DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Tu nombre en el silencio, intento por recobrar la pasión de las izquierdas


La lucha de clases, herramienta de la historia, no motor: Pérez Gay

Ť "Reconstruir los recuerdos hasta donde uno pueda, inventarlos también, es la literatura"

Ť Cuando en la novela el horror encarna en Ida Pavelling, la historia alemana es directa y concreta

perez-gay-jose-maria-2-jpg Pablo Espinosa /I Ť El filósofo y novelista José María Pérez Gay se graduó en Alemania, donde residió durante 15 años. Tres décadas de una narración íntima que le fue confiada allá fecundó en su cerebro un relato catedralicio: Tu nombre en el silencio (Cal y Arena), novela de la que ofrecimos ayer a nuestros lectores un adelanto.

El traductor de Goethe, Kafka, Musil, Broch, Mann, Kraus, Canetti, Celan, Enzensberger y quien construyó un estilo formidable de televisión cultural al frente de Canal 22 hasta niveles de excelencia internacionales, habla para La Jornada, su casa, acerca de su nueva novela.

No se trata de memorias noveladas. Sus personajes son ficticios, por muy reales que parezcan. La pulsión vital por narrar, que no es otra cosa sino la técnica imbatible de la subversión, enarca el acto supremo de ternura que implica el recordar.

Historia desilusionada de las izquierdas pero sobre todo recuperación de la esperanza mediante el reavivamiento de la pasión, Tu nombre en el silencio hace vibrar al lector durante sus intensísimas 600 páginas, a propósito de las cuales es el diálogo con el doctor José María Pérez Gay.

--Entre los muchos elementos que el lector percibe en esta novela está el recuerdo. No la memoria, el recuerdo. Citas en tu libro a Walter Benjamin: el recuerdo es cuando la vida se nos convierte en texto. ƑEsto satisfaría la curiosidad del lector que se pregunte qué tan delgada es la línea fronteriza entre novela y autobiografía?

--Toda novela es autobiografía. Flaubert termina diciendo: "Madame Bovary cƀest moi." Y Robert Musil, toda proporción guardada, decía: "El hombre sin atributos soy yo". Es un lugar común decir que toda novela es una autobiografía, pero respecto a la diferencia entre memoria y recuerdo, creo que los recuerdos que sí te consuman son los escritos. Uno puede tener la memoria de muchos sucesos. Los recuerdos precisos siempre están en relación con la posibilidad de vertirlos por escrito y hacer de esos recuerdos una parte de una narración, de un cuento que no acaba, que es nuestra vida.

"Reconstruir los recuerdos hasta donde uno pueda, inventarlos también, es la literatura. Recuerdo una muy vieja leyenda que decía que narrar historias, recordarlas, podría curar y salvar de la muerte a los hombres. Uno de los mitos más antiguos es ése: contando historias y narrando uno puede, si no salvarle la vida a los otros, a los enfermos, sí por lo menos retraerlos a nuestra vida y a la de ellos con un puente que comienza con la famosa frase ƑTe acuerdas? Una de las grandes novelas del siglo pasado y de todos los tiempos, La educación sentimental, termina diciendo Ƒte acuerdas?

"No me interesaba novelar mi memoria, a mí me interesaba introducir los recuerdos como el dispositivo que me permitiera inventar los personajes que yo necesitaba inventar y la trama hecha de los recuerdos y de lo que yo pudiera agregarle. En ese sentido, Tu nombre en el silencio es quizás una non fiction novel pero aparte está hecha sí de la autobiografía mía, aunque también de la de muchos y a la vez todos y ninguno. En ese sentido, no son memorias noveladas. Hay un personaje clave, Ida Paveling, en el que sí hay un recuerdo muy preciso y una persona muy precisa que hace 30 años en Alemania, allá por 1966, me cuenta una historia muy triste, que como recuerdo vengo a recuperar años después.

