DOMINGO 5 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Bush, adelante en el sur
Podría perder Gore, pero ganar la presidencia
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 4 de noviembre Ť "Creemos que Gore podría perder el voto popular y aún terminar en la Casa Blanca", comentó un funcionario de la campaña presidencial demócrata de Al Gore a La Jornada.
Muchos observadores políticos reconocen que las encuestas más recientes demuestran que el aspirante republicano tiene una pequeña ventaja en la tendencia del voto de entre uno y cinco puntos sobre Gore entre el electorado. Pero las elecciones presidenciales en este país no se definen por el número de sufragios que acumula un candidato a nivel nacional, sino sobre la base de votos contabilizados en cada estado.
En el sistema estadunidense de elecciones presidenciales, cada estado celebra su propia elección presidencial. No hay voto directo: se vota por un colegio electoral.
Cada estado tiene asignado un número de sufragios electorales sobre la base de su población. Los estados más pequeños tienen un mínimo de tres votos electorales, y el más grande, California, cuenta con 54.
El candidato que gane la mayoría del sufragio popular en un estado, gana todos los votos electorales asignados a esa entidad (dos tienen excepciones). Con este mecanismo, si Bush gana una mayoría del voto en Texas, recibe los 32 sufragios electorales asignados a ese estado, mientras que su contrincante, aunque gane una buena proporción del voto popular, no recibe ninguno.
Si Gore gana la mayoría del voto popular en Nueva York, como se espera, se llevará los 33 votos electorales de ese estado. El candidato que gane suficientes estados para alcanzar 270 sufragios electorales gana la presidencia. Con este sistema, en tres ocasiones en la historia estadunidense el candidato que ganó más votos del electorado nacional no alcanzó la presidencia.
En efecto, ya que los votantes no eligen al presidente, un candidato podría ganar menos sufragios individuales a nivel nacional, pero ganar en suficientes estados con más votos electorales y lograr el número mágico de 270 votos en el colegio electoral.
Dinámica intrigante
"La disparidad entre los números nacionales (de votos del electorado) y los resultados estatales manifiesta una dinámica intrigante", indicó hace unos días el analista Ronald Brownstei, de Los Angeles Times.
Explicó que Bush está ganando por un amplio margen en estados sureños como Texas (ventaja de 30 puntos), y Gore está ganando por un margen más pequeño en estados donde tiene la ventaja (en algunos está adelante por unos seis o siete puntos).
Pero en este sistema no hay ventaja real por tener un amplio margen en un estado individual, y por ello Gore podría conquistar triunfos muy apretados en suficientes estados para ganar los 270 votos electorales.
"Existe 30 por ciento de posibilidad de que Gore pierda el voto popular y gane el electoral", opinó James Carville, el famoso estratega electoral de Bill Clinton.
La última ocasión en la que un candidato ganó la mayoría nacional pero perdió la presidencia fue en 1888, y algunos analistas creen que un triunfo de Gore después de perder el voto popular podría generar una reforma en este mecanismo codificado.
"Vivimos en un mundo tan diferente al de 1888, que yo creo que uno no puede sostener" este procedimiento, indicó el experto Thomas Mann, de Institution Brookings, al Times. Pero eso sólo se puede cambiar a través de una enmienda constitucional.
Por lo tanto, todo lo que se puede decir con confianza ahora es que la noche del 7 de noviembre podría ser muy larga.