de 16 mil 720 millones de dólares.

Si calculamos cuál habría sido el déficit en la balanza comercial sin las exportaciones de petróleo, observaremos la verdadera magnitud del desequilibrio externo. Si no fuera por las exportaciones de petróleo, el saldo negativo en la balanza comercial sería de 23 mmdd en este año. A su vez, el déficit en la cuenta corriente rebasará 35 mmdd, nivel que no podría ser financiado por el flujo de capitales.

El mismo cálculo para 1994 arroja un resultado similar. Eso significa que las distorsiones en el sector externo (incluyendo la petrolización) no se han podido eliminar por la estrategia económica vigente.

El otro componente que permite disfrazar el déficit comercial es el desempeño exportador de las maquilas. La competitividad del sector maquilador mexicano depende fuertemente de los bajos salarios, lo que se aplica también al sector exportador de las manufacturas. El índice de salario real en ese sector sigue por debajo del nivel de 1994, lo que dice mucho del rezago acumulado durante este sexenio. Peor aún: aunque el salario recuperó apenas 10 por ciento de su valor desde 1995, el costo laboral (en dólares) creció 40 por ciento debido a la sobrevaluación, porque los salarios se pagan en pesos. Esto hace que se busque compensar la pérdida de competitividad por el tipo de cambio a través de una mayor contención salarial.

El ritmo de importaciones que mantiene nuestra economía es artificial al carecer de bases de competitividad más robustas. Ni los precios del petróleo ni los yacimientos del crudo pueden disfrazar por tiempo indefinido los problemas estructurales relacionados con el desequilibrio externo. La competitividad de las maquiladoras por mano de obra barata tampoco puede sostenerse indefinidamente.

En resumen, los recursos captados a través de las exportaciones de petróleo y maquila permiten reducir el saldo negativo en la balanza comercial hasta un nivel financiable por flujos de capital del exterior. Desgraciadamente, esta capacidad artificial para importar profundiza el desmantelamiento de la planta productiva orientada al mercado doméstico. La sobrevaluación cambiaria agrava este estado de cosas. En el futuro, será cada vez más difícil revertir las distorsiones en la pauta de crecimiento de las ramas de la industria manufacturera.

En conclusión, la sustentabilidad del modelo neoliberal no está asegurada, a pesar de la retórica triunfalista del gobierno y sus amigos en la nueva administración.