"En la historia que me contó la Ida Paveling de la realidad aparecía un joven médico judío que por haber estado en la resistencia antinazi en los comienzos del régimen nacionalsocialista, en 1932-33, es recluido en un campo de concentración y es allí donde ella lo conoce: es el poeta anarquista alemán de nombre Erich Mühsam. Empecé entonces a tratar de investigar perez-gay-jose-maria-jpg quién era él. Existen sus libros. Lo que no se sabía era cómo había terminado.

"Cuál será mi sorpresa que abro, el año pasado, el libro de Gunther Grass, Mi siglo, leo el capítulo que corresponde al año 1934 y es šErich Mühsam! Se lo comento a Carlos Fuentes y él me presta un archivo que tenía sobre Mühsam. Fuentes tenía pensado escribir a Mühsam como un resistente chileno en un campo de concentracion dos años después del golpe de Pinochet.

"Entonces, este personaje que me fue narrado, heredado, se convierte, junto con el joven Leon Halévy, en estos albaceas de lo que Ida Pavelling me contó."

Clave de lectura

--ƑCuál fue la pavesa que provocó este estallido catedralicio?

--Lo que me llevó a escribirlo fue la biografía de Rudi Dutschke, otro de los personajes de mi novela, que escribió su esposa. Un libro de 500 páginas que se llama Tuvimos una vida bárbara y salvaje. Aparezco mencionado. Me pregunté por qué mis recuerdos no podían formar parte de lo mismo. Lo vi por primera vez hace diez años, una biografía que se llama Las tres líneas de Rudi Dutschke, y luego lo vi en el libro de la señora Dutschke; en ese momento me decidí a escribirlo. Ya lo traía adentro desde hace unos buenos 12 años.

--La tesis de doctorado de Cardona, el protagonista, se basa en la convicción de Nietzche: el mundo se ha convertido en una narración y la cultura moderna no es entonces sino el conflicto de las interpretaciones. ƑEs ella una clave para leer esta novela?

--Sí. El verdadero acto de trasgresión en aquella época era convertir la capacidad de narrar en un elemento más de la subversión. Hay un muy buen escritor alemán, novelista, que en aquella época era un estudiante, compañero mío, Peter Schneider, que ayudó a Wim Wenders con el guión de sus películas sobre Berlín y que acaba de publicar una excelente novela, El regreso de Eduardo. El sí le apostó a su capacidad de narrar, de recordar. Era el único. En aquella época nadie narraba, todos querían lanzarse a lo que hoy se llamaría falsa inmediatez: el acto revolucionario. Me gusta que digas que esta novela no huele a derrota. Más que todo es una historia de una pasión. La derrota no organiza grandes desastres. Lo que puede leerse como una historia desilusionada de las izquierdas es por otro lado también un intento de recuperar algo de la pasión que nos movió en aquella época. Después de la desilusión en que vive el lenguaje marxista, de su falsa absolutización, de haberlo convertido en la panacea, Ƒqué queda? Una conciencia muy clara. La lucha de clases existe, no es el motor de la historia, pero es una herramienta. Nadie narró la lucha de clases. Se teorizó sobre la lucha de clases. Las narraciones sobre esta lucha se han hecho en otro lado.

--Abrir y cerrar con la poesía de Paul Celan, que atraviesa la novela, Ƒes una elección de tono?

--Sí, porque hay luto, demasiados muertos. Uno de ellos tardó mucho en morirse: Rudi Dutschke. Cuando atentan contra él en 1968, que casi le destrozan el cerebro, a 1979 cuando muere de un ataque de epilepsia en la tina, esos años nos tocaron a todos. La bala que mató a Rudi Dutschke nos hirió a muchos, sin ponerme melodramático. Es una constante de la novela. La bandera a media asta la llevaban los jóvenes alemanes por sus abuelos y por sus padres. Los hechos alemanes comenzaron a decirme cuando entendí que esa generación no hacía sino luchar contra el crimen de sus padres. Antes era el horror en abstracto. Cuando el horror encarna, como cuando en la novela Tu nombre en el silencio encarna en Ida Pavelling, en Leon Halévy, la historia alemana es directa y concreta. Deja de ser una construcción teórica para convertirse en una narración y por eso Cardona, el personaje, escribe una tesis sobre el mundo moderno como una narración.