DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť En las unidades, un doctor atiende en promedio a 45 presos al día
"Alarmante" saturación de los servicios médicos en los reclusorios y la penitenciaría
Ť Personal de esas áreas entrevistado, expresó su malestar por las excesivas cargas de trabajo
Susana González G. Ť Las excesivas cargas de trabajo que tiene un médico de la red de hospitales y centros de salud del Distrito Federal por el número de enfermos que atiende diariamente alcanzan niveles "alarmantes" en las unidades médicas adscritas a los cuatro reclusorios y la penitenciaría, dependientes de la Secretaría de Salud local.
El Reclusorio Norte (Reno), por ejemplo, cuenta con una plantilla de 12 médicos generales y 21 enfermeras para atender a los 8 mil 700 presos que conforman la población interna. Con dichas condiciones, cada médico atiende en promedio a 45 personas por jornada laboral, siempre y cuando haya tres galenos por turno.
Sin embargo, lo anterior puede constituir la excepción y no la regla, porque un solo doctor ha llegado a atender hasta 120 pacientes durante las guardias de fin de semana, de acuerdo con testimonios del personal y documentos del Reno en poder de este diario.
"El turno matutino cuenta con dos médicos para el área varonil y uno para la femenil; el turno vespertino tiene un solo médico para toda la población y durante el turno nocturno y las jornadas acumuladas hay dos médicos de guardia".
El cúmulo de trabajo en las unidades médicas de los reclusorios Norte, Oriente, Sur, de Tepepan, así como de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, se explica porque "cada día se da consulta a 60 pacientes internos; otra cantidad similar, por los detenidos que son enviados por los juzgados para revisión al penal que esté de guardia; los lesionados o heridos por pleitos internos, que llegan a sumar tres por día; otros 10 que son diagnosticados para autorizarles su salida a fin de que se les practiquen análisis o estudios especializados en hospitales de la red; las casi cinco valoraciones cotidianas solicitadas por la CDHDF, para dar contestación a las quejas de internos que nos acusan de no prestarles el servicio; y, por si fuera poco, aunque son los menos, las revisiones a familiares de los presos que nos son remitidos en días de visita porque se sospecha que portan droga. Al sumar todo lo anterior, son 138 pacientes por turno", señala personal entrevistado.
Los empleados no son los únicos que se quejan de la carga de trabajo, porque de manera reiterada, los responsables de las unidades médicas han solicitado a las autoridades de la Secretaría de Salud, incluido su titular, Armando Cordera Pastor, que realicen las gestiones necesarias para incrementar la plantilla laboral a fin de cumplir con las necesidades de salud de los presos, pero hasta la fecha no han obtenido respuesta alguna.
Médicos ganan $2 mil 152 a la quincena
En contraste con el desgaste laboral, y aun los riesgos a su integridad física que corren por tratar con presos que llegan a violentarse, cada uno de los médicos generales que trabajan en los reclusorios o en la penitenciaría capitalina percibe 2 mil 215 pesos a la quincena como sueldo base, que puede incrementarse hasta 5 mil pesos si es acreedor a los premios de puntualidad y asistencia, mientras que una enfermera gana 2 mil 484 pesos, que se convierten con los estímulos en 3 mil 584.
El salario de los directores de las unidades médicas no rebasa los 7 mil pesos, menor al de una jefa del servicio de enfermería y muy por debajo del que tienen funcionarios que desempeñan labores similares al frente de cualquiera de los 220 centros de salud y 23 hospitales que conforman la red sanitaria del Gobierno del Distrito Federal.
Las instalaciones médicas tienen en algunos casos hasta 25 años con el mismo mobiliario y los trabajadores se quejan de los trámites burocráticos que deben enfrentar, tanto con funcionarios de la Secretaría de Salud como autoridades de los reclusorios, para poder cumplir su labor; "hay ocasiones que no tenemos ni siquiera material para sutura".
Hace dos semanas, por ejemplo, hubo un paro parcial de labores --en "asamblea permanente, porque no podemos descuidar la atención de urgencias"-- en los reclusorios Norte y Sur, así como en la penitenciaria de Santa Martha, debido a que el doctor Rodolfo Sánchez Colín y la enfermera Imelda Madrigal González, adscritos al Reno, fueron detenidos violentamente por judiciales que no se identificaron, quienes los trasladaron al Reclusorio Oriente, donde permanecieron tres días detenidos.
A ambos se les responsabilizó de la muerte del interno Fernando Guzmán Abrego, ocurrida en noviembre de 1998, quien fue golpeado por sus compañeros y que al momento de ser atendido presentaba ya "signos vitales considerados como abolidos, es decir prácticamente estaba muerto". De cualquier manera, el médico solicitó autorización a las autoridades penitenciarias para trasladarlo a un hospital, pero el permiso tardó en llegar dos horas y el preso murió cuando la camilla atravesaba el cinturón de seguridad del Reno; dos años después los acusan de su muerte.
Filas de hasta 200 pacientes
Desde temprano, cada día, decenas de presos se forman afuera de las unidades médicas de los penales de la ciudad de México en espera de ser uno de los "afortunados" que reciban ficha para consulta.
"No exageramos al afirmar que ha habido ocasiones en que suman casi 200 los interesados en ser revisados por el médico", señala personal entrevistado, pero advierte que muchos de los presos recurren con frecuencia a la unidad, únicamente con el objetivo de obtener medicamento que puedan traficar al interior del penal. "Especialmente entre los reclusos que están castigados o que por razones de seguridad están concentrados en algunas áreas y quienes aún cuando sufran de algún malestar no se les permite fácilmente acudir con el doctor".
A esas largas filas de presos supuestamente enfermos, el personal de la unidad médica los somete a una primera y rápida revisión para detectar y eliminar a los "mañosos". Así, al final únicamente 60 personas por turno son "anotadas" para consulta, la mayoría de las cuales presentan enfermedades en vías respiratorias, gastrointestinales, dermatitis por hongos e infecciones ocasionadas por la fauna nociva e insectos, "que abundan en las cárceles".
Con excepción de los presos que requieren sicotrópicos --el más común es el diapasen-- por encontrarse bajo tratamiento siquiátrico, a la mayoría de los pacientes se les proporciona el medicamento que necesitan para que, de acuerdo con las indicaciones del médico, se lo administren, lo que en muchos casos propicia que se trafique con pastillas de todo tipo.
Las fuentes agregan que a la consulta diaria se agregan las urgencias, ocasionadas en gran parte por los pleitos y agresiones que se suscitan entre los reclusos, que dejan como saldo desde golpedos en todo el cuerpo hasta heridos por arma punzocortante, quienes llegan a requerir su traslado a hospitales.
El personal médico no está exento de la violencia que se vive al interior de los penales, como lo demuestra el hecho de que un enfermero, Elliot Ulises Uranga González, fue jubilado por incapacidad luego de que un interno lo agredió hace dos años y le fracturó el fémur.