SAN ANDRES, AL CONGRESO
Anoche, el presidente electo, Vicente Fox, anunció
que el día que tome posesión enviará al Congreso de
la Unión la iniciativa elaborada por la Comisión de Concordia
y Pacificación (Cocopa) para convertir en reformas constitucionales
los acuerdos de San Andrés Larráinzar, firmados en 1996 por
el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el gobierno
federal.
Cabe recordar que, a fines de ese mismo año, el
presidente Ernesto Zedillo rechazó el documento de la comisión
parlamentaria y se negó a presentarlo al Legislativo; con ello desconoció,
en los hechos, los acuerdos de San Andrés sobre derechos y cultura
indígenas, y se inició un largo e incierto empantanamiento
en las gestiones pacificadoras para Chiapas, así como un inexorable
proceso de descomposición social y política en esa entidad.
En los cuatro años transcurridos desde que el Ejecutivo
federal cerró la puerta a la posibilidad de un acuerdo histórico
con los indígenas rebeldes de Chiapas ocurrieron matanzas como las
de Acteal y El Bosque, se perseveró en el cerco militar contra las
comunidades zapatistas, proliferaron los grupos paramilitares como Paz
y Justicia --dos de cuyos líderes acaban de ser sometidos a juicio,
a pesar de las afirmaciones en el sentido de que tales grupos "no existen"--
y se desaprovechó la oportunidad para construir un nuevo estatuto
de justicia y dignidad para los pueblos indios de México.
El anuncio de Vicente Fox es, con estos antecedentes,
por demás esperanzador en la perspectiva de reactivar el proceso
de pacificación en Chiapas y de construir, en esa entidad, un verdadero
estado de derecho.
No debe perderse de vista, sin embargo, que en el tiempo
transcurrido desde que la primera Cocopa redactó la iniciativa mencionada
han ocurrido grandes cambios en el país y en el escenario chiapaneco,
los cuales pueden traducirse en obstáculos adicionales en el camino
de la paz, la integración social y el desarrollo. Por principio
de cuentas, el mapa político contemporáneo es, hoy, radicalmente
distinto al de fines de 1996, y la composición plural del Congreso
demandará una intensa negociación política para sacar
adelante la propuesta de reformas constitucionales. En otro sentido, en
los cuatro años transcurridos el conflicto chiapaneco se ha profundizado
y diversificado, y ha generado nuevas situaciones de tensión social
en la entidad.
En suma, con todo y lo plausible de la decisión
del presidente electo de enviar el documento de la Cocopa al Legislativo,
tal medida debe considerarse un primer paso en la solución del problema.
Una vez realizada, habrá de empeñarse toda la voluntad política
en la negociación para la paz. |