Lunes en la Ciencia, 6 de noviembre del 2000



Un recinto con un lugar especial en la historia de la astronomía

El Observatorio Lowell y México

Antonio Sánchez Ibarra

En días pasados tuve la fortuna de visitar de nuevo, después de 14 años, el Observatorio Lowell, que se encuentra en la ciudad de Flagstaff, Arizona. Mucho menos conocido en la actualidad que el famoso complejo del Observatorio Nacional de Kitt Peak, cercano a Tucson, el Lowell tiene una gran historia y, curiosamente, nuestro país y varios mexicanos estuvieron implicados en sus inicios.

clark.GIF bn Con sólo 800 habitantes, Flagstaff, al norte de Arizona, fue seleccionado en 1892 para instalar un observatorio astronómico por Percival Lowell, originario de Boston Massachusetts, quien, con recursos propios, gracias a su buena posición económica, decidió erigir el nuevo centro de observación.

Lowell, apasionado por la astronomía, tenía gran interés en observar el planeta Marte, donde Giovanni Shiaparelli, astrónomo italiano, había percibido líneas cruzando la superficie de ese planeta.

Dos pequeños libros escritos por Kevin S. Schlindler y Henry L. Gielas narran la historia de dos de los primeros telescopios instalados en el observatorio Lowell: el refractor Clark y el telescopio de 13 pulgadas que permitió descubrir años después el planeta Plutón.

En esos libros descubrí cómo en los primeros años Lowell tuvo dudas en cuanto a la ubicación del observatorio en Flagstaff, y no sólo pensó en alternativas, sino que, ante el interés de observar la oposición del planeta Marte que ocurriría el 10 de diciembre de 1896 y después de haber tenido intensas nevadas en Flagstaff en los inviernos de 1894 y 1895, decidió cerrar el observatorio y trasladarse a... México, en busca de mejores cielos.

Este pasaje, que nunca había visto en las historias escritas de la astronomía en México, me pareció sorprendente. El 7 de noviembre de 1896, Andrew Douglass, asistente de Lowell, llegó a la ciudad de México para elegir el sitio de observación. El punto seleccionado se encuentra en Tacubaya, siete kilómetros al oeste de la entonces pequeña ciudad de México y a sólo 800 metros del celebre Observatorio de Tacubaya.

En tal lugar, se levantó un edificio y se construyó una cúpula para posteriormente recibir el telescopio refractor de 24 pulgadas, que en esa época era uno de los mayores de su tipo en el mundo. Finalmente todo quedó instalado y Lowell efectuó la primera observación el 28 de diciembre de 1896. Aunque no logró observar a Marte el día principal de la oposición, sí efectuó registros que hacía principalmente por las tardes en que las condiciones de visibilidad eran excelentes, en aquella ciudad incipiente aún sin trazas de contaminación.

El telescopio permaneció en Tacubaya hasta el 26 de marzo de 1897, cuando Lowell consideró que a pesar de ser un sitio excelente durante el invierno, el lugar no prometía buenas condiciones el resto del año y había problemas, además, para llegar al domo del telescopio.

Aunque Percival Lowell pensó en mover el instrumento posteriormente a otros sitios del planeta, aquél finalmente regresó a Flagstaff y no volvió a ser trasladado. Más que un instrumento de observación, en la actualidad se le puede considerar un monumento y puede ser visitado por cualquier persona. Ademas de admirar el telescopio, es posible ver el domo, que está hecho de madera.

En los mismos libros también se menciona a Ramón Vielma, mexicano, quien participó de manera muy activa, alrededor de 1928, en la edificación del domo del telescopio que posteriormente, en 1930, habría de descubrir al planeta Plutón.

El Observatorio Lowell no sólo ocupa un lugar muy especial en la astronomía en general, sino también en la de nuestro país.

El autor es responsable del área de astronomía del Centro de Investigación en Física de la Universidad de Sonora y reciente ganador del Premio a la Divulgación de la Ciencia 2000, otorgado por Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (Somedicyt).

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