DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť José Antonio Rojas Nieto Ť
ƑSiempre es mejor después que nunca?
Ya había preparado mi nota de este domingo para comentar sobre la presencia de Bill Richardson en México, este viernes -siempre tan sutil, pero tan plagada de presiones, en esta ocasión hacia un nuevo gobierno que en el ámbito energético parece no tener ni pies ni cabeza, y que promete seguir con la misma política petrolera-, pero la mañana de este sábado me sorprendí en una mesa tomando una cerveza y conversando con dos distinguidos maestros de la UNAM y de la UAM, uno químico y el otro físico, ambos de alto reconocimiento en nuestro país.
La conversación empezó con las observaciones sobre las propuestas de restructuración de las industrias petroquímica y eléctrica que ha publicado La Jornada y que, sin duda, exigen mucha -muchísima- reflexión. Pasó luego al comentario de la triste y lamentable experiencia del boom petrolero de López Portillo. Derivó en algunos comentarios sobre la pobreza técnica de nuestro querido México. Y terminó en la explicitación de un anhelo.
Comenté que las propuestas no tienen ninguna diferencia de fondo con las del presidente Zedillo, hasta hoy rechazadas. No hay cambio -les aseguré-, a pesar de que se plantee conservar los activos eléctricos en la Comisión Federal de Electricidad: se insiste en abrir un mercado eléctrico que permita jugosas rentas en la medida que el costo marginal de producción se pague a todo generador, en este caso plantas mercantes que ofrecen su producción a un mercado de mayoristas, incuidos ya no sólo los grandes consumidores, sino los mayoristas que luego la revenderán a los concesionarios privados, que la venderán a los usuarios residenciales, comerciales, agrícolas, de servicios y pequeños y medianos industriales. La danza de los millones, les comenté. Pero atrás del beneplácito gubernamental para que se haga negocio con una necesidad básica está el abandono del principio del servicio público, esencial para garantizar que en el suministro de electricidad, de agua potable, de drenaje, de alcantarillado y de muchos otros servicios se atiende a todos los usuarios equitativamente, continuamente, eficientemente, solidariamente. Nada de esto. Se trata -añadí- de una privatización disfrazada, presentada bajo la forma de apertura, que impulsan y respaldan grandes compañías extranjeras sin escrúpulos. Es el abandono de una responsabilidad estatal básica.
Y lo petroquímico tampoco tiene visión. Más de lo mismo. Privatización y nada más. Por eso, bien dice uno de ellos: "lo que se ha hecho con el petróleo y el gas natural en México no tiene nombre. Después de haber hecho negocio más de 20 años con el petróleo, después de haber dilapidado más de millón y medio de barriles al día en exportaciones durante casi 23 años, a cambio de no tener hoy nada, o casi nada de lo que se obtuvo por ello, después de eso, parece no quedar más salida que vender las obsoletas petroquímicas mexicanas. ƑCómo hablar de relanzamiento industrial y de reorganización e integración petroquímica, cuando durante todos los años de producción petrolera se ha abandonado la infraestructura petroquímica? Y con profunda tristeza, rabia e indignación dice otro de ellos, premio nacional en el área de química: "Les dijimos, hace más de 20 años, que había que formar químicos para una industria petroquímica solvente y robusta; que no había que vender tanto petróleo y tanto gas, sino industrializarlos, para lo cual era necesario e imprescindible contar con cientos... miles... de químicos de proceso, de ingenieros de alta solvencia y nivel... Y nada, absolutamente nada. No se impulsaron las escuelas... no se apoyaron los equipos de investigación... no se promovió la formación de ingenieros, de químicos, de técnicos. Y sin esto, todo lo demás es mentira. No hay nada nacional si no hay capacidad nacional en ciencias básicas, en ingeniería. El problema de la industrialización de nuestro petróleo, de nuestro gas natural, antes que nada, es de recursos humanos". Y antes de que termine de señalarles que en más de 20 años de explotación petrolera se han transferido al gobierno más de 280 mil millones de dólares, del 2000, solamente por concepto de renta petrolera, me aseguran: "con la industrialización se hubiera podido transferir el doble, pero no, los que medran con la comercialización de procesos nunca permitieron -nunca lo harán- que se desarrollara la capacidad interna... es lamentable... profundamente lamentable".
Bueno -les digo-, Ƒno creen -como señala Samuel Beckett, magnífico poeta irlandés- que siempre es mejor después que nunca?... Por favor... por favor... Y en estos momento los tres seguimos tomando un poco de cerveza.