MARTES 21 DE NOVIEMBRE DE 2000

Ť Humanista y trotamundos afirma que nació cuando descubrió al Señor 


Al hombre se le conoce por todo aquello que ama: Facundo Cabral

Ť Frases antitéticas, fragmentos de su vida y chistes de su tierra, aderezo del recital del sábado

Arturo Cruz Bárcenas Ť Humanista, místico, poeta, predicador, humorista, filósofo, el apóstol número 13, vagabundo first class, pensador, indolente, charlador, hermano, revolucionario, agitador y loco... ¡ah!, y cantautor, trovador, músico, son algunos de los epítetos que ha recibido a lo largo de su carrera Rodolfo E. Cabral Camiña, conocido artísticamente como Facundo Cabral.

Viajero de sí mismo, Facundo sabe que el que viaja, ve, como dijera el escritor y periodista Ricardo Garibay. El que anda de pata de perro tiene el privilegio, el goce de ver, oír, saber cosas y vivir experiencias que el común de los antinómadas no llegan ni a imaginar. Ciegos del entorno, ignorantes del más allá, de El Principito.

facundo-colorPor eso, el pasado sábado, en el concierto que ofreció en el teatro Metropólitan, el público supo que hay voces en el desierto, gritos en la selva, llanto en el barrio, poesía en la cloaca, alegría en un velorio. Entre oximorones, frases antitéticas, retruécanos, artilugios de la palabra, algunos chistoretes argentinos rimbombantes, sangrones... ni modo. Aunque el argentino se vista de poeta, argentino se queda.

Cuatro décadas de echar rollo sobre sus viaje por el mundo

Desde su debut en Mar de la Plata, en 1960, Cabral ha recorrido más de 165 países y grabado más de 120 discos. Lleva, pues, cuatro décadas echando rollo viajero, trotamundos. Asegura que no es de aquí ni es de allá. Tal idea la convirtió en canción y ésta la hizo famosa Alberto Cortez, quien ha roto lanzas con su compatriota luego de que el autor de Un nuevo día hiciera un berrinche en un avión y decidiera abandonar la gira común. "No volveré a trabajar con Facundo", dijo Cortez hace unos días, en conferencia de prensa.

De esto último Cabral no dice nada el 18 y 19 de noviembre, en el foro de avenida Independencia. Se limita a definirse como el Sancho de Jesús, en una experiencia religiosa a la que adereza con frases de Gibrán y cuanto pensador insigne se le ocurre. Esa especie de ropa vieja pega en el ánimo del respetable que, ya domado por la parábola cristiana-budista-mahometana-musulmana-judía-etcétera, en un eclecticismo en el que mete todo y no se salva nada.

De repente dice que debemos cuidarnos de quien no canta porque algo oculta. Arma silogismos que a Carrol resultarían ilógicos. Sin base de teoremas, sobre una idea flotante levanta una superestructura que es aplaudida porque suena bonito.

Ya Hegel, hace unos cuantos siglos, hizo ver que el discurso de Cristo se apoya en parábolas que siempre refieren un yo digo en nombre de mi padre, por algo-alguien, un poder más allá de la fisis, de la realidad. Quizá no tanto, pero Cabral sustenta su fuerza discursiva en el rollo religioso.

CABRAL2"Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes", aduce y como respuesta obtiene un risa colectiva. Afirma haber nacido a los 17 años, cuando descubrió al Señor, por lo tanto no tiene 63, sino 43 años. Habla de su familia, de su madre, de la Patagonia, de andar en bicicleta. Lleva al extremo la solicitud de perdón a Dios. Su madre le expresó una vez: un argentino tiene un problema para cada solución. Mofa de sí mismo, para todos.

Sus utopías son fugaces. Lejos están Campanella, Moro, Orwell. Imagina que Sadam Hussein lleva a sus hijos de paseo por Disneylandia. Agrega que a México llegó en 1972, "a esta tierra de Pancho (Villa), de Zapata, de José Alfredo. Que éste le llamaba Pancho cabrón.

Su comienzo en el mundo artístico

Relata la importancia de Jacobo Zabludovsky en su vida. Cuando no era nadie, artísticamente. Se canceló la presentación de Pedro Vargas y él entró para un bomberazo. De ahí a la fama.

¡Ah!, pero vivir es cosa de elección. Y no se puede vivir si se trabaja, por eso él decidió no tener patrones. "Por eso la gente huye el viernes", cuando acabó su jornada semanal en la oficina y en la fábrica. Optó por deambular las calles, los caminos del hombre, que no son otra cosa, precisa, que el tiempo.

La eterna inconformidad, la imposibilidad de quien es, ontológicamente, en el mundo heideggeriano: "El hombre... el hombre: nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere". El es, vagabundo first class. El concepto es una variante contrario sensu del vagabundear de Serrat, aunque ambos citen a los Machados. "Tengo menos, pero tengo más". Tal es la lógica del desprendido. Ni Wittgenstein. Ni los ascetas.

En torno del sentimiento supremo: el amor

Por supuesto, el amor, sentimiento supremo, no podía quedar excluido. Al hombre, afirma, se le conoce por todo aquello que ama. De vez en vez mira su hoja para recordar cuál canción sigue en el programa. "Es para tomar el tiempo prudente, para que no me pase lo que al Chente (Vicente Fernández)". A éste, asegura, le gustan algunas de sus coplas. "A veces me pregunto por qué pregunto tanto". 

Se va luego de interpretar Vuele bajo (su autosemblanza), Yo no vendo, yo no compro, Buen día América, El diablo es un señor, Pedro Mendizábal y otras.

Se va. Regresa para cantar No soy de aquí, ni soy de allá, tema que ha sido grabado en nueve idiomas (incluyendo el tarahumara), por artistas como Julio Iglesias, Pedro Vargas, Neil Diamond.

Facundo Cabral forma parte del grupo de argentinos que en días pasados se han presentado en distintos foros del Distrito Federal, como Nacha Guevara y Mercedes Sosa. En breve lo hará su paisano Alberto Cortez.