DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Néstor de Buen Ť
ƑDemocracia sindical?
Hay que reconocer que Leonardo Rodríguez Alcaine es un hombre de recursos. No me refiero a los económicos, por supuesto, aunque no dudo que también los tenga. Le gusta vestir bien, tiene aviones a su disposición y, más allá de sus exabruptos, es un tipo interesante y hasta simpático. Porque con dos años de estudios universitarios, no ha hecho mala carrera en el mundo de la electricidad. Claro está que, aprovechando una famosa coyuntura: el nacimiento del SUTERM como síntesis del sindicato dirigido por Rafael Galván, que encabezaba la Corriente Democrática, y del Sindicato de la Comisión Federal de Electricidad al cuidado de un hombre grato e inteligente, el inolvidable Paco Pérez Ríos, Rodríguez Alcaine ascendió sin problemas. ƑRazones?: la enfermedad sin remedio de Paco y la expulsión de Rafael Galván, ordenada desde arriba de la CTM para evitar su ascenso automático a la secretaría general.
Como buen cetemista, a Rodríguez Alcaine le gusta repetir en el puesto. Pero ahora no parece que lo haya hecho con la elegancia que corresponde a su estilo de vestir. Se merendó una convocatoria que obligaba a dos días de congreso; contrató guaruras suficientes para no dejar entrar a la oposición y con acuerdos a mano levantada (la antítesis de la democracia sindical), se autonombró para un nuevo periodo de no sé cuantos años. Y los que vengan.
Asombran varias cosas. En primer término, que se haya tenido el descaro de hacer una caricatura de asamblea y en segundo lugar, que Vicente Fox haya declarado que se trata de una decisión de los trabajadores que se tiene que respetar.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social concederá aceleradamente la toma de nota, y la oposición, jugando a que le regalen una licencia a su líder para encender los ánimos, se limitará a protestar sin mayores consecuencias.
La ley no permite a la autoridad registral que haga otra cosa que tomar nota. Pero en el caso de la STPS, hay un reglamento interior, cuyo artículo 18 convierte a la propia secretaría en una especie de juzgador de la legalidad, lo que no le autoriza la Ley Federal del Trabajo, que sólo permite comprobar, cuando se trata del registro, que el sindicato se propone la finalidad señalada en la ley; que se constituyó con el número de miembros que fija la propia ley y que se exhibieron ciertos documentos. La toma de nota de una nueva directiva sigue más o menos las mismas reglas (exhibición de copia de la asamblea electoral de acuerdo al artículo 365-IV LFT). Pero el tal reglamento interior, expedido en mala hora por el presidente de la República, concede un derecho de crítica que es obviamente inconstitucional por cuanto va más allá de la norma reglamentada.
Por lo demás, la STPS y las juntas de conciliación y arbitraje son, para esos efectos, simples depositarias de documentos. Sólo un bonito buzón.
ƑQué deberá hacer la oposición para atacar legalmente la toma de nota, que sin la menor duda debe otorgar y otorgará la STPS?
En mi concepto, la calificación de las muchas violaciones al principio de democracia sindical tendrá que ser hecha por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (en el caso hay competencia federal) en un juicio promovido por trabajadores de la oposición en el que se invoquen y comprueben las contradicciones más que evidentes entre la convocatoria y la realidad del supuesto Congreso. El acceso impedido por los correspondientes guaruras; la celebración sólo en tres horas, por acuerdo especial, en lugar de los dos días anunciados, y las violencias invocadas en el nombramiento de los delegados, serían más que suficientes para declarar la nulidad del congreso y, como consecuencia, dejar sin efecto la supuesta relección del señor Rodríguez Alcaine. Pero Ƒlo hará la JFCA si se le plantea el problema? Permítaseme una discreta duda.
Las declaraciones de Vicente Fox en el sentido de que hay que respetar la autonomía sindical, lo que parece contradecir su clara actitud anticorporativa un par de días antes frente al Congreso del Trabajo, no dan muchas esperanzas de que las cosas en el futuro inmediato vayan a ser diferentes de como han sido en el largo pasado y en el circunstancial presente. Porque o Vicente Fox se construye su propio concepto de autonomía sindical incompatible con la antidemocracia sutermiana o, simplemente, se lava las manos en beneficio de la nueva cultura laboral y de sus muy corporativos autores, la CTM a la cabeza, que son los auténticos protagonistas con los que, al parecer, no desea pelearse.
Eso complica un poco las previsiones. Entre otras, los efectos del anunciado congreso múltiple que discutiría una nueva LFT. Con esos criterios, la esperanza de un cambio radical que acabe con el corporativismo no sería otra cosa que un canto a la utopía.