JUEVES 9 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

Sea cual fuere el resultado de la elección estadunidense de presidente, los mexicanos podemos estar seguros de que no habrá apertura alguna de las fronteras para el tránsito de personas (mucho menos las puertas abiertas que propuso Vicente Fox), que se mantendrán los mecanismos de certificación de la lucha antidrogas, y que nuestra suerte económica será crecientemente añadida a la del dominante país vecino.

Uno u otro: casi lo mismo

Bush o Gore son, en ese sentido, una apuesta en la que los mexicanos poco ganaremos en el supuesto de entrar, pues en ambos casos los intereses estadunidenses triunfantes seguirán siendo los mismos en lo esencial, salvo los detalles de índole personal o familiar que pudieran agregar elementos menores o secundarios: Bush y su relación directa con México, y sus esfuerzos escenográficos por acercarse a México mediante mariachis y frases en español; Gore y la presunción de que las políticas demócratas son, en lo general y a largo plazo, más proclives a intereses mexicanos que las de los republicanos.

La ola conservadora: Fox, republicanos

Pero, mientras se resuelve el enigma de la modernidad imperial sujeta a sistemas electorales obsoletos y antidemocráticos, y así sepamos al fin quién será el nuevo presidente del país vecino, a los mexicanos nos puede ir quedando muy claro que la derecha conservadora mexicana, que llegará al poder el primero de diciembre, tendrá plena correspondencia en el ámbito estadunidense. Por lo pronto, los republicanos han tomado control de las cámaras, así sea por escasos márgenes, y es probable que finalmente el nuevo presidente sea el también republicano Bush. Pero aun cuando el vuelco favoreciera al impoluto y demasiado perfecto Gore, la realidad política estadunidense habrá de impedir que se dé cualquier tipo de gesto hacia México que no sea claramente conveniente a los intereses de una derecha que, a fin de cuentas, es la ganadora en su expresión republicana (en las cámaras y sobre todo si se confirma el triunfo del gobernador de Texas), e inclusive si llega, acotado, débil, sin un mandato claro y firme, el actual vicepresidente.

El proyecto Fox tiene, pues, un campo de desarrollo amplio. En la Casa Blanca habrá, con un nombre u otro, pareciéndose el titular del poder a las estampas Marlboro o a los anuncios evangélicos o robóticos, un hombre que estará presto a impulsar la gran batalla foxista por enganchar aún más a México al estilo estadunidense y por asumirse en los hechos como una nación deseosa de ser beneficiada con una especie de protectorado; un Estado más, el mexicano, asociado al gran sueño americano, sin aceptar formalmente que se le represente en la bandera como una estrella más.

Fox-Bush: petróleo, energía eléctrica

Este tecleador desea correr el riesgo de suponer que el triunfador de los comicios entrampados en Florida será George W. Bush. En tal hipótesis, los puntos de coincidencia entre los presidentes mexicano y estadunidense serán aún más. Bush, como es sabido, es un hombre de escasa experiencia política, al que le interesaba más ser presidente de la liga nacional de beisbol de su país que dedicarse al servicio público. No sembraba hortalizas ni producía calzado, pero era gran empresario del deporte, con los Rangers de Texas.

Famosos son, por lo demás, sus tropiezos verbales frecuentes, las palabras dichas unas por otras y el poco entendimiento de los grandes asuntos internacionales, atenido en realidad a lo que sus asesores le sugieren que diga o haga.

Como se ve, no son sólo el estilo campirano de vida o las botas texanas o guanajuatenses los puntos de coincidencia entre Bush y Fox. Si el hijo del ex presidente gana la Casa Blanca, habrá ya inclusive un principio de acuerdo con el mexicano para que el petróleo nacional sea integrado al paquete estratégico de energía que desea manejar Bush para impedir crisis y desabasto en su país.

De ello dio tranquila cuenta el propio Bush a los pocos días de que Fox le había visitado en aquella gira por Estados Unidos. La idea, señaló Bush, es que el petróleo canadiense y el mexicano formen parte de un esquema estratégico con Estados Unidos. Otro tema ya abordado en aquel país por el presidente electo mexicano, y absolutamente comprometido, es el de la apertura al sector privado, y extranjero, de las tareas de generación de energía eléctrica en México. Ese es un compromiso expreso de Fox, al que ayudará Leonardo Rodríguez Alcaine desde el SUTERM.

Florida, Fox y el anticastrismo

La suerte ha colocado al estado de Florida como virtual clave del futuro político estadunidense. El presidente estará claramente comprometido con ese estado y procurará atender de manera especial las posturas y reclamos de los ciudadanos de esa región, que habrá de definir el virtual empate electoral. Tal condición hará que los intereses de los anticastristas sean tomados especialmente en cuenta.

En ese entorno, México podrá ser, con más eficacia, la mano del gato que Estados Unidos use para sacar las castañas cubanas del fuego. Fox ya ha perfilado con claridad su disposición a emprender una campaña política contraria al actual gobierno cubano, advirtiendo que impulsará la democracia y el libre mercado. En los hechos, el gobierno mexicano, ya sin la incómoda Doctrina Estrada, habrá de ser elemento sustancial para impulsar gestos anticastristas que serán altamente gratos para los votantes de Florida.

La vicepresidencia

Conviene también tomar en cuenta el perfil de los candidatos a la vicepresidencia. Dick Cheney, el acompañante de George W. Bush, reúne la suficiente experiencia en los sótanos y las alturas de la política estadunidense como para hacer temblar a quienes quieren confiar en la apariencia simplona del candidato republicano a presidente. La vocación armamentista y bélica de Cheney contrasta con las credenciales moralistas de Joseph Lieberman, el primer judío en ser postulado a uno de los dos máximos cargos de la política estadunidense. Desde luego, quienes sufren por tal nombramiento son algunos líderes del mundo árabe.

Hoy, pues, si no marca otra cosa el libreto del espectáculo llamado elecciones presidenciales, se sabrá quién es el triunfador, tanto en la presidencia como en la vicepresidencia. Podría retardarse aun ese anuncio si se complican algunos de los extraños factores que concurren en este peculiar entrampamiento. De cualquier manera, para los mexicanos, el trazo conservador al que habremos de concurrir está totalmente hecho, mucho más si el ganador es Bush.

Escuelas, no bancos: Ƒlideresas, no banqueros?

Ernesto García Mendoza escribe desde la Facultad de Ciencias de la Universidad de Amsterdam para aclarar que "a la agrupación de tiburones se les llama escuelas, y no bancos", refiriéndose a la columna de ayer en la que se habló de los compromisos de pesca hechos por Vicente Fox, quien había anunciado ante corresponsales extranjeros que en los primeros 100 días de su gobierno atrapará peces chicos, medianos e inclusive dos o tres tiburones. Los conjuntos de peces son llamados bancos, pero en el caso específico de los tiburones debe hablarse de escuelas, según nos explica García Mendoza. A partir de ese cambio de denominación, es válido preguntarse si entonces el mensaje oculto de Fox no va contra los banqueros, sino contra los líderes charros del gremio magisterial, específicamente la profesora Elba Esther Gordillo.

Astillas: Cumple un año al aire el programa šCuidado... mujeres trabajando!, conducido por Adela Micha y difundido por uno de los canales de Televisa. Dicho programa es una muestra inteligente de periodismo y, en particular, del tratamiento del difícil tema de los asuntos femeninos. Sin chabacanerías, tonteras ni frivolidades, como sucede en otros espacios conducidos por mujeres, sobre todo los llamados talk show, Adela Micha ha ofrecido a lo largo de un año diálogos y entrevistas profundas con destacadas mexicanas.

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