JUEVES 16 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť El embajador Thorpe le impuso la Orden del Imperio Británico


Leonora Carrington, ''extraordinaria artista, toda una época'': Juan Soriano

Ť Su generosidad y libertad de espíritu, virtudes de esa ''dama muy especial'', dijo el diplomático

Ť ''Conflicto menor'', su salida durante la ponencia de Del Conde en el Tamayo: Pablo Weisz

Merry Mac Masters Ť Ayer, al caer la tarde, Leonora Carrington, ese ''gran orgullo del Reino Unido", recibió la Orden del Imperio Británico, condecoración que otorga la reina Isabel II de Inglaterra, de manos del embajador de Gran Bretaña en México, Adrian Thorpe. Respecto de la pintora, el diplomático puntualizó que ''su estatura y éxito, su generosidad y libertad de espíritu, sin duda alguna, han reflejado la gloria del país donde nació".

En la residencia del embajador británico se reunieron familiares, amigos y colegas para honrar a esa ''dama muy especial", reconocida como ''una de las principales pintoras que viven y trabajan en México", y que durante más de 60 años ha participado en exhibiciones por todo el mundo. En muchas ocasiones, Carrington también ha colaborado con muestras de beneficiencia en la residencia diplomática, para las que ha carrington-medalla-1-jpg donado sus pinturas, recordó Thorpe. Mujer de muchos talentos, aparte de pintora, en 1937 se adentró en la literatura y ha producido diversos trabajos, la mayoría basados en sus propias experiencias.

Escenificación de La invención del mole

Como muestra de los dones literarios de Leonora, después de imponerle la codecoración, se representó su obra de teatro, La invención del mole, charla imaginaria entre Moctezuma y el arzobispo de Canterbury, donde este último se da cuenta que será el plato principal de la cena del emperador. La pieza, de escasos 15 minutos, dirigida por Stuart Cox, había sido estrenada el día anterior al término del coloquio internacional efectuado en honor de Carrington, en el Museo Tamayo.

Sentada en primera fila, la homenajeada presenció la función desde un cómodo sillón. Llevaba entre sus brazos el ramo de docena y media de rosas rojas que le había dado la esposa del embajador, Miyoko Thorpe. Una reportera pidió a Carrington hablar de su obra. ''No me dejan estar sentada aquí hasta mañana y me dura mucho contestar eso. Perdón, es una pregunta muy complicada", replicó. No obstante, sobre su ''lenguaje" colorístico indicó: ''No hay un color sin otros colores. Si todo fuera azul (en) el mundo no veríamos nada".

Asistieron a la ceremonia artistas e intelectuales, amigos de la homenajeada, como Pedro Friedeberg, Alan Glass, Eliana Menassé, Elena Urrutia, Alan Stark y Juan Soriano. Este último comentó: ''Leonora es un caso extraordinario, único, como son todos los grandes artistas de una época. La confunden con las modas, con el surrealismo, con ciertos datos biográficos que no saben bien, pero si uno ve sus cuadros encuentra una gran creadora, una mujer que de verdad adora a la humanidad y al mundo, y que sus cuadros están llenos de todas las leyendas más raras, todas las inquietudes espirituales que puede tener un ser humano a su paso por la vida. Eso es lo que nutre su pintura. Siempre hay como un color, una luz de cielo, de jardín o de intimidad, pero siempre cargada de presagios, de misterios, de cosas inauditas. Claro, la interpretan así un poco, šay, es surrealista, qué interesante, qué gracioso, o qué dramático! Pero, se les olvida que la pintura cuando es buena, es más que eso. Es un acto inmenso de piedad para salvar al mundo, que el mundo es fugitivo y corre como el agua".

Por su parte, Gabriel Weisz Carrington, consideró un ''conflicto menor" el hecho de que su madre se haya salido del auditorio durante la intervención de Teresa del Conde en el coloquio. Preguntado al respecto, opinó que ''suceden cosas mucho más interesantes que la gente en México necesita conocer acerca de lo que es un artista, qué produce, más que cualquier problema ocurrido en el pasado".