DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Bernardo Barranco V. Ť
Elecciones en el Episcopado Mexicano
Si la lógica se impone, Luis Morales repite como presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) para los siguientes tres años. La elección se efectuará en la próxima asamblea, que se realizará del 13 al 17 de noviembre. Generalmente, todos los presidentes de la CEM han repetido en el cargo; así ocurrió con los cardenales de Guadajalara (José Salazar), ciudad de México (Ernesto Corripio Ahumada), Monterrey (Adolfo Suárez Rivera) y Jalapa (Sergio Obeso).
Las elecciones de la presidencia de la CEM, como de todo el consejo, adquieren interés debido a la intensa disputa que mantienen al interior grupos de obispos, y que se enmarca en dos profundas transiciones: la primera es el advenimiento del nuevo gobierno foxista, que pondría fin a un sistema político obsoleto; la segunda se experimenta en el Vaticano, agitado por los realineamientos en torno a la eminente sucesión pontifical.
El reglamento interno de la CEM establece que con dos tercios en la primera y segunda rondas es suficiente para elegir, y si no es alcanzada por mayoría simple será en la tercera ronda, tal y como ocurrió en 1997, cuando Morales obtuvo 15 votos más que Norberto Rivera. Los electores son los obispos, que a pesar de la campaña de críticas contra Morales por su excesiva condescendencia con don Samuel Ruiz y la diócesis de San Cristóbal, en general estarían a favor de la relección.
Un indicador está en la controversia sorda y subterránea que se generó en torno al documento Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos. Conocidos sectores, ligados en Roma a Angelo Sodado, quisieron evitar que surgiera a la luz pública el texto que, aunque moderado, toma distancia clara del régimen priísta y se manifiesta abiertamente por la alternacia política. El documento fue aprobado por más de 80 votos, porque representó un amplio proceso de consultas y nueve redacciones. Fue elaborado por la Comisión de Pastoral Social y apoyado decididamente por Morales, quien enfrentó maniobras de última hora provenientes de Roma para aplazar la edición y no provocar al gobierno.
La toma de decisión recae en los obispos que decidirán con aquéllos que se identifiquen y gocen de mayor representatividad, pero los resultados del 2 de julio y el advenimiento del gobierno foxista sin duda influirá en los votantes.
El grupo del cardenal Rivera, reforzado por el entonces nuncio Leonardo Sandri, apostó por la continuidad del gobierno priísta; su análisis fue erróneo como también el distanciamiento de Fox. Desde el arranque de su campaña, el cardenal criticó la utilización del estandarte guadalupano; pero fue notoria su proximidad con Labatida, quien después de sostener una entrevista con Rivera le llamó: "mi cardenal". Tampoco se olvida la multicitada reunión en los azulejos de mayo último, entre labastidistas, miembros del llamado Club de Roma, reforzados por Sandri, y la presencia inquietante del ex nuncio Jerónimo Prigione. Pero sobre todo se recuerda el mensaje poselectoral del arzobispo primado de México, que más que celebrar el intenso proceso electoral, como correspondía, envía consuelo y resignación a las huestes del derrotado PRI.
En suma, la presidencia episcopal deberá tener interlocución con los miembros del nuevo gobierno, máxime si las expectativas son altas frente a un presidente confesional católico. Por eso suena lógica la autodescalificación pública que realizara en semanas pasadas el cardenal Rivera a la presidencia de la CEM; sabe bien que no tendría ni el peso ni condiciones subjetivas para dialogar con éxito ante el nuevo gobierno. Sus hermanos en el episcopado lo saben bien; y, por el momento, él no sería la mejor opción para asumir esa presidencia.
Los obispos deciden; pero las condiciones nuevas del país y el entorno político son determinantes. Probablemente si no es Morales será otro obispo que ha caminado en el consejo permanente, partícipe de la misma sensibilidad. Sin embargo, existe un tercer factor que no debemos olvidar: la Secretaría de Estado del Vaticano. Si Sodano presiona a favor o en contra de algún candidato, puede surtir efecto.
En otros artículos hemos insistido en la importancia geopolítica y religiosa de México para el Vaticano, y si sumamos las intensas aguas agitadas en Roma por la sucesión pontifical debemos considerar la injerencia probable de un importante sector del Vaticano. Aquí la oportunidad sería para Berlié y el cardenal Sandoval. Los obispos mexicanos no escapan a las alianzas, redes y correlaciones que se tejen con mayor ansiedad en los planos internacionales de la Iglesia. La elección de la presidencia de la CEM sin duda nos revelará muchos de los mecanismos, misterios y tendencias que se abren en la Iglesia católica en vísperas de reacomodos determinantes.