MARTES 21 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Sara Sefchovich plasma experiencias cotidianas en Vivir la vida


La fragmentación de la existencia diaria nos impide meditar y juzgar

Ť Escribir de manera sencilla es lo que más trabajo me cuesta, dice la socióloga e historiadora

Ť ''No puedo terminar una obra y entregarla al otro día a la editorial, debo dejarla enfriar''

César Güemes Ť Sin renunciar en sefchocovich-sara-2-jpg modo alguno a su trayectoria como socióloga e historiadora, un día de hace diez años Sara Sefchovich pasó al mundo de la literatura y dio inicio a una existencia dual: la ensayista de México: país de ideas, país de novelas o La suerte de la consorte, un acontecimiento en lectores y ventas en su género, y la novelista de obras como Demasiado amor o La señora de los sueños, una a punto de llevarse al cine y otra traducida a siete idiomas. Hoy da a conocer Vivir la vida, publicada por Alfaguara, una novela en la que privan las experiencias cotidianas con el ritmo de lo que conocemos como ''tiempo real".

Respeto por el lector

-Tu nueva obra no se parece casi en nada a las dos novelas anteriores y menos a La suerte de la consorte. ƑLlevas dos vidas paralelas?

-Quizá las llevé. El verdadero cambio comenzó para mí desde Demasiado amor, hace diez años. Hasta entonces hacía ensayos a los que les iba muy bien en el ámbito académico pero no salían de ahí. Luego, La señora de los sueños tuvo también un muy buen recibimiento. Así que la suerte de La suerte... no fue una sorpresa del todo porque ya conocía cuál era mi relación con los lectores.

-ƑDigamos que podías haber tomado la temperatura del medio editorial para repetir una buena acogida como la de tus primeras novelas?

-En la literatura, como en el cine, si un trabajo tiene determinado éxito, se puede pensar que el público espera algo similar. Demasiado amor fue un texto muy bien aceptado y aunque La suerte... rompió con esa línea narrativa, también se leyó mucho. Advertí que podía continuar de esta manera, porque si uno escribe algo del gusto del público, aunque no sea continuidad de lo hecho anteriormente, las cosas marchan. Respeto al lector y quiero entregarle lo que sale de mí, no lo que las editoriales buscan o lo que el propio lector podría esperar.

-Vivir la vida, a diferencia de otros libros tuyos de ficción, es fragmentario, como un mosaico. Eso también es distinto.

-Es porque voy aprendiendo. Tenía la voluntad de que se viera la vida de hoy. Antes que cualquier otra cosa soy socióloga y miro todo el tiempo a la sociedad. Hoy es muy importante la fragmentación en que vivimos, el ritmo rápido que dan los medios de comunicación, esta forma de cultura veloz que casi no da tiempo de meditar o juzgar. Eso quise reproducirlo en la novela. Cuando el lector termine el libro a lo mejor se da un espacio para repensar, evaluar lo que ha pasado.

-De modo que para encontrar los personajes no tuviste grandes complicaciones. En todo caso la parte más laboriosa sería fijar esos seres y esos instantes en el papel.

-Las historias las fui escuchando a lo largo de muchos años y el punto esencial era cómo armarlas para decir lo que buscaba. En teoría las aventuras no ocurren en la vida cotidiana, porque eso marca la literatura tradicionalista, pero no es así. Lo diario no necesariamente es repetitivo o breve. El caso es que armé todas estas historias en un hilo común con la idea, hay que decirlo, de que fuera una novela divertida. Para mí es clave que la literatura cuente historias y el lector la pase bien al tiempo que le dejen algo para pensar. A lo cual agrego mi absoluto deseo de escribir de una manera que parezca lo más sencilla posible, por cierto lo que más trabajo me cuesta. Reuní aquí el trabajo como periodista, historiadora, socióloga y novelista. Para mí esta novela es un paso muy grande en relación a toda mi obra anterior.

El reposo de los textos

-ƑDe cuánto tiempo de trabajo estamos hablando si tan sólo la rescritura te llevó año y medio?

-De varios años, sobre todo porque dejo descansar los escritos y porque no hago una novela de principio a fin. Junto los materiales, hago pedazos de la redacción, a veces el trabajo es continuo, otras se detiene. Aparte tengo mi desempeño de investigadora y comentarista en algunos medios. Además, dejo que los textos reposen. Esta novela estaba prácticamente terminada antes de que apareciera La suerte... Pero la suspendí y me dediqué a ese otro libro. No puedo terminar una obra y entregarla al otro día al editor, es preciso dejarla enfriar algunos meses.

-Si las pequeñas aventuras cotidianas nos suceden a todos, Ƒcuál es la apuesta de mostrarlas en una novela?

-La única diferencia entre que le pasen a uno o las vea en el cine o en un libro es la conciencia que se adquiere por la manera en que están contadas y lo que la estructura quiere decir. Cualquiera se preguntaría: Ƒpara qué quiero leer o ver lo que me pasa a diario? Bueno, para que armado todo junto te hagas una idea diferente de lo que son las cosas, de cómo es la existencia cotidiana. Por ejemplo, uno siempre le echa la culpa a los demás de lo que está mal en el país, ya sea la violencia, la corrupción o la ineficacia. Pero cuando eso se lee junto, es posible que quien observa ese cuadro completo se dé cuenta de que los hechos no ocurren afuera de la persona sino que ésta se encuentra inmersa en el sistema. La conciencia de lo que pasa alrededor y en lo que uno participa es lo que hace distinta la idea que tenemos de lo que la vida es.