MARTES 14 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Andrés Aubry y Angélica Inda Ť
El significado de Los Chorros
La documentación del zafarrancho de Los Chorros da indicadores de la filiación paramiliar de sus actores. Hace tres años, los describimos con más detalles y circunstancias, en las columnas de este periódico.
La carta del Ayuntamiento Constitucional de Chenalhó al presidente Zedillo, firmada ayer por ''las autoridades municipales y comunitarias'', sale en defensa de presuntas víctimas; de las cuatro mencionadas, tres (calificadas de ''inocentes'') llevan apellido de notorios paramilitares. En septiembre de 1997 (retornando de México los participantes locales de la exitosa marcha de los mil 111) de la casa de los Santís López (el primer nombrado), salió la convocatoria a la paramilitarización. Ante todo el pueblo (en aquel entonces en presencia también de quienes fueron después desplazados a X'oyep), el tzeltal Antonio exhibió su cuerno de chivo, disparó su arma contra el muro de la escuela para que todo mundo pudiera apreciar cómo la bala, en forma de caracol, se atornillaba en su blanco. Anunció su precio, confesó que el AK 47 que estaba probando era ya suyo, que sus dos hijos tenían cada uno el suyo también y que, además, tenía un revólver .38, también temible ''porque nunca falla'' -el que la PGR encontró ayer en posesión de José. Para concluir su oratoria, Antonio terminó diciendo: ''Sólo el PRI salva, y sólo estas armas salvarán al PRI''.
Una de las dos Antonias heridas, mencionadas por la misma carta, lleva también los dos apellidos de otro tzeltal quien, para disculparse ante los vecinos de Los Chorros de ser el consuegro de una notoriedad de Las Abejas, acostumbraba ostentar su arma. El último mencionado es el familiar de un preso de Cerro Hueco ya sentenciado por su participación en la masacre de Acteal.
Pese a las hominimias frecuentes en un mismo municipio, en el mismo paraje suelen ser el resultado del agrupamiento de la familia en torno de la casa paterna. Por supuesto, llevar los apellidos de un culpable no puede ser delito, pero la circunstancia explica el susto del ayuntamiento al ver incriminadas a las familias que son su principal contacto en un paraje remoto, más poblado que la propia cabecera.
El adiestramiento a las armas largas publicitadas por Antonio se dio al principio en el paraje Puebla, aquél del presidente Jacinto Arias Cruz, ahora sentenciado por su autoría intelectual en la masacre del 22 de diciembre de 1997. De este paraje (como también de Yaxhemel) vinieron los que acarrearon el volteo y la combi del actual ayuntamiento municipal que preside Antonio Pérez Arias, para bloquear el camino con piedras en Majomut, con el propósito de cortar la retirada de la PGR y asaltarla. Majomut es todo un símbolo: es el lugar del banco de arena que, según el dudoso Libro Blanco de Madrazo, explicaría Acteal; también es el nombre de un beneficio de café orgánico desmantelado por las fuerzas armadas, luego reconvertido en centro de entrenamiento paramilitar en 1998, y reabierto a sus antiguas funciones por gestión del Congreso de la Unión.
Otro dato documentado por los reportajes es el uso en este asalto de un insecticida, el gamezan, para rociarlo sobre los uniformados. Ya es notorio que ni las bases de apoyo ni Las Abejas usan pesticidas por falta de dinero y porque sus opciones ecológicas de producción son alérgicas a los agroquímicos. Pero este producto es el fruto de los apoyos selectivos con que la labor social y los favores del gobierno estatal consienten a quienes rompen con el EZLN y cambian de bando, en señal de que ''ya no optan por la guerra sino por la producción''.
El argumento trillado de que si se persigue el porte de armas de un lado, hay que prohibirlo también al otro (desconociendo la ley que ampara a los zapatistas y su respeto a la tregua, no compartido por los civiles armados), también es otra vulgaridad paramilitar.
Por fin, las imágenes de la televisión y los reportes gráficos de los periódicos también son reveladores: Ƒquién se puede atrever a sembrar en el camino, frente a un cuartel militar, troncos, piedras y reglas, además de atravesar tranquilamente camiones para cortar el paso a la policía?
Cuando la PGR llegó a proximidad de Los Chorros, a las cinco de la mañana, oyó que tronaban las armas en el pueblo, como para dar aviso. Y luego, de retirada, llegando al retén de Majomut a las once, en presencia del Ejército sin que éste interviniera, se dio un fuego cruzado entre la PGR y los acarreados de Puebla.
Los acontecimientos del 12 de noviembre de 2000 en Los Chorros llevan a tres conclusiones obvias: nadie ahora puede dudar 1) que hay paramilitares en Chiapas ni que están evidentemente bien armados, 2) que ahora como en Acteal, el ayuntamiento constitucional priísta opera como su cobertura local, 3) que el Ejército deberá explicar por qué quedó inactivo y callado en Majomut.
Una de las herencias del sexenio es evidentemente el retorno de los desplazados. Si no se dio hasta ahora, aun en la temporada de café con su urgencia, es porque los paramilitares no crean las condiciones que lo permitan. Entonces asoman tareas concatenadas: el retorno obliga al desmantelamiento de los paramilitares, pero éste tampoco es pensable mientras no se limpia a las comunidades de la presencia militar. O sea, dicho de otro modo, seguirá la vergüenza estatal de exhibir ante el mundo la desgracia de los desplazados de Polhó (con X'oyep, Yibeljoj, Acteal y Tzajalchen) si hay todavía paramilitares y armas en Los Chorros, (y Pexiquil, La Esperanza, Yibeljoj, Yaxhemel, Puebla, Tzanembolom y Canolal), pero no se conseguirá esta desparamilitarización si el Ejército no se retira de los muchos Majomut del estado. El orden de las tareas, aunque le cueste al presidente electo, es obligatoriamente el retiro de militares-desparamilitarización-retorno